La Suzuki TGA1, también conocida como Suzuki Gallina TGA1, cuyo nombre en español es muy poco agraciado, surgió como resultado de la retirada de competición de forma oficial por la marca japonesa. Es decir, cuando Suzuki informó que dejaría las pistas de carreras, el proyecto de la Gallina TGA1 dio comienzo. Fue una idea de Roberto Gallina, propietario del equipo Gallina HB Suzuki, el cual, tenía muchos éxitos en su haber y no tenían intención de que esos éxitos dejaran de llegar.
Corría el año 1983 y las cosas era muy diferentes a las actuales, por aquel entonces, una moto artesanal y sin apoyo de fábrica podía aspirar a ganar no solo carreras, también el mundial y eso, el señor Gallina lo sabía. Además, Roberto contaba con el suministro de motores XR45 de fábrica –el motor de cuatro cilindros con 500 centímetros cúbicos, cuatro cilindros, dos tiempos y alrededor de los 130 CV– y, además, también pudo contar con la participación de un tal Massimo Tamburini para el diseño del chasis.
Tamburini, como era habitual en él, diseñó un chasis que era la referencia de la categoría. Tenía un centro de gravedad muy bajo, permitía una aerodinámica de primer nivel y, por si fuera poco, incorporaba un peculiar sistema mecánico de asistencia para la dirección. Un gadget que incorporaba una correa ancha y varias levas alojadas en la pipa de dirección, cuyo tamaño era considerable para poder meter todo dentro. El objetivo era que la moto fuera más fácil de cambiar de dirección en las chicanes que se estaban poniendo de moda en todos los circuitos del mundo.

Curiosamente, aunque durante las primeras pruebas el sistema funcionó muy bien, finalmente fue retirado. Al parecer, las pruebas se hicieron con llantas de 18 pulgadas y la moto corría con llantas de 16 pulgadas, lo que provocó que los pilotos oficiales del equipo, Franco Uncini y Sergio Pellandini, pidieran que fuera retirado de sus motos por falta de confianza y por una elevada inseguridad.
Con respecto al chasis, estaba fabricado con aleación 7075, que no se puede soldar. Todos los elementos que daban forma a la estructura estaban pegados, atornillados y reforzados con planchas de fibra de carbono. Era un chasis cuya producción era muy compleja y provocó que solo se fabricara un ejemplar –chasis número TGA-0001– y siempre estuvo en desarrollo. Nunca ganó nada y el mejor resultado fue en 1986, cuando el piloto suizo Wolfgang von Muralt logró dos décimos puestos a lomos de la Gallina TGA1.
La moto todavía se conserva y está en una colección privada.
Javi Martín
Con 20 años no ponía ni una sola tilde y llegaba a cometer faltas como escribir 'hiba'. Algo digno de que me cortaran los dedos. Hoy, me gano un sueldo como redactor. ¡Las vueltas que da la vida! Si me vieran mis profesores del colegio o del instituto, la charla sería de órdago.COMENTARIOS