La semana pasada Expansión desveló los planes de Acciona para meterse en el negocio del motosharing en Madrid, con la intención de meter otros 1.000 scooters eléctricos para alquilarlos por minutos. En la capital hay funcionando casi 3.000 unidades desde junio, sumando todas las motos de Muving, eCooltra, IoScoot, Movo y la recién llegada Coup. Esto implicará que en Madrid habría más de 4.000 motos de alquiler en un plazo relativamente corto.
Para el consumidor parece que es algo bueno, más libertad para elegir, más competencia entre operadores, más facilidad para conseguir una moto cerca del punto de origen (aunque sea teniendo seis aplicaciones instaladas), etc. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce. Todas esas motos ocupan espacio cuando no están en movimiento, y en el caso de Barcelona, eso está empezando a ser un problema.
Cuando un madrileño se pasea por Barcelona le tiene que llamar la atención sí o sí la cantidad de motos que están pululando por ahí. Con menos espacio disponible por limitaciones geográficas, en Barcelona hay más de 2.000 motos en alquiler de los operadores eCooltra, Ioscoot, Muving, Yugo y Scoot. Barcelona se plantea, según informa el Periódico, establecer un modelo de licencias para este tipo de negocios -y de otros tipos de vehículos- o modificar la ordenanza municipal que los regula.
Precedentes: Amsterdam ha llegado a prohibir estos servicios, mientras que Manchester impuso un modelo de licencias
Poco a poco va cambiando el modelo de movilidad en la misma línea que avanzan los hábitos de consumo: cada vez está más de moda el disfrutar lo que uno no posee, que en el fondo es más racional que el modelo consumista de que cada motorista tenga su propia moto. Mientras se hace esa transición, se pueden producir algunos problemas puntuales de convivencia, como es el uso del espacio público por parte de empresas privadas para hacer su negocio.
Como externalidad positiva para los amantes de las motos, que haya más personas interesadas en las dos ruedas como forma de movilidad abre el camino a que se acaben interesando por modelos más interesantes. No sería malo incluso que se pasasen a motos a gasolina de mayor cilindrada, un turismo sigue ocupando aproximadamente el mismo espacio en la carretera que cuatro motocicletas, y para llevar a una o dos personas, es claramente un medio de transporte más racional.
La economía digital y los nuevos servicios ya han demostrado en varios frentes que si no se regulan en el momento adecuado, pueden imponerse por la fuerza de los hechos. Amazon arrasa en el sector de la logística, AirBnb ha puesto patas arriba el mercado hotelero y de alquiler, Google Maps ha relegado los mapas de carretera a la edad del papiro, Uber y Cabify son la principal amenaza para el “monopolio” del taxi, etc. Puede acabar pasando lo mismo con el motosharing, que haya una saturación de oferta de motos eléctricas y alguna empresa las acabe pasando canutas para que le salgan las cuentas.
Tengamos en cuenta que adquirir de golpe y porrazo 1.000 scooters no es precisamente barato, estimando un coste por unidad -pongamos- de 5.000 euros, nos vamos a 5 millones de euros. Luego hay que añadir su mantenimiento, los empleados que han de cargarlas o moverlas de sitio, la infraestructura técnica, atención al cliente… Los precios rondan de media los 20 céntimos por minuto, las motos deben tener bastante rotación de clientes para que salgan los números. Si encima hay un maremagnum de competición, se impondrá el dogma capitalista de que prevalecerán las empresas más fuertes.
Javier Costas
Me gustan los coches desde que tengo uso de razón (o antes), las motos siempre me han inspirado mucho respeto, y sin saber cómo, ya me han enganchado.COMENTARIOS