La Voxan 1000 Cafe Racer era una motocicleta cuya personalidad se desbordaba de cada tornillo, de cada junta, de cada pieza… Pocas motos podían presumir de una imagen tan especial y única, aunque eso, junto a su desconocido logo, impidieron que tuviera el éxito que, quizá, se merecía.
El diseño siempre ha sido una cuestión de gustos que, como si fuera un ombligo, cada uno tiene el suyo. Realmente, es algo muy subjetivo, que para colmo, provoca debates de lo más acalorados. También es motivo para fracasos monumentales y éxitos sin precedentes, aunque cambia como cambia la dirección del viento y todo lo que antes eran rechazado, ahora podría ser la clave para volverse de oro.
Y ahí estaba la Voxan 1000 Cafe Racer, en una encrucijada donde la personalidad de su diseño era tan bueno como malo para sus ventas. Presentaba una mezcla de estilos muy llamativa, con muchas curvas, una cúpula muy pequeña y un motor de dos cilindros que se posicionaba como el protagonista de toda la escena. El chasis es un elemento que no está a la vista, está oculto, como si fuera un secreto que solo deben conocer unos pocos.

Adelantamos que no, la Voxan 1000 Cafe Racer no tuvo éxito y se vendieron pocas unidades, pero claro, era una moto de una marca desconocida con un diseño, quizá, demasiado personal. Una lástima, porque siempre que no se buscara versatilidad y una vertiente práctica, la 1000 Cafe Racer era un modelo interesante y que, según la prensa, bastante divertido cuando aparecían curvas.
El dos cilindros que le daba vida, con 996 centímetros cúbicos, rendía 108 CV a 9.000 revoluciones y nada menos que 110 Nm de par a 6.500 revoluciones, fuerza más que de sobra para mover con cultura los 190 kilos que pesaba el conjunto. Una horquilla invertida Paioli con barras de 41 milímetros y un amortiguador WP atrás se hacían cargo de las ruedas, mientras que los frenos, de la famosa “serie oro” de Brembo, se encargan de parar la moto. Oculto a la vista, como hemos comentado antes, estaba el chasis, un conjunto de tubos de acero del que se colgaba el motor, el cual, parecía estar flotando en el centro de la moto.
La prensa tuvo buenas palabras para este modelo francés, aunque no faltaron algunas críticas. Por ejemplo, circular por el centro de la urbe era un verdadero incordio porque tenía un radio de giro muy, muy amplio, mientras que la posición de conducción podía cansar las muñecas si se colocaban las estriberas muy altas –eran regulables–. También se dijo que la relación final del cambio era muy larga y penalizaba en aceleración.
Por el contrario, cuando aparecían curvas amplias, la Voxan 1000 Cafe Racer se transformaba y parecía estar como en casa. Era estable, fácil y rápida, aunque los frenos requerían unas manos fuertes…
Javi Martín
Con 20 años no ponía ni una sola tilde y llegaba a cometer faltas como escribir 'hiba'. Algo digno de que me cortaran los dedos. Hoy, me gano un sueldo como redactor. ¡Las vueltas que da la vida! Si me vieran mis profesores del colegio o del instituto, la charla sería de órdago.COMENTARIOS