Siempre resulta interesante analizar la forma y manera en la que el motociclismo permea en el subconsciente colectivo de un país. Algo que, más allá de casos particulares unidos a nostalgias individuales, viene a suceder mediante dos formas principalmente. La primera es la competición, destacando la memoria de pilotos exitosos, nombres replicados por la prensa e incluso alguna que otra colección de cromos. La segunda es lo masivo de una determinada montura. De esta manera, aún no sintiendo ninguna atracción por el motor a dos ruedas seguramente casi nadie deja de saber qué es una Vespa, mostrando por tanto hasta qué punto ha pasado a ser parte sustancial de la cultura popular. Pues bien, yendo a la España de los años sesenta podemos decir lo mismo de la Rieju P3A.
Y es que era una de las monturas de largo más popularizadas en su momento, quizás no tanto por el volumen de ventas como por ser recurrente en multitud de servicios públicos. Algunos tan señalados como Correos en sus repartos por núcleos rurales relativamente aislados. Pero vayamos por partes, pues además de su valor icónico en el mapa sentimental de la motocicleta en la Península Ibérica la Rieju P3A también fue testigo de una época revolucionaria para la marca.
Nacida en los cincuenta a partir de la experiencia acumulada en años anteriores con el montaje de ingenios mecánicos en bicicletas, Rieju creció poco a poco a pesar de pequeños grandes errores como el Isard. De esta manera, para 1958 ya contaba con el modelo Jaca y su octavo de litro de cilindrada. Con un precio alto, pero que al sacar una versión sin extras deportivos llegó a ser más competitiva para finalmente tener un excelente éxito comercial. No obstante, con la popularización del automóvil la motocicleta va en retroceso, por lo que Rieju comienza a refugiarse en la fabricación de modelos pertenecientes a las cilindradas más escuetas.
Robusta y fiable, esta montura entró en el imaginario colectivo gracias a ser ampliamente utilizada por servicios públicos como Correos y Telégrafos
Rieju Super Lujo P3A, muy dura por una razón de reglamento vial
Así las cosas, en 1964 Rieju vivió todo un impulso al lograr la licencia de fabricación italiana de motores Minarelli. De entre todos ellos, quizás el más exitoso fue el P3A. Y es que, al estar justo antes de la barrera de los cincuenta centímetros cúbicos, era perfecto para los llamados velomotores de la época. Sencillos, baratos y eficaces en el día a día como rezaba su publicidad “ no precisa carnet de conducir, sin matrícula, sin impuestos “ .
¿Qué más se podía pedir en un contexto donde el mercado de las motocicletas se polarizaba entre las más baratas para el día a día y la juventud y las más prestacionales enfocadas a un público que compra por capricho y no por necesidad?
De hecho, mientras seguía con la fabricación de algunos modelos derivados del Jaca con cilindradas más prestacionales, Rieju apostó por ser una marca con una amplia gama de ciclomotores sencillos y robustos. Estrategia que le salió bien, entre otras cosas, por un cambio de reglamento. Y es que la velocidad máxima a la que podían ir los ciclomotores se rebajó de 70 a 40 kilómetros por hora durante la década de los sesenta.
Curiosamente, hoy en día no es nada fácil encontrar unos de estos ciclomotores antaño tan populares. Es la paradoja de aquello que en su día fue popular y, por tanto, poco conservado
De esta manera, los motores de las Rieju P3A – que estaban preparados para la primera cifra- se vieron capados a una más baja. Es decir, de una forma legal los conductores tenían que ir, como quien dice, “ guardando “ la mecánica sin pretenderlo. Por ello las Rieju P3A cobraron fama de ser casi indestructibles, viéndose incluso hasta hace relativamente poco más de una circulando de forma destartalada pero briosa por las calles de no pocos pueblos. De hecho, a partir de 1971 se ofertó una variante campera de la misma.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS