Hay un virus que ha pasado de las 4 a las 2 ruedas y es el de la motos SUV, que también se conoce como Trail. Hace años, conducir o pilotar era algo emocional, con modelos bajos, duros y ruidosos, que tenían vibraciones y una gran actitud. En el mundo del motor, los SUV llegaron como una plaga elegante: con coches grandes, cómodos y mucha tecnología en forma de pantalla que se comieron al resto.
Ahora ya no vemos motos simples, vemos motos corpulentas y si no lo son, las convertimos, con baúles, pantallas TFT y modos de conducción que vienen con la falsa modestia de hacerlo todo más fácil cuando se pierde la esencia de la moto. Las trail gordas y las crossover son los nuevos SUV del mercado, con picos de pato, defensas de acero y maletas de aluminio.
La SUVización de la moto
Las motos aventureras clásicas no han dejado a nadie indiferente, siendo las apuestas seguras del mercado como la Honda Africa Twin, la BMW GS o la Yamaha Tenere. Son motos hechas para perderte y no volver hasta que la gasolina se agote. Con el tiempo se desvirtuó el concepto, donde el barro fue postureo y el espíritu aventurero está en otro plano.
Ahora estas motos son para fardar con los colegas, con sus mil accesorios que solo sabes utilizar uno. Con ayudas a la conducción que parecen que sean hechas para snobs, con suspensión electrónica, control de tracción, calor en los puños…que te hacen preguntar si saben hacer lo más básico, que es configurar una precarga.
 
Las trail se han convertido en motos de postureo, de cuatro fotos en redes sociales. Eso se nota en número de ventas, donde la Suzuki GS, la Ducati Multistrada u otras marcas, que han conseguido diseñar motos capaces de subir la montaña más alta del mundo sin salir del parking del concesionario.
La moda del crossover
El sector se ha dado cuenta de que el motero no busca velocidad ni rebeldía, busca comodidad y ese aire aventurero que justifique gastarse 20.000 euros con una moto que parece que es un Tesla. Son motos rápidas, cómodas y prácticas, pero sobre todo, impersonales. No tienen el carácter bruto de una deportiva ni la rudeza la trail más pura.
Es algo lógico, el mercado le interesa la impersonalidad, pero son básicamente funcionales, capaces de frenar, correr y lo justo para sacar el lado salvaje, pero haciéndolo más digerible. Pero se olvidan de que hay algo que era más importante, que muchas veces nos comprábamos motos por el rugido o lo que transmitía la moto.
Las nuevas generaciones no quieren ensuciarse ni oler a aceite, quieren pantallas grandes, control de crucero y mil accesorios más. El problema es la actitud. Hay gente que pocas veces se quieren manchar las manos, y ese es el problema, que es cuando nos olvidamos de la esencia más pura del motociclismo.
 
Un futuro un tanto oscuro
Cada moto tiene su propia interpretación del SUV de la moto, y hasta firmas como Harley se han unido a la fiesta con la Pan America y lo peor es que se venden y mucho. Ese es el principal problema, que nos olvidamos de lo que significaba el mundo de la moto, con modelos ágiles, salvajes y directos.
Por suerte, hay gente que sigue con personalidad suficiente para escoger una naked pura, una deportiva con pocas ayudas o una café racer para bajar e ir al fisio. El SUV de dos ruedas es el reflejo de la época, queremos ser duros sin mancharnos, libertad, pero con garantía y eso no es lo que significa ser motero.


 
  
 



 
                    



Alejandro Delgado
COMENTARIOS