La Yamaha R7, la conocida OW02, es una de esas motos que no dejan indiferente a nadie. Para muchos, es la “homologation special” más bella que se ha fabricado, para otros, un despropósito al pretender que una “siete y medio” de 106 CV fuera una veloz máquina de competición. La verdad es que dio mucho tema de conversación y también algo de guerra en Superbikes, aunque nunca logró reinar, ni siquiera con Noriyuki Haga a los mandos.
Haga fue, sin lugar a dudas, uno de los mejores pilotos del Mundial de Superbikes, pero nunca llegó a coronarse como campeón. Si lo fue de las 8 horas de Suzuka y del campeonato japonés de Superbike, pero nunca del mundial a pesar de ser rápido y de lograr diferentes victorias que valieron varios subcampeonatos.
Fue Haga quien hizo que la R7 batallara en los circuitos de Superbike aunque, como él, se quedó sin título. Sin embargo, su enorme exclusividad y su diseño, así como su denominación comercial –que también hace lo suyo a la hora de vender–, que era Yamaha YZF-R7, hicieron que pronto se convirtiera en un objeto de deseo. De hecho, solo las Honda RC30 y RC45 levantan tanta expectación cuando los aficionados se cruzan con una unidad.
Solo su potencia, 106 CV, fue criticada por muchos aficionados que no deberían saber que la moto salía capada a las calles. Yamaha, seguramente por ahorro de costes, decidió poner la moto en producción con la limitación de potencia que reinaba en aquel entonces en Alemania. Es decir, se envió a todos los mercados con “solo 106 CV”.
El caso es que se ofrecía para competición un kit, que elevaba esa potencia hasta unos 160 CV –, Haga contaba con alrededor de 172 CV para 162 kg… –. Y eso, a finales de los 90, era mucho caballaje para un motor de 750 centímetros cúbicos, pero ese kit era tremendamente caro. De entrada, se hacía una reprogramación de la ECU para activar la segunda fila de inyectores, desconectada por temas de homologación para vías públicas, a lo que se añadía una nueva bomba de combustible y una nueva línea de escape entre otras cosas.
Aunque Haga lo intentó, nunca logró ganar un mundial con la R7, no obstante, el señor Alan Cathcart, quizá uno de los tipos más afortunados del mundo, pudo ponerse a los mandos de uno de los ejemplares de competición. Y de entrada, ya comentó, por ejemplo, que la moto no se parecía en nada a una cuatro cilindros de 750 centímetros cúbicos, era algo así como una 600 con esteroides.
Siguiendo con las palabras de Cathcart, la Yamaha R7 OW02 se conducía como una 250 de GP, o incluso como una 500 V2, con una notable facilidad para cambiar de dirección. Te hacía sentir cómodo y confiado, con un motor que respondía extremadamente rápido y que podía llegar casi a las 15.000 revoluciones, con una entrega de potencia “casi demasiado buena para una Superbike”.
¿Por qué no ganó mundiales? Pues estamos hablando de una moto que vivió la era de los bicilíndricos en Superbike, con Ducati dominando con mano de hierro y luego con Honda, que supo “copiar” a los italianos con las VTR SP. Esto, por supuesto, entre otras cosas.
Javi Martín
Con 20 años no ponía ni una sola tilde y llegaba a cometer faltas como escribir 'hiba'. Algo digno de que me cortaran los dedos. Hoy, me gano un sueldo como redactor. ¡Las vueltas que da la vida! Si me vieran mis profesores del colegio o del instituto, la charla sería de órdago.COMENTARIOS