Nada más abordar la historia de la Puch Cobra 6C conviene recordar una cuestión importante. Ni más ni menos que su propia existencia. Y es que, más allá de rumores provocados por la escasez del modelo en sí, lo cierto es que éste sí estuvo en el catálogo español de la marca a partir de 1979. Eso sí, debido a las particularidades desplegadas por el modelo entenderemos porqué éste se vendió tan poco. Y es que, para bien o para mal, estamos hablando de una máquina tan sumamente especial que parecía luchar contra toda lógica comercial.
Pero vayamos por partes. Para empezar, la aparición en Austria de los modelos Cobra a mediados de los años setenta supuso un verdadero revulsivo en el ámbito de los cincuenta centímetros cúbicos. Eso sí, la adopción de dicha cilindrada no debe hacernos pensar en un ciclomotor. No en vano, aquí Puch no estaba apostando por una montura popular y masiva para la juventud o el día a día en la ciudad. Lejos de ello, la familia Cobra era una apuesta decidida y consciente por la deportividad en las bajas cilindradas sin tener en cuenta ninguna de las limitaciones legales inherentes a los ciclomotores.
Así las cosas, las Cobra no iban limitadas a una velocidad punta de 40 kilómetros por hora. De esta manera, Puch lanzaba algo similar a lo que fabricantes italianos como Minarelli ya habían hecho en los años sesenta: producir monturas deportivas con baja cilindrada sin ningún sentido comercial, sólo por el gusto de ingresar de forma prometedora a la competición. Y vaya, lo cierto es que Puch lo consiguió al poner sus motores Cobra al frente de las parrillas de salida de la época en diversos campeonatos nacionales. Tanto de asfalto como de Off-Road.
Los motores de las Puch Cobra fueron muy apreciados por quienes en la Europa de finales de los años setenta se lanzaban a competir en las cilindradas más escuetas
Puch Cobra 6C, una máquina con matrícula
En relación a España, quizás la Puch Cobra más conocida sea la 75 derivada del prototipo presentado por Avello en el Salón de Barcelona de 1976. Ideada como una hermana mayor para el popular ciclomotor campero Minicross de 1972, ésta despegó automáticamente hacia todo tipo de carreras de iniciación en el panorama nacional. De hecho, incluso a día de hoy cuenta con una amplia legión de admiradores capaces de recordarla como la montura responsable de iniciarlos en el Motocross.
Ahora, su cilindrada ascendía hasta los 74 centímetros cúbicos situándose así en ese peligroso ámbito intermedio a caballo entre los ciclomotores y las motocicletas con octavo de litro. No obstante, tras diversos cambios legales a finales de los años setenta esta motocicleta podía ser llevada por jóvenes mayores de dieciséis años. Es decir, coincidía con el espectro de mercado juvenil Off-Road tan deseado por Avello.
Llegados a este punto, mientras en España las Cobra Off-Road montaban grupos térmicos con cilindros de 74 centímetros cúbicos forjados en Gijón, las mecánicas de 50 centímetros cúbicos montadas en las variantes de asfalto procedían de Austria. Un dato a tener en cuenta cuando seguimos el rastro de las Puch Cobra 6C. Tan escasas en España que, como hemos señalado anteriormente, algunos aficionados las conciben como un simple rumor, algo que nunca existió realmente.
Según indican las más de las fuentes, los motores de la Cobra 6C venían de Austria hasta Gijón para ser ensamblados en Avello junto al resto de la motocicleta
Ahora, ¿qué animó al lanzamiento por parte de Avello de un modelo tan concreto y particular? Bueno, en 1979 ésta importó algunas unidades de la Cobra 50 GTC. Concebida como una 50 centímetros cúbicos – de hecho superaba por poquísimo la cilindrada impuesta a los ciclomotores – no contaba con restricciones en la velocidad. Es decir, lejos de requerir una simple licencia estamos hablando de una montura que había de llevar placa y seguro cual si fuera una motocicleta con mucha más cilindrada. Tras esto, en Avello pensaron que en vez de importar más unidades de la Cobra 50 GTC lo mejor sería ensamblar ellos mismos una opción equiparable. De esta manera, trajeron desde Austria diversos motores de la Cobra 50 Off-Road capaces de asumir un cambio con hasta seis velocidades. Los montaron sobre bastidores de fabricación local y, listo, para el catálogo de 1980 ya estaba consolidada la oferta de la Puch Cobra 6C. Todo un capricho para quien, enfocado a un tipo de motocicleta muy determinada – la cual por cierto recuerda al planteamiento de las Derbi GS de los años sesenta – quisiera pagar por el placer de poseer una máquina tan reducida en su cilindrada como plena en su capacidad de transmitir nervio sobre el asfalto.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.Yo tuve una,la de llantas de palos, y tenía un nervio increíble.