Cuando en 1983 irrumpía en el mercado la Honda MBX 75 Hurricane, la mayoría de los jóvenes del lugar quedaban prendados con aquella pequeña deportiva con la que intentar emular al excelso Freddie Spencer y su NS 500 de GP. El problema eran las casi 250.000 de las antiguas pesetas que había que desembolsar para tal proeza, teniendo en cuenta que una Derbi Europa de 75 cc costaba justo la mitad y una Bultaco Streaker un 25 % menos.
También es cierto que la MBX era muy superior en todo y con un motor inalcanzable para la competencia en todos los aspectos. Aún con su alta tarifa, se instauró en el mercado como una súper ventas que hacía las delicias de los adolescentes coetáneos que suspiraban por sus encantos. Los ingredientes para conseguir encandilar de tal modo eran sencillos pero efectivos en esta motocicleta de iniciación.
Con un motor monocilíndrico refrigerado por agua de dos tiempos de apenas 75 cc, provisto de encendido electrónico y caja de cambios de seis relaciones, era capaz de conseguir rendir una potencia de 12 CV a 9.000 RPM. La alimentación de este estaba a cargo de un carburador Mikuni de 18 mm con admisión por láminas y que ya usaba el sistema de engrase separado, con un pequeño depósito para el aceite debajo del sillón.
La Honda MBX representaba las mejores esencias de Japón metidas en un frasco de pequeño tamaño. Con componentes de primer nivel estaba a la altura de lo que se le exigía en cualquier situación
La MBX, además, traía como elementos más destacables una horquilla delantera telehidráulica firmada por Showa, así como un sistema Pro-Link con monoamortiguador en su parte trasera, con un recorrido útil de 90 mm y también fabricado por la marca japonesa. Todo ello se completaba con freno de disco delantero con pinza de doble pistón, chasis de tubo de acero con simple cuna desdoblada, basculante fabricado en aluminio, etc.
Como vemos nada tenía que ver con las ya desfasadas motocicletas de pequeña cilindrada de la época con las que competía. Todo estaba creado para convertirla en la más codiciada, ofreciendo elementos nunca vistos en una deportiva de su categoría hasta el momento. También es digno de mencionar su completo cuadro de instrumentos con velocímetro, cuentarrevoluciones, indicador de temperatura, etc.
Algo que resulta curioso era su sistema de arranque mediante pata, que permitía poner en marcha el pequeño propulsor aunque este mantuviera la primera relación engranada si manteníamos la maneta del embrague cogida.
Una vez puestos a sus mandos su ligereza se hacía palpable, con un peso en vacío de apenas 94 kilogramos. Si bien es cierto que por aquellas fechas aún no eran muy usados los carenados completos, la posición de conducción era cómoda y el piloto no se veía castigado en exceso por el empuje del viento, aunque teníamos como opción el colocar una quilla que mejoraba la aerodinámica de esta.
También una parrilla portabultos en su colín o el retrovisor derecho formaban parte de los elementos que se podían montar como extras. La Hurricane, como era conocida la pequeña de las Honda matriculables, era capaz de alcanzar los 107 km/h portando a su piloto y con este en posición aplanada, consiguiendo recorrer los primeros 100 metros en apenas 7,7 segundos desde parado, según mediciones de medios de la época. A ello contribuía el buen escalonamiento de su cambio con las cinco primeras velocidades más cerradas y una sexta que lograba llevar el propulsor hasta las 10.500 RPM, con tan solo 500 RPM de caída entre marchas.
A lo largo de sus años de fabricación hubo tres series que se diferenciaban básicamente por las decoraciones estéticas. Tan solo las llantas ComStar se modificaron en diseño desde la primera versión, básicamente porque poco o nada era mejorable en ella y así lo atestiguaron sus ventas, que no decayeron a lo largo de los años que se mantuvo en el candelero hasta que fuera sustituida por la incombustible Honda NSR 75.
Quedará en el recuerdo de muchos de nosotros como una de aquellas primeras motocicletas que consiguieron dar alas a varias generaciones a lo largo de las décadas finales del siglo pasado y que ahora en nuestros días han vuelto a ponerse de moda más que nunca, quizás por la añoranza de todos aquellos que pudimos disfrutar de ellas en algún momento de nuestra adolescencia.
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J. Rubio
Soy un enamorado del motor en general y de los vehículos clásicos y motocicletas en particular. Dedicado al mundo de la automoción desde hace unos años, disfruto probando toda clase de vehículos y escribiendo mis impresiones y experiencias sobre ellos.Gran resumen de esta pequeña moto icónica. Me acabo de hacer con una Rothmans azul del ’86 que espero disfrutar como un enano. Saludos en V !