Yamaha Vity 125. Seguro que no te suena esta nombre, y en parte, podemos decir que estás disculpado. Apareció en uno de los peores momentos de los últimos tiempos, en el año 2008, y lo hizo justo como debía hacerlo: economía de uso, economía de adquisición, economía de mantenimiento… Una moto cuya mayor aspiración era ser barata, humilde, pero no por ello un mal producto.
En el año 2008 todo se puso patas arriba, una crisis galopante golpeó medio mundo y se provocó una enorme cantidad de cambios. De primeras, no fueron pocos, precisamente, los que establecieron una rutina de ahorro y de contención de gastos, y hablamos tanto de personas como de empresas; los recortes en inversión, personal, publicidad y toda clase de cosas relativamente prescindibles, fueron las primeras en verse afectadas.
Así, como cabe esperar, la compra de vehículos, de cualquier vehículo, se detuvo en seco, o casi. La gente buscaba el ahorro hasta en el céntimo y las marcas tuvieron que buscar la forma de ofrecer algo que fuera eso, un vehículo que representara un ahorro “al céntimo”. Tal y como hizo Yamaha, que parecía haber leído el futuro y tener información que los demás no tenían, pues justo cuando todo empezaba a ponerse feo, Yamaha lanzó un scooter muy, muy económico: el Vity 125.

Tampoco hacía falta una bola de cristal, todo sea dicho, las noticias ya adelantaban desde hacía tiempo un colapso general y solo aquellos que estuvieron despiertos salieron bien parados. El Yamaha Cygnus había sido, durante años, el representante de los diapasones en el segmento económico, un scooter que se hizo mítico con el tiempo y que, en el fondo, sería barato, pero también resultó ser una moto de lo más interesante. Sin embargo, había que exprimir todavía más y rebajar un poco más los precios.
El Yamaha Vity 125 era nada menos que 550 euros más barato que el Cygnus, y eso ya era un precio más que bajo, pues se quedaba por debajo de los 2.000 euros. Claro, por ese precio no podías esperar prestaciones de scooter GT, sino de scooter ciudadano. Y es ahí donde apuntaba el Vity, solo con ver su tamaño te hacías una idea. Era un modelo bastante pequeño, con llantas de 10 pulgadas y freno trasero de tambor. Además, su diseño mantenía cierto aspecto clásico que, todo sea dicho, no estaba falto de encanto.
Aspecto, todo sea dicho, que cuadraba perfectamente con la configuración de la moto. La Yamaha Vity 125 tenía un chasis de tubos de acero, con suspensiones muy sencillas. Medía 1.860 milímetros de largo y la distancia entre los ejes era de 1.250 milímetros, dos datos que dejan claro lo pequeño que era el Yamaha Vity. De hecho, pesaba poco más de 100 kilos y su depósito de combustible tenía 5,5 litros. No obstante, el motor, de un solo cilindro, refrigerado por aire y con un pistón de carrera larga –51,5 milímetros de diámetro por 50 milímetros de carrera–, tenía inyección y arranque eléctrico. Rendía 6,4 kW a 7.500 revoluciones, cerca de 9 CV, junto a 9,2 Nm de par.
No era rápido, pero tampoco lo pretendía. Su objetivo era ser barato y lo fue, y eso también fue el motivo por el que el hoy apenas se le recuerda. Porque no fue un modelo rompedor, ni tampoco fue un éxito de ventas como el Cygnus.
Javi Martín
Con 20 años no ponía ni una sola tilde y llegaba a cometer faltas como escribir 'hiba'. Algo digno de que me cortaran los dedos. Hoy, me gano un sueldo como redactor. ¡Las vueltas que da la vida! Si me vieran mis profesores del colegio o del instituto, la charla sería de órdago.COMENTARIOS