Nadie pondrá en duda nunca, que la Yamaha R1 marcó un antes y un después. Su presentación, allá por finales de los años 90, supuso una revolución, o casi, tanto por prestaciones como por diseño. Desde ese momento, esta montura japonesa se convirtió en el rival a batir y en el espejo que acabaron por usar para mirarse todos los fabricantes. Ni siquiera Honda se quedó impasible, y muchos menos, después de que Suzuki también entrara al trapo con la GSX-R 1000.
Fue una época divertida y emocionante, seguro que muchos los recordaréis con cariño, sobre todo lo que se dejaron tentar y se llevaron una de ellas al garaje, ¿verdad? Lo mejor de todo es que la pelea continuo durante décadas, pues en pleno Siglo XXI, la Yamaha YZF-R1 mantiene su presencia y su presión sobre los rivales, aunque en esta ocasión, hay más y todos tremendamente bien preparados.
Sin embargo, durante muchos años, aunque evolucionó y sufrió cambios, se podría decir que la Yamaha R1 fue básicamente igual, incluso en cuanto a diseño. Y no es que fuera un problema, ni mucho menos, pero los rivales –Honda con la CBR 1000 RR, por ejemplo–, empezaron a poner las cosas todavía más complicadas. El mayor cambio que sufrió la R1 fue al final de la primera década de los 2010, concretamente en 2009, cuando se puso en circulación la Yamaha R1 menos R1 que te puedas imaginar.
Aquel año apareció la que todos conocemos como “crossplane”, la Yamaha R1 con cigüeñal plano inspirado en los desarrollos que la firma japonesa había experimentado con la M1, la MotoGP. Un cigüeñal encerrado en un motor de cuatro cilindros, 998 centímetros cúbicos, culata de 16 válvulas y nada menos que 182 CV a 12.500 revoluciones y 115,5 Nm de par a 10.000 revoluciones. En aquel momento, era una bestia, que además, sonaba como tal –hubo quien comparó el sonido del motor con un buen V8 de alto cubicaje–.
Esa Yamaha YZF-R1, además, se presentó con un diseño rompedor, al menos comparado con lo que había mostrado hasta el momento. Se veía agresiva, “gorda”, se veía bestia, muy bestia, aunque también llegaba algo domada por la presencia de una gran cantidad de electrónica –admisión con control electrónico, acelerador con control electrónico, tres modos de conducción… –.
Todo era nuevo en la Yamaha R1 “crossplane”, incluso el chasis, el famoso Deltabox, que se diseñó desde una hoja en blanco y, aunque era un tradicional doble viga fabricado con aluminio, sus dimensiones y la aleación empleada eran totalmente distintos.
Con esta generación, además de su diseño, también se produjo otro cambio importante: aguantó en producción, casi sin cambios, hasta 2014. Hasta el momento, las renovaciones se sucedieron de forma casi enfermiza, en una pelea comercial que muy difícilmente volveremos a ver.
Javi Martín
Con 20 años no ponía ni una sola tilde y llegaba a cometer faltas como escribir 'hiba'. Algo digno de que me cortaran los dedos. Hoy, me gano un sueldo como redactor. ¡Las vueltas que da la vida! Si me vieran mis profesores del colegio o del instituto, la charla sería de órdago.COMENTARIOS