En 1977 se presentaba en el Salón de Barcelona la OSSA 350 Trial. Más conocida como la “verde”, ésta rebajaba su peso hasta los 87 kilos al tiempo que montaba una mecánica capaz de responder con fuerza desde muy bajas vueltas. Sin duda un buen diseño. No obstante, la situación financiera en la casa catalana comenzaba a ser más que discutible, avecinándose la salida de la familia Bultó y el inicio de una etapa incierta en la que gestionó sus últimos días en régimen de cooperativa. Y es que, no en vano, OSSA había dependido muchísimo del mercado estadounidense dedicando al mismo hasta tres cuartas partes de su producción según el año a consultar.
Una apuesta arriesgada pues, al no diversificar destinos, ató su suerte a la de un público que desde comienzos de los años setenta se estaba echando en brazos de las máquinas japonesas. Además, esta misma situación fue la que se iba a dar de manera inminente en España ante su posible ingreso en la Comunidad Económica Europea. Un ámbito que, de entrada, exigía tanto la relajación de los cupos de importación como la de los propios aranceles proteccionistas; todo ello a fin de abrir la economía al exterior. Hecho éste aprovechado por la afición local, la cual abandonó a las casas históricas radicadas en Barcelona en nombre de las nuevas creaciones con sello japonés.
Algo que conviene recordar pues, como hemos dicho muchas veces, la nostalgia suele nublar el juicio a base de nieblas carpetovetónicas y exabruptos localistas con aroma a carajillo y puro masticado. Afirmaciones que, seamos serios, no aguantan en pie ni un asalto contra las verdades de hemeroteca. No en vano, aunque Carlos Solchaga hiciera un desplante a la UGT del Baix Llobregat cuando ésta exigía un plan de viabilidad para el sector de la motocicleta en 1986, lo cierto es que fueron los propios compradores españoles quienes abandonaron a Bultaco, OSSA y Montesa mucho antes de su caída final. Además, en gran parte esto lo hicieron hartos de una tecnología a la baja; tradicionalmente asentada en la seguridad brindada desde el proteccionismo franquista a los capitales de la burguesía catalana. Un hecho duro de digerir, más aún cuando se siente una pasión sincera por estas marcas; tan sincera como dura fue la pérdida de las mismas. De todos modos, era la España de las tanquetas en Reinosa; la España de la reconversión industrial y el precio de una modernidad entendida al son de lo que, en 1993, sería el Tratado de Maastricht.
OSSA concentró la mayor parte de sus menguantes recursos en el Trial esperando que aquello le ayudara a sobrepasar unos momentos cada vez más terminales
OSSA TR-80 350, apostar (casi) todo al Trial
Bajo aquellas circunstancias, OSSA decidió apostar fuerte por el mundo del Trial a fin de intentar salvarse. Debido a ello, coincidiendo con la presentación de la 350 “verde” anunció el desarrollo de una nueva trialera con la que habría de competir el equipo oficial desde 1978. Además, durante aquel año fichó de vuelta a Mick Andrews, quien se puso al frente de todo el trabajo probando con ahínco a la futura OSSA TR-80.
Conocida como la “amarilla”, ésta se presentó en 1980 en medio de una gran expectación ante su diseño completamente renovado. Es más, sin duda se hicieron denodados esfuerzos a fin de ponerlo a punto, pues presentaba una gran originalidad respecto a sus rivales más cercanas. Para empezar, el chasis con tubos de acero era desmontable -sin perder rigidez, todo un logro- a fin de simplificar las tareas mecánicas en el motor.
Además, en conjunto la OSSA TR-80 resultaba realmente compacta y estrecha gracias a detalles como los amortiguadores unidos a una pletina por su cara interna. Respecto al cambio, se acopló uno de siete relaciones, insistiendo así en un manejo preciso que iba acompasado a su dirección ligera, beneficiada por el escaso peso presentado por un freno delantero realmente escueto. Llegados a este punto, la nueva apuesta de OSSA para el Trial levantó tanta expectación que antes de empezar su comercialización ya se habían registrado miles de pedidos por parte de los distribuidores.
Esta motocicleta destacaba, entre otras cosas, por su chasis desmontable a fin de procurar un mejor acceso al motor
Y vaya, la verdad es que en la marca se tomaron muy en serio aquel lanzamiento, no reparando en gastos a la hora de financiar éxitos en competición con la TR-80 como protagonista. Es más, incluso contrataron a Toni Gorgot, quien respondió al fichaje haciéndose en aquel mismo 1980 con el Campeonato de España de Trial. Además, Albert Juvanteny logró el subcampeonato. En fin, un resurgir excelente con claros guiños a la época de la OSSA 250 Mick Andrews Replica. Y es que, a pesar de los evidentes juicios críticos sobre cualquier proceso histórico, marcas como OSSA demostraron no perder empuje y pasión incluso cuando encaraban ya sus instantes terminales.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.Menos mal que ya sabemos las razones de la desaparición, que no fracaso, del sector. Fue Franco el dictador.
Yo creía que Ossa, Butaco, Montesa, Derbi, Pegaso, Barreiros…. habían nacido precisamente en esa época y todos ellas desaparecieron con la democracia.
Pero la descripción histórica del articulista da a entender lo contrario..
Políticamente muy correcto, ….pero creo que hablábamos de motos…
Hablar de motos es también hablar de la industria que las fabricaba. Y, guste o no, muchas de las marcas creadas al amparo de las políticas proteccionistas no pudieron superar la apertura del mercado al compás de la integración de España en Europa. No estamos hablando de Franco ni de la democracia, siquiera se sugiere. Sólo estamos indicando una realidad comprobable en los libros de contabilidad; y es que aquellas marcas históricas no superaron la liberalización del mercado local.