Una de las fotografías más icónicas en la historia del motociclismo es también una de las básicas en la historia del cine. Estamos hablando de la escena en la que Steve McQueen burla las barreras del campo de concentración en La Gran Evasión a lomos de una Triumph. No obstante, cuando examinamos la historia del actor y piloto también aparece una marca a la que éste se encuentra muy unido. La italiana Benellí, ya que McQueen fue embajador de ella en el mercado italiano, pero también parte activa en el desarrollo de la Benelli 650 Tornado.
Una de sus monturas más emblemáticas, especialmente si hablamos de sus intentos de supervivencia en los años setenta. Deseando entrar en el mercado americano para así potenciar sus ventas y esquivar una de sus recurrentes posibilidades de cierre. Algo, por otra parte, más o menos común entre cualquier empresa italiana dedicada a la mecánica. Eso sí, aún no teniendo unas finanzas estables – ahora está intervenida por capital chino – Benelli ha logrado sobrevivir desde que fuera fundada en 1911.
De esta forma, es junto a Gilera el fabricante de motocicletas más antiguo aún activo en Italia. Toda una institución, al menos para todos aquellos con interés por la competición. De hecho, sólo hay que recordar cómo el malogrado e icónico Renzo Pasolini falleció en Monza en 1973 a lomos de una Benelli. Concretamente un modelo de 250 cm3 que, tras colisionar contra las barreras, salió disparado para segar de un golpe en la cabeza la vida del finlandés Jarno Saarinen. Un duro golpe para las carreras en general pero también para Benelli, la cual sin embargo siguió hacia adelante bajo la férrea dirección de Alejandro de Tomaso. Director de la marca desde que la comprase en 1971, inaugurando un periodo tan frenético como convulso en el que la introducción en el mercado americano fue una de sus principales bazas.
Durante los setenta Benelli estuvo bajo la égida del polémico y poderoso Alejandro de Tomaso, un personaje que entró con fuerza aunque al poco por poco logra acabar con la marca
Benelli 650 Tornado, la gestión fue su peor enemigo
Durante los sesenta la entrada de las motocicletas japonesas en el mercado anglosajón fue avasalladora. Mientras en el Reino Unido sus marcas tradicionales estaban cada vez contra las cuerdas tanto en los segmentos más urbanos como en los más deportivos, en los Estados Unidos el público abrazada entusiasmado la llegada de las superbikes niponas. Una situación problemática para los fabricantes italianos, barridos en sus propias especialidades por el potencial tecnológico de los japoneses.
En este sentido, aunque la Benelli 650 Tornado se diseñó para competir con motos británicas su gran enemigo final fue la Honda CB750. La primera en recibir el calificativo de superbike tras ver las luz en 1969, aunando potencia y maniobrabilidad para ser una clásica desde el primer momento. Además, en materia de ventas no fue nada mal, por lo que Benelli necesitó de una gran implicación incluso en materia publicitaria. Especialidad en la que entró la mano de Steve McQueen, ya que la marca italiana le encomendó la tarea de apadrinarla en los Estados Unidos gracias a su aura de aficionado al motor y la competición.
No obstante, el actor no se limitó sólo a prestar una cara bonita. Lejos de ello intervino en la puesta a punto de la Benelli 650 Tornado especialmente en la cuestión del cuadro. Un tema importante, ya que este fabricante nunca había se había embarcado en el diseño de una motocicleta tan grande como éste. Por lo tanto, el tema del peso – y el manejo del mismo – resultaba determinante. Finalmente, por sugerencia de McQueen se empleó un chasis con formas triangulares a la forma y manera del empleado por la británica Metisse.
Fue la primera Benelli con un motor de más de 250 cm3, haciendo que la marca tuviera que entrar en un mundo donde las inercias y los pesos son muy relevantes
Respecto al motor, se instaló uno de 643 cm3 – Benelli había sido especialmente dada a los de 250 – para alcanzar hasta 58 CV a 7.400 rpm para un peso total de 210 kilos. De cara a reducir vibraciones el uso de los silentbloc fue profuso, ultimando un conjunto de calidad aunque según ciertas opiniones de la época le era criticado tanto el peso como el manejo a bajas velocidades. No obstante, el principal problema de la Benelli 650 Tornado no fue su diseño sino la errática gestión de Alejandro de Tomaso. Un polémico personaje que daría para no pocas páginas, aunque durante los setenta casi da al traste con la propia Benelli.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.Es la segunda vez que le leo matar a Pasolini con la Benelli. Aunque había sido piloto de esa marca, cuando se mató era de Aermacchi comprada por Harley.