Kawasaki lo volvió a hacer. Cuando pensábamos que la Z900 ya no podía tocarse más, llega la versión definitiva y que nos rompe los esquemas. La Kawasaki Z900 SE sigue siendo una naked bruta, de esas que rugen como si tuvieran mala leche desde que le das al contacto, pero ahora también lleva chaquetita de cuero bien planchada, zapatos italianos y una colonia de esas que huelen a pasta. Dicho de otra manera, han intentado domar a la bestia, pero no lo suficiente.
Ha llegado como si fuese una vieja conocida que vuelve transformada, como si el patito feo fuese ese cisne que todos quieren ser. Mucho más centrada y divina, pero con el mismo fuego en la mirada. A simple vista sigue siendo una Z: agresiva, compacta… pero cuando te acercas ves los detalles que marcan la diferencia, como es la suspensión, los frenos o la parte ciclo que ha pasado por el gym un tiempo.
Bajo ese barniz más refinado sigue latiendo un corazón de 958 cc que empuja como si fuese un animal en celo. No se han propuesto que sea una moto blandita, ni una café racer de postureo. Esto sigue siendo una naked con el alma de un hooligan, preparada para dar guerra en cada curva, pero con el aplomo suficiente para tener el control.
Sigue siendo una mala bestia, pero ahora va al sastre
Con su silueta afilada intacta y con la musculatura suficiente que ha sido la seña de identidad de la saga, la ves de lejos y dices es una Kawa. Ahora viene con un traje a medida que le sienta como un guante, con el nuevo color Metallic Spark Black, con algunos detalles en dorado y verdes, que parece que el mismísimo Bruce Lee se hubiese puesto un Rolex. El basculante negro y los acabados le dan ese punto premium que todos querían tener.

El faro mantiene su mirada amenazante y eso se debe a su iluminación Full LED. Las líneas angulosas del depósito y los paneles laterales no han perdido ni un gramo de agresividad. Hay una sensación que parece que pertenece al conjunto, a la armonía que deseaban todos, como si el propio diseñador se hubiese dejado sus hábitos y haya refinado el gusto. Es una Z, sí, pero más pulida.
El asiento puede parecer el mismo, pero ahora viene con un nuevo tapizado y un mullido que no te destroza el trasero tras más de 100 km de ruta. No es un sofá, no esperes milagros, pero al menos ya no parece que estés sentado en una piedra caliente, que es un gran paso.
El mismo demonio, pero tras una sesión de Spa
El propulsor de 4 cilindros en línea de 948 cc sigue intacto. Es una de las joyas de la ingeniería nipona que todos quieren tener, línea cuando quieres y rabioso cuando lo necesitas. Son 125 CV de pura dinamita con suavidad, pero que te lanzan como si llevaras un cohete bajo el culo.
Lo que han hecho es afinar la gestión electrónica. La repuesta del acelerador es más precisa y a la carta. Puedes ir en modo gentleman por la ciudad y en carretera secundaria ser ese niño macarra. Puedes escoger el personaje, sin muchos tirones ni aspavientos, con el empuje necesario, limpio y contundente.

El escape ha recibido mimos. Sigue siendo ronco, con ese rugido tan peculiar de las Z, pero sin ofender ni molestar a los vecinos. No es escandalosa, pero si lo suficiente para que se te erice el vello al acelerar fuerte. Una sinfonía que pone los pelos de punta y que te arranca una sonrisa idiota bajo el casco.
De gato doméstico a gato montés
La parte ciclo ha recibido una inyección con suspensiones que no son simplemente aceptables para lo que es. Monta una horquilla invertida ajustable y un monoamortiguador trasero Öhlins S46, que transforma el comportamiento dinámico de la moto. La moto ya no rebota como una cabra loca al salir de las curvas.
La moto transmite una sensación de aplomo brutal con la confianza necesaria. Puedes tirarte a fondo en una curva que antes te daba respeto y notar como las suspensiones se lo tragan todo sin rechistar. El tren delantero tiene una precisión quirúrgica y el trasero tiene la compostura aunque el asfalto esté roto.
Los frenos también mejoran su nivel con pinzas Brembo M4.32 de anclaje radial y latiguillos metálicos. La frenada está a la altura del motor, con un mordiente inicial que es potente pero dosificable, y si le aprietas, te paras en seco. La SE no solo corre, también se para como debe.
Ahora viene con una pantalla TFT a color, con distintos modos de conducción, control de tracción y el embrague asistido antirrebote como menú principal. Al mismo tiempo viene con iluminación full LED.
La Z más completa de todas
La Kawasaki Z900 SE 2025 es la versión más redonda de una moto que ya era una referencia en su segmento. No es una revolución, sino de una evolución con cabeza, han afinado lo que hacía falta sin perder la esencia que ha hecho grande a esta naked.
Si buscas una Z900 para ir al límite en cada curva, sin comprometer con preparaciones ni historias, la SE es tu moto. Es como si Kawasaki te vendiera el pack ideal. Es una moto que sabe comportarse cuando toca, pero que no ha olvidado de dónde viene. Una bestia nipona con buenos modales, pero capaz de darte el viaje de tu vida cada vez que abres gas.
Alejandro Delgado
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