1967 fue un año clave para OSSA. Para empezar, su mayor carga de trabajo desembocó en la inauguración de la la nueva fábrica situada en Hospitalet del Llobregat. Unas instalaciones modernas y mucho más desahogadas que los antiguos talleres ubicados en la barcelonesa calle Badal. Además, la idea de entrar en lo más alto de las carreras de velocidad se confirmó durante aquel mismo año gracias al fichaje de Santiago Herrero, con quien se venía probando desde la temporada anterior la 250 rotativa que, a la postre, desembocaría en la icónica monocasco con la que este mismo piloto falleciera en 1970.
Y bueno, en tercer lugar se encuentra la firma con Yankee Motors para la comercialización de OSSA en los Estados Unidos. Un contrato publicitado a bombo y platillo; no sólo bajo la promesa de lanzar nuevos modelos de gran cilindrada, sino también con las en torno a 8.000 unidades enviadas como primera partida. Así las cosas, en la casa catalana todo iba viento en popa confirmando los planes que el joven -y ambicioso- Eduard Giró había planteado para ella desde que, en 1964, fuera puesto al frente de la sección responsable de los prototipos.
Bajo este contexto, OSSA empezó a crecer en sus cilindradas a fin de presentar modelos más solventes en competición. Gracias a ello, mientras de cara a 1969 estrenaba motores con cuarto de litro para su nueva gama Off-Road, ya desde 1967 se estaban poniendo sobre el asfalto mecánicas experimentales con esa misma cilindrada a fin de entrar en el Mundial, lo cual fue bastante evidente con los primeros ensayos de la 250 oficial; en primer lugar refrigerada por aire y después por líquido, la cual acabaría siendo la famosa Monocasco. Asimismo, los monocilíndricos pensados para el Off-Road también se adaptaron a máquinas de velocidad. En suma, OSSA empezaba a ser llamativa para no pocos pilotos europeos. Algo que habría de notarse en Francia gracias al importador local.
Desde la llegada de Eduard Giró, OSSA empezó a tener una estupenda progresión en el mundo de la velocidad hasta la trágica muerte de Santiago Herrero en 1970
SPQ 255, bastidor francés con corazón de OSSA
Al igual que lo ocurrido en el mundo del Cross con las Metisse de los hermanos Rickman y Bultaco -donde los primeros ponían el cuadro mientras que la casa barcelonesa se encargaba de la mecánica-, los híbridos no eran nada extraño en el mundo de la competición. No en vano, los fabricantes de motores no siempre eran tan buenos con sus chasis como lo podían llegar a ser con sus grupos térmicos. Por ello, extirpar el monocilíndrico de una OSSA 250 de carreras para incorporarlo sobre un bastidor más estudiado no era nada descabellado.
Al menos así lo pensó el importador de OSSA en Francia Maurel Seurat, quien en 1970 echó a andar el proyecto de una motocicleta donde el motor mencionado se conjugase con un nuevo cuadro así como con un carenado en plástico lo más aerodinámico y ligero posible. Asimismo, también se añadió una nueva caja de cambios con cinco velocidades. Algo extraño para las OSSA del momento, pues mientras las de serie se conformaban con cuatro relaciones, la Monocasco de Santiago Herrero llegaba hasta las seis.
Por cierto, esto es importante ya que condiciona parte de su nomenclatura, saliendo el 255 de la mezcla de la cilindrada -250- con las cinco marchas mencionadas. Eso sí, tras el 255 se debía prestar atención al resto de la denominación pues llegaron a salir hasta dos versiones: la Criterium y la Sport Course. Presumiblemente, y según una lógica que bien podría estar equivocada -nos ha sido imposible encontrar fuentes primarias con la que salir de esta duda- diríamos que la primera sería la de carreras mientras que la destinada a la homologación para carretera podría ser la segunda.
Basada en un cuadro de artesanal, esta motocicleta ideada para los campeonatos de dos y medio era una opción sensacional para los piloto-cliente de la época
Sea como fuese, lo cierto es que ambas aparecieron en 1972. La Criterium con 35 CV y la Sport Course con 38 CV, llegando ésta a superar en 30 kilómetros por hora la velocidad punta de la anterior llegando así hasta los 200. Todo ello para, hoy en día, ser piezas de colección tan escasas como codiciadas. Y es que, al fin y al cabo, la SPQ 255 es una de las creaciones más originales de entre todas las que cuentan con motores firmados por OSSA.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS