Cuando en una reunión se pronuncia el nombre de la Moto Morini 500 Turbo siempre suele producirse una amplia sorpresa. ¿Turbo? ¿En una moto? Pues sí. Es más, de haber llegado a la producción en serie ésta tendría el mérito de ser la primera con turbcompresor, pues se hubiera adelantado al lanzamiento de la Honda CX500 Turbo. De hecho, el prototipo de esta motocicleta italiana se presentó en el Salón de Milán de 1981. Pero vayamos por partes, puesto que todo arrancó hacia 1976. Así las cosas, lo primero a tener en cuenta es cómo la tecnología turbo volvió a estar sobre la mesa a consecuencia de la Crisis del Petróleo de 1973.
Afectados por la carestía de la gasolina, los fabricantes de automóviles pensaron diversas fórmulas relativas a poder entregar más potencia sin necesidad de usar unas cilindradas de órdago. Puestos en esta tesitura, no sólo mejoraron factores como el peso o la aerodinámica, sino que también recordaron la existencia de la sobrealimentación. En este sentido, más allá de algunos usos testimoniales del compresor volumétrico – especialmente en Lancia con el 037 de competición y sus VX de calle – las más de las marcas comenzaron a coquetear con el turbocompresor. Una tecnología nacida décadas atrás en el mundo de la aviación, persiguiendo compensar la falta de oxígeno en la mezcla según se ganaba altura.
Llegados a este punto, Renault fue la más precoz de todas las marcas generalistas. Es más, a finales de los setenta consiguió ganar Le Mans con un modelo turbo y, de ahí, saltó a implantarlo en la F1. Tras esto, multitud de automóviles de calle portaron esta tecnología durante los años ochenta, desarrollándose una verdadera “ fiebre turbo “ en los compactos, berlinas e incluso utilitarios urbanos. No obstante, en el mundo del motociclismo el turbocompresor no tenía demasiado sentido. Y es que, al fin y al cabo, las dos ruedas cuentan a su favor con la ligereza así como unos motores mucho más nerviosos que los usados en el automovilismo. Con todo ello, no sólo llama la atención que Moto Morini se lanzase a crear una motocicleta con turbo, sino que incluso empezase con ello antes de que llegase la moda del mismo.
Esta motocicleta se empezó a gestar a mediados de los años setenta, es decir, antes de que la fiebre por el turbo estallara en los años ochenta
Moto Morini 500 Turbo, pudo ser la primera
Moto Morini es una de las marcas clave para entender el mundo de la competición en Italia. De hecho, llama la atención cómo mientras en aquel país cosechó multitud de campeonatos nacionales, en el Mundial no se estrenase hasta 1963. Eso sí, de una forma realmente sobresaliente, quedando segunda en la categoría de cuarto de litro sólo superada por las Honda del equipo oficial. Todo ello para dejar en el recuerdo el magnífico desempeño de aquel monocilíndrico con cuatro tiempos. No obstante, según pasaron los sesenta y setenta la marca no se atrevió a mucho más.
De hecho, en su gama existieron motocicletas turismo con hasta medio litro. Muy llamativas e interesantes aunque, en verdad, siempre un paso por detrás en materia deportiva de otras casas como Ducati o, claro está, la malograda MV Agusta. Sin embargo, a comienzos de los setenta el ingeniero Franco Lambertini pensó que era buen momento para dar un paso adelante y retar a la competencia japonesa con una motocicleta realmente potente.
Eso sí, se enfrentaba a las limitaciones de presupuesto. Por ello, tuvo una idea de lo más audaz. ¿Por qué no sobrealimentar al sempiterno bloque V2 diseñado por él mismo? Al fin y al cabo, ésta podría ser una solución muy práctica para ganar potencia sin necesidad de desarrollar desde cero un nuevo motor. Así las cosas, tomaron una montura con 125 centímetros cúbicos para las primeras pruebas y, a partir de ahí, fueron tomando confianza de cara a instalar el turbocompresor en una Sport 500. Todo ello con pasos muy lentos ya que, siendo una empresa pequeña, la financiación resultaba escueta en materia de investigación y desarrollo.
De haber llegado a serie hubiera sido el primer gran exponente de una motocicleta de calle a la que se ha aplicado un turbocompresor
No obstante, en 1981 al fin tenían preparado un prototipo. Algo verdaderamente revolucionario pues, recordemos, para aquel año el turbocompresor aún era incipiente en la F1 y, de hecho, todavía no se había hecho tan popular en los automóviles de serie como lo sería al poco tiempo. El resultado era un bicilíndrico a 72º con dos válvulas por cilindro y refrigerado por aire con 75 CV a 9.000 revoluciones. Es decir, casi un tercio más de lo ofrecido por la Sport 500 atmosférica. Todo ello con tan sólo un sobrepeso de 16 kilos y un carenado donde los flujos internos del aire estaban perfectamente estudiados a fin de gestionar la refrigeración y todo lo relacionado con la alimentación del motor. Desgraciadamente, no se esperaba una demanda demasiado alta, lo que tampoco ayudaba a los escasos fondos de Moto Morini para lanzarse con solvencia a la producción en serie. Resultado de todo ello es que la 500 Turbo se quedó en fase de prototipo. Y la verdad, fue una pena. No en vano, era una adelantada a su tiempo con todos sus pros y sus contras.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS