La hibridación de los vehículos, la técnica de combinar un motor de combustión con uno eléctrico, apareció hace más de 20 años en el sector del automóvil, cuando Toyota puso en circulación la primera generación del Prius allá por 1997. Fue una tecnología que tardó en extenderse, pues curiosamente, pocos confiaban en que fuera un desarrollo que pudiera tener mucho futuro. Y, sin embargo, actualmente es la base de todos los fabricantes de automóviles para reducir las emisiones mientras se avanza en el desarrollo de una tecnología eléctrica que permita reemplazar con garantías al motor de combustión. De hecho, hay marcas que solo ofrecen vehículos electrificados en mayor o menos medida, como es el caso, por ejemplo, de Lexus, firma japonesa que lo apostó todo por la hibridación y fueron de los primeros en retirar los motores diésel del catálogo.
Empezó como una opción para reducir consumos y emisiones, pero la evolución ha llevado a usar la tecnología para mejorar las prestaciones. Es cierto que se trata de una mejora temporal, hasta que se agote la batería –hecho que suele recibir bastantes críticas–, pero como reductor de emisiones, sobre todo en circulación por ciudad, es especialmente eficaz. Por eso, aunque se ha tardado bastante, ha sido una tecnología que se ha aplicado a las motos que, a priori, estaban destinadas a pasta el mayor tiempo de su vida útil en el centro de las grandes ciudades, es decir, scooter y motos “de tres ruedas” –triciclos como el Piaggio MP3 Hybrid–.
La tecnología no había prosperado más allá hasta ahora que Kawasaki ha demostrado un interés por la innovación, que parece estar por encima de la media y ha desarrollado una motocicleta que podría suponer un antes y un después y decimos, claramente, “podría”, pues la moto tiene otra forma de evolucionar y ahí está, por ejemplo, la Kawasaki H2R y su motor sobrealimentado, que no ha encontrado rivales y seguramente, tampoco aparecen nunca, al igual que Honda se ha quedado sola con su transmisión automática de doble embrague.
Kawasaki ha experimentado con diferentes opciones: motores eléctricos, hidrógeno e hibridación. Ya presentó diferentes proyectos de cada opción, pro la que ha acaparado bastante interés ha sido la híbrida, la Kawasaki Ninja 7 Hybrid, la primera motocicleta de producción con un grupo motor strong hybrid –así lo denomina la marca–. Un grupo motriz del que, por el momento, tenemos pocos datos, pero ha dado mucho tema de conversación, como cabría esperar.
Lo que se sabe, a falta de más detalles, es que se basa en un motor de dos cilindros paralelos con 451 centímetros cúbicos que, según la marca, es totalmente nuevo –y se dice que podría dar vida a la Eliminator 500–. No hay información sobre dimensiones, materiales –es esperable el empleo de aluminio– o peso, pero la marca ha comunicado que rinde 43,5 kW –unos 60 CV–, que ascienden hasta los 51,1 kW –70 CV– con la asistencia del motor eléctrico, mientras que el par, gracias a la presencia del mencionado motor eléctrico, asciende hasta 60 Nm a 2.800 revoluciones, una cifra muy similar a la que genera la Ninja 650 a 6.700 revoluciones.
El motor eléctrico, colocado detrás de la bancada de cilindros, está refrigerado por líquido y entrega 9 kW –casi 13 CV– y se alimenta de la energía almacenada en una batería de iones de litio y 48 voltios. Se dice que gracias a este motorcillo eléctrico, acelera como una ZX-10R, tiene un rendimiento similar a motos de 650 centímetros cúbicos y consume como una moto con 250 centímetros cúbicos de motor –entre 3,2 y cuatro litros cada 100 kilómetros–.
Todos los vehículos con grupo motor híbrido, todos, tienen diferentes programas de funcionamiento seleccionables desde un mando colocado a tal efecto y la Kawa Ninja 7 Hybrid no es diferente. Se podrá escoger entre tres programas: Sport-Hybrid, ECO-Hybrid y Pure EV. Poca explicación necesitan, tan solo destacar que en Sport-Hybrid el cambio siempre funciona en modo manual. Sí, la Ninja 7 Hybrid tiene una caja de cambios de funcionamiento automático, pues resulta ser la mejor forma de gestionar el funcionamiento de un grupo motriz compuesto por dos motores tan dispares. También merece la pena mencionar que contará con sistema start-stop, es decir, que el motor de combustión se detendrá cuando realicemos cualquier parada prolongada, para arrancar después cuando sea necesario. No es un sistema que guste a todo el mundo. El modo Sport-Hybrid también contará con función e-Boost, que aumenta ligeramente la entrega de par durante 15 segundos.
El cambio automático de la Ninja híbrida se controla mediante unos mandos situados en la piña izquierda. Para subir una marcha, se acciona un interruptor en la parte frontal, mientras que para bajar, hay un interruptor situado bajo el botón del pito.
Con respecto al chasis, no hay muchas novedades. Se trata de una estructura muy similar a la usada por las Ninja 400, pero como cabría esperar, se ha diseñado con la particular configuración de la Ninja 7 Hybrid en mente. La presencia de la batería y su protección en caso de impacto es un apartado importante que no se puede dejar al azar. Esa batería también provoca que no sea una moto muy ligera, con 227 kilos en orden de marcha –la batería, según datos de la Kawasaki, pesa 13 kilos–.
El desarrollo de un grupo motor híbrido y adaptar su funcionamiento a una motocicleta, que nada tiene que ver con un coche, ha supuesto, necesariamente, una inversión elevada. Eso, a su vez, ha obligado a contener el coste en otros apartados para que, cuando se ponga en circulación, el precio de la Ninja 7 Hybrid sea competitivo. Así, pues, la suspensión delantera y los frenos delanteros, proceden directamente de la Ninja 650, mientras que todo lo concerniente al eje trasero es muy similar al de la Ninja 400. Las dimensiones de la moto son 2.145 milímetros de largo, 750 milímetros de ancho, 1.135 milímetros de alto y 1.535 milímetros de batalla. Es más larga, más ancha y también más pesada que una Ninja 650.
¿Cuánto costará esta “innovadora” moto híbrida? Pues seguramente que no tenga el precio de una Ninja 400 –algo más de 7.300 euros–. Los rumores apuntan a una tarifa que debería rondar los 12.000 euros.
Javi Martín
Con 20 años no ponía ni una sola tilde y llegaba a cometer faltas como escribir 'hiba'. Algo digno de que me cortaran los dedos. Hoy, me gano un sueldo como redactor. ¡Las vueltas que da la vida! Si me vieran mis profesores del colegio o del instituto, la charla sería de órdago.COMENTARIOS