La Yamaha X-MAX 400 se renovó de forma importante en el año 2017 y pasó, en ese momento, a ser algo así como una T-MAX más pequeña, con las mismas ambiciones, el mismo talante deportivo y la misma calidad general, tanto en acabados como en comportamiento dinámico y prestaciones. La diferencia radicaba, obviamente, en que el X-MAX 400 era más lento, más barato y su diseño se distinguía claramente del su hermano mayor, aunque esto no era precisamente un problema, ni mucho menos.
Yamaha, pasito a pasito y sin casi nadie se dé cuenta, ha logrado establecerse como una de las referencias del sector de las dos ruedas haga lo que haga. ¿Una trail? No hay problema, ahí está la Tènèrè. ¿Una deportiva? Toma una R9 y luego nos cuentas. ¿Un scooter? Faltaría más, y no uno, te dejo un par de ellos: X-MAX y T-MAX… Yamaha se acerca tanto a Honda, que la mítica suavidad y finura de la firma del Ala dorada empieza a ser un detalle compartido con su eterna rival. Y eso, al contrario de lo que podríamos pensar, solo sirve para que los usuarios tengan mejores productos.
Donde Yamaha ha marcado la pauta por encima de Honda es, sin lugar a dudas, entre los scooter, solo BMW, Kymco y alguna más parecen seguir el ritmo de los diapasones –nunca mejor dicho–. Mientras algunas marcas dejan de innovar y de mejorar todo lo mejorable en los scooter, Yamaha sigue con sus modelos demostrando que una de estas motos puede ser más que interesante con “cuatro cosas” bien hechas, como ha demostrado durante más de 20 años con el T-MAX, pero también con los X-MAX. Y el mejor ejemplo es el X-MAX 400 que se lanzó en 2017, posiblemente, uno de los mejores modelos de su categoría y uno de los scooter más equilibrados que se han puesto a la venta.

El truco está, obviamente, en no dejar las cosas al azar, aunque eso conlleve tener que vender el modelo a un precio más elevado y resulte más caro que la competencia. Por lo general, cuando los usuarios tienen cierta cultura, no tienen problemas en pagar un extra si realmente el producto lo merece. Y si hacemos caso a lo que decía la prensa en aquel 2017 –que ya está bastante lejano, por cierto, han pasado ya ocho años… –, el Yamaha X-MAX 400 se podía considerar como el ejemplo a seguir por prestaciones, suavidad de funcionamiento
De primeras, el motor, un monocilíndrico de 395 centímetros cúbicos, rendía 33 CV a 7.000 revoluciones y 36 Nm a 6.000 revoluciones, lo que supone unas buenas cifras de rendimiento. Por otro lado, se revisó el chasis –rigidez, flexibilidad, anclajes de motor– y se aligeró en tres kilos, se cambió la horquilla convencional por una de nuevo diseño y se montó un nuevo ABS. Se mantuvo sin cambios el tamaño de las llantas, con 15 pulgadas delante y 13 detrás –esta última es claramente mejorable, pero se perdería capacidad bajo el asiento–. Incluso se montó de serie un control de tracción desconectable, llave inteligente, pantalla regulable en altura y una rareza: un manillar ajustable en altura.
¿Comportamiento? Pues como cabe esperar de una moto de este tipo: agilidad, facilidad de conducción, confort… Y pequeñas pérdidas de confianza en curvones muy rápidos o cuando se exprimía a fondo el motor; nada nuevo en un scooter.
Javi Martín
Con 20 años no ponía ni una sola tilde y llegaba a cometer faltas como escribir 'hiba'. Algo digno de que me cortaran los dedos. Hoy, me gano un sueldo como redactor. ¡Las vueltas que da la vida! Si me vieran mis profesores del colegio o del instituto, la charla sería de órdago.COMENTARIOS