1952 marca el inicio de un periodo con grandes cambios en la historia de Sanglas. Para empezar, Vicente Panicello se incorporó a la marca en calidad de gestor empresarial. De esta manera, los hermanos Sanglas pudieron enfocarse al diseño con mayor atención, delegando en el experimentado directivo todo lo relativo al día a día de la fábrica. Además, la alianza con los Estados Unidos en el marco de la Guerra Fría mejoró sustancialmente el acceso a materias primas como el aluminio, pudiendo dejar atrás aquellos tiempos en los que las primeras Sanglas fueron fabricadas a partir de cantimploras y vajillas de campaña desechadas por el ejército.
Con todo ello, y tras no pocos prototipos evolucionados desde finales de la década anterior, también en 1952 se logra presentar la 500 C. Primera medio litro en la historia de la casa catalana, con esta motocicleta comenzaba al fin una época de completo despegue en la producción de Sanglas. De hecho, en tan sólo unos años su fábrica había doblado el número de trabajadores para llegar así hasta los casi 200. Además, en ella se intentaban fabricar la mayor cantidad posible de elementos, salvaguardando – en la medida de lo posible – la independencia de la empresa respecto a la industria auxiliar.
De esta manera, junto a las cadenas de montaje se organizaban pulcramente hasta diez secciones perfectamente enfocadas en sus misiones particulares. Gracias a ello, a comiemzos de 1953 la gama pudo ampliarse con la 350 C, sustituida a mediados de diciembre de aquel mismo año por la 350/3. Una completa renovación de la saga con la cual Sanglas inició su andadura en 1945, acompañada por la primera actualización de la 500 debido a la presentación de la 500/2 también en diciembre. Dos nuevos modelos que, como principal característica, incorporaban al fin un sistema de amortiguación trasera. Capaz de dar un claro extra de confort aún sin poner en entredicho la estabilidad de la motocicleta o el simple gobierno de su eje trasero.
A comienzos de los cincuenta Sanglas empezó a diversificar su gama con la presentación de su primer modelo con medio litro
Sanglas 350/3, llega la suspensión trasera
Sin duda, exonerar a los hermanos Sanglas de la gestión empresarial redundó en desatar un gran potencial creativo en lo mecánico. De hecho, en este sentido la mejor prueba es todo lo que ocurrió en 1953. Renovando las sagas 350 y 500 sin esperar a que los modelos llegasen a cumplir un año completo en el mercado. Ahora, la renovación no fue tanto en el aspecto mecánico – donde la casa barcelonesa siempre fue especialmente continuista gracias a su esquema monocilíndrico de cuatro tiempos – sino en la parte ciclo.
Y es que en ella se encontraba todo lo relativo a la suspensión trasera, cuya historia arrancaba a finales de los años cuarenta gracias a a los talleres Faura. Especializados en reparaciones y preparaciones sobre unidades de Sanglas, estos habían desarrollado un sistema de amortiguación trasera que podía ser montado en sus instalaciones. Sorprendidos por el invento, los hermanos Sanglas ensayaron con él mientras perfeccionaban el bastidor de la futura 500 C. Sin embargo, aquel mecanismo ponía en entredicho la estabilidad del conjunto.
De esta manera, cuando en 1952 al fin se presentó la primera medio litro de Sanglas, ésta precindió de montar amortiguación trasera. Eso sí, en el eje delantero portaba la horquilla telescópica hidráulica exhibida desde los primeros tiempos de la marca, todo un avance en la España de la época, donde las suspensiones delanteras siguieron siendo – en su mayoría – de paralelogramo deformable hasta comienzos de los años cincuenta.
Tras no haber funcionado las pruebas con el sistema diseñado por Faura, en Sanglas optaron por sus propios amortiguadores hidráulicos
No obstante, como admiradores de BMW los hermanos Sanglas sabían que iban con retraso en relación a los amortiguadores traseros. Debido a ello, desecharon el diseño creado por Faura para rediseñar así el chasis de la 350 a fin de incorporar unos nuevos amortiguadores hidráulicos. De paso, se incorporó una nueva caja de herramientas, un silencioso renovado o unos guardabarros de forma más envolvente. Todo ello rematado con un depósito de combustible con nuevo diseño rematado en un color azul verdoso. Motivos suficientes para, aún sin haber tocado la mecánica con 16 CV alimentados por un carburador de 26 milímetros fabricado por la propia Sanglas, presentar la renovación bajo una nueva denominación comercial. Precisamente la 350/3. Quinta puesta al día de esta saga desde su lanzamiento en 1945.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS