Muchas veces, la importancia histórica de un modelo no tiene tanto que ver con las victorias logradas o las ventas obtenidas, sino con haber sido la primera en algo. Algo que la Montesa 250 Trial tiene por partida doble, ya que se trata de la primera montura de Trial creada en serie por la marca, al tiempo que es la ganadora de la primera edición del Campeonato de España de esa misma especialidad en 1968. Dos hechos que la establecen como una de las Montesa más deseadas por los coleccionistas, más aún si tenemos en cuenta su más que escasa producción fijada en unas 50 unidades antes de ser rebasada por la exitosa Cota 247. Pero vayamos por partes.
Para empezar, a comienzos de los años sesenta la práctica del motociclismo sobre tierra ya se estaba asentando en la Península Ibérica. Proveniente del Reino Unido, esta afición tuvo un prólogo con las motocicletas camperas derivadas de las de asfalto. Generales y poco especializadas, aunque perfectas para ir rompiendo el hielo con el entrar a los caminos. De esta manera, de ello tenemos buenos ejemplos con la Bultaco Campera de 1961 – derivada de la Mercurio 125 – , la Montesa Cabra de 1957 – surgida a partir de la Brío – , la Brío Cross de 1961 o la Impala Cross de 1963 ya vendida en el mercado norteamericano.
Además, con este caldo de cultivo se fueron celebrando los primeros campeonatos nacionales basados en especialidades camperas. Para empezar, en 1959 se estrenó el de Motocross. Pero es que en 1965 ya se estaba celebrando la primera edición de de Trial en Cataluña. Precedente obvio del Campeonato de España de Trial, cuya andadura comenzó en 1968 a través de tres pruebas disputadas en Sagunto, el Tibidabo y Navacerrada. Todas ellas ganadas por Pere Pi a lomos de la Montesa 250 Trial de ese mismo año. El primer ensayo en serio – y en serie – de la marca catalana en el ámbito de las motocicletas relativas a esta especialidad. Ni más ni menos que el prólogo necesario para la fantástica Cota 247 que habría de llegar a los pocos meses.
En 1968 se celebró el primer Campeonato Nacional de Trial, el cual ganó Pere Pi a los mandos de esta motocicleta como paso previo a la aparición de la Cota 247
Montesa 250 Trial, los comienzos de la especialidad en la marca catalana
Pere Pi es, sin duda, uno de los pilotos más queridos por la afición ibérica. Ganador de un campeonato de velocidad, otro de Trial y seis de Motocross fue además un fiel trabajador de Montesa, donde estuvo casi un cuarto de siglo desarrollando labores de probador y gestión empresarial. Además, en 1983 creó la icónica marca de bicicletas Monty. En suma, todo un icono para la industria del transporte a dos ruedas, el cual dejó en 1966 la primera línea de la competición para dedicarse al diseño de nuevas Montesa.
No obstante, al ser pertinaz la picadura de la competición, Pere Pi seguía apareciendo ocasionalmente en las nacientes competiciones de Trial. Una especialidad a la que Montesa quería enfocarse, consciente del negocio que ésta iba a suponer para la marca tanto en Cataluña como en el mercado anglosajón. Por ello, de cara al primer Campeonato de España se desarrolló la Montesa 250 Trial como el primer diseño claramente enfocado a este deporte al alza.
Dotada con un motor monocilíndrico de dos tiempos y 247 centímetros cúbicos, la Montesa 250 Trial podía rendir hasta 19 CV a 7.000 revoluciones por minuto para mover un peso en seco con poco más de 100 kilos. Todo ello sobre su chasis gris a la vista, en el cual se insertaba una protección en imitación de piel que hacía bastante reconocible al modelo. No obstante, a pesar de los éxitos logrados en durante 1968 era obvio que el desarrollo del Trial en Montesa tenía que acelerarse rápidamente hasta lograr una motocicleta aún más competitiva.
Tan sólo se construyeron unas 50 unidades, siendo el prólogo necesario para las Cota y la definitiva popularización del Trial en la Península Ibérica
Y es que, al fin y al cabo, marcas como OSSA también estaban poniendo una gran cantidad de esfuerzos en el mundo de las camperas con la Pluma 230 de 1967. Paso previo a la trialera Pluma 250 de 1967. Y eso por no hablar de todo lo que estaba pasando en Bultaco, con la Sherpa T de 1964 estableciendo nuevos límites. Por ello, Pere Pi – con la ayuda de Leopoldo Milà al diseño – se puso manos a la obra con la mejora de la Montesa 250 Trial. Trabajo del cual, a los pocos meses, surgió la Cota 247 con una línea revolucionaria, un nuevo motor y un chasis bastante más perfilado. De esta manera, al fin se abrían tiempos de mayor proyección para el Trial en la marca. Cimentados, eso sí, en los éxitos de aquella pionera experimental que fue nuestra protagonista.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS