Alcanzar altas velocidades con un motor de gran cilindrada puede ser más o menos fácil. Sin embargo, ¿alguien se imagina a un sencillo ciclomotor sobrepasando la barrera de los 150 kilómetros por hora? Bueno, pues esto ocurrió y no hace precisamente poco, sino en el ya lejano año de 1956. Eso sí, obviamente no estamos hablando de una máquina homologada para su producción en gran serie. Lejos de ello, el ciclomotor protagonista, aún siendo de una marca tan masiva como la alemana NSU, nació como una pieza única dispuesta a batir registros mundiales en el salar de Boneville. Pero vayamos por partes.
Así las cosas, lo mejor será situarnos a comienzos de los años cincuenta. Caracterizada por su enorme éxito comercial, NSU se encontraba a la cabeza del motociclismo de masas gracias a una amplia sucesión de modelos con octavo de litro. Sin embargo, y lejos de haber dejado las carreras, su equipo se alzaba como una referencia en los mundiales de 125 y 250 centímetros cúbicos, logrando la victoria absoluta en las temporadas de 1953 y 1954. Un éxito sin paliativos que, además, tuvo su guinda cuando en 1955 Hermann Müller -usando una NSU con cuarto de litro- se convirtió en el primer piloto capaz ganar un mundial sin pertenecer a un equipo de fábrica.
No obstante, a pesar de todo esto lo cierto es que el futuro previsto para el departamento de competición era cada vez más negro. No en vano, en la Alemania de comienzos de los años cincuenta el automóvil estaba siendo cada vez más y más popular tal y como aquí lo sería una década después gracias a los vehículos de Seat y FASA. Llegados a este punto, la dirección de NSU tuvo que reajustar su presupuesto y, por tanto, recortar en lo relativo a las carreras hasta el punto de abandonar el Mundial al acabar la temporada de 1954. Eso sí, a pesar de esto la marca aún se guardaba un as en la manga: batir récords de velocidad.
A pesar de los excelentes resultados en el Mundial, NSU tuvo que retirar a su equipo de fábrica al final de la temporada de 1954 debido a problemas económicos relacionados con el auge del automovilismo en Alemania
NSU Baumm 50, una máquina de récord con tragedia a sus espaldas
De una manera un otra, los récords mundiales de velocidad siempre han sido una parte consustancial del motociclismo deportivo. En ese sentido, ahí están las numerosas hazañas ejecutadas en playas como la de Pendine o Daytona antes de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, lo curioso es cómo, desde finales de los años cuarenta, esta obsesión por la marca más asombrosa también se vive en el escueto mundo de los ciclomotores.
Marcados por sus bajas cilindradas, estos parecían muy alejados de cualquier veleidad deportiva aunque, a decir verdad, usarlos en récords de velocidad resultaba bastante provechoso debido a motivos publicitarios. De esta manera, mientras en Italia se sucedía el enfrentamiento entre Piaggio y Lambretta con sus “siluros” aerodinámicos, en Alemania NSU miraba con optimismo sus posibilidades en Boneville. Sin duda, uno de los lugares más emblemáticos a la hora de lograr altas velocidades. Todo ello gracias a poder recorrer hasta 40 kilómetros en perfecta línea recta sobre el firme plano de su salar.
Llegados a este punto, a finales de 1954 el departamento de competición de la marca comenzó a trabajar sobre los mismos motores usados en el Mundial, añadiendo los necesarios para llegar a cubrir hasta seis cilindradas. A saber: 50, 100, 125, 250, 350 y 500. Una amplia panoplia de máquinas con la cual se ambicionaba el dominio absoluto de la velocidad. Debido a ello, nacieron diseños tan espectaculares como el del Delphin III. Sobradamente conocido gracias a haber conquistado, de una manera rotunda, el récord mundial para la cilindrada del medio litro al alcanzar 338 kilómetros por hora.
A las motocicletas FF -con los pies por delante- les podemos seguir la pista desde comienzos del siglo XX. No obstante, aunque nunca han sido populares a la hora de llegar a la gran serie el experto en aerodinámica G.A. Baumm vio potencial en ellas llevando su concepto hasta las últimas consecuencias
Ahora, siendo honestos debemos reconocer cómo los modelos con cilindradas inferiores han sido injustamente olvidados. Algo que deberíamos enmendar desde la prensa especializada pues, de hecho, el compromiso de su creador para con su desarrollo fue tal que incluso llegó a perder la vida en el mismo. Y es que, probando el desempeño del modelo con 50 centímetros cúbicos, el especialista en aerodinámica Gustav Adolf Baumm murió en mayo de 1955 tras perder el control del mismo a altas velocidades. Responsable de su peculiar diseño, este diseñador ideó una posición de pilotaje extremadamente original en la cual los pies no sólo van por delante, sino que el conjunto del cuerpo se reclina totalmente a fin de lograr una posición de manejo lo más baja posible. Sin duda, un cambio radical respecto a cómo se concibe el manejo de una motocicleta; aquel tras el cual se esconde el enorme potencial aerodinámico que permite al NSU Baumm 50 sobrepasar los 150 kilómetros por hora. Marca con la que consiguió ser el ciclomotor más rápido del mundo cuando en 1956 el equipo oficial de la casa alemana se desplazó hasta el salar de Boneville para demostrar que, no por haber abandonado el Mundial, habían perdido su afán por la competición.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS