Norton es, sin duda, una de las marcas más icónicas entre los seguidores del motociclismo británico gracias a su trayectoria llena de éxitos comerciales y deportivos. No en vano, en ella existen modelos centenarios como la Norton Model 18, fabricada desde 1922 hasta 1954 para ser así uno de sus diseños más populares y celebrados. Eso sí, siempre y cuando se le sepa valorar dentro del contexto y la adecuación del mismo. Así las cosas, lo primero que llama la atención es el rápido y notorio éxito de esta Norton en los circuitos. No en vano, su estreno – aún como preserie – se efectuó en el TT de la Isla de Man de 1922. Una cita a partir de la cual se abrió un amplio dominio en las carreras británicas hasta 1926.
Ahora, ¿cómo fue aquello posible? Bueno, en este sentido el nuevo motor incorporado a la Norton 18 tuvo mucho que decir. Se trataba de un ingenio con válvulas en cabeza – OHV – con el cual se sustituían a los sempiternos motores con las válvulas en el lateral montados por la casa británica desde hacía no pocos años atrás. Basado en un único cilindro con 490 centímetros cúbicos, éste era capaz de entregar algo más de 20 CV con un cárter seco fundido en aluminio y un cambio de cuatro relaciones al pie. Una de las mecánicas clásicas en Norton, capaz de no perder potencia incluso a vueltas muy bajas disfrutando así de amplios márgenes de respuesta.
No obstante, tras éxitos como el experimentado en el TT de la Isla de Man de 1926 la Norton 18 fue quedando fuera de la primera línea de competición. Un estrecho hueco donde sólo la tecnología punta puede ocupar los primeros puestos. Llegados a este punto, sería fácil pensar en que nuestra protagonista cayó fácilmente en el olvido. Pero no. No fue así en absoluto. Es más, hacia comienzos de los años treinta estaba completamente asentada como una de las mejores opciones en la gama media de Norton. Ideal para realizar viajes sin exigirla demasiado pero, al tiempo, sin preocuparse más de la cuenta.
La Model 18 es un ejemplo de adecuación a las necesidades, sobreviviendo multitud de años sin apenas cambios gracias a lo bien adaptado que está su motor a un rodar sin excesos con el propósito de desplazarse cómoda y eficazmente
Norton Model 18, una excelente opción de viaje en la época
Mientras en los circuitos Norton innovaba para lograr victorias con las que seguir consolidando su imagen de marca, en lo referido a sus gamas medias y de acceso todo venía marcado por un potente carácter continuista. Y estaba bien. No en vano, máquinas como la Model 18 no sólo agradaban al público, sino que también eran especialmente rentables para Norton gracias a ensamblarse con componentes compartidos con otros ejemplos del catálogo.
Es más, llama la atención las pocas variaciones experimentadas por esta motocicleta a lo largo de su dilatada vida comercial. Ensamblada sobre un chasis monocuna con tubo de acero, el único elemento realmente reseñable en cuestión de cambios fue su horquilla. En primer lugar de paralelogramos con muelles para – después de la Segunda Guerra Mundial – ser una Roadholder que, a pesar de la novedad, suscitó ciertas opiniones contrarias.
Algo curioso pues, al fin y al cabo, en aquella época las marcas estaban en plena progresión hablando de renovar sus sistemas de suspensión delantera. Véase, en el caso de España, todo lo ocurrido entre las LubeA99 y las Montesa D-51. Una carrera competitiva donde la catalana parecía llevarse el gato al agua frente a la vasca gracias a la incorporación del sistema más actual. De todos modos, volviendo a la Norton 18 lo cierto es que ésta nunca fue repudiada por el público debido a su carácter inmovilista.
En el sentido de las Norton aptas para una marcha suave sin perder potencia en bajas vueltas, la Model 18 es un muy ejemplo
Es más, incluso después de la Segunda Guerra Mundial seguía siendo valorada y demandada. No en vano, si no se exigía más de lo que se debía su carácter resultaba perfecto para emprender viajes tranquilos sabiendo que uno no se quedaría sin potencia en adelantamientos o subidas. De hecho, uno de los viajes en moto más conocidos del siglo XX fue protagonizado por una Model 18 y dos jóvenes argentinos. Uno de ellos el que llegaría a ser conocido como Che. Pero eso, será motivo de otro texto.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS