Para el mercado español de los setenta, la llegada en 1976 de la Ducati-Mototrans 500 Twin fue la culminación de un deseo de equiparación respecto a otros países. Eso sí, un deseo que planteó no pocos problemas en cuanto salió a circular por las carreteras. No obstante, de cara a entender la génesis de esta montura lo mejor no será situarse en Barcelona, sino en Japón. Y es que, desde finales de los años sesenta los fabricantes nipones estaban lanzando cada vez más modelos dotados con motores de dos cilindros en paralelo. Protagonistas de un comportamiento suave y potente, además se ofrecían a buenos precios y sin problemas serios en relación al mantenimiento. En suma. Aquella tecnología japonesa era tan excelente y adecuada que consiguió barrer a las marcas estadounidenses y británicas incluso en sus respectivos mercados.
No obstante, en lo referido a España la situación era muy diferente. No sólo por el menor poder adquisitivo de la población en comparación con otros países del entorno sino, especialmente, por las trabas fiscales impuestas a los productos de importación. De esta manera, las motocicletas japoneses no resultaban en absoluto competitivas tras pagar los aranceles, al tiempo que aún no se habían formado en el país consorcios con capital nipón de cara a fabricar aquí bajo licencia. Llegados a este punto, los compradores españoles con más posibles ansiaban la aparición de motores bicilíndricos dentro de un panorama totalmente dominado por las sempiternas mecánicas monocilíndricas. Bajo esta situación, la catalana Mototrans vio necesario lanzarse a dar respuesta a esta situación.
Por ello miró hacia la central de Ducati. Marca que ya había actuado respecto a este problema, habiendo presentado en 1971 la llamativa y aclamada 750 GT. Una motocicleta ambiciosa presidida por un nuevo motor diseñado por Fabio Taglioni con dos cilindros a 90º. Eso sí, Ducati no estaba pasando por su mejor momento financiero. De hecho, había sido rescatada por el estado y, por consiguiente, necesitaba sanear sus cuentas con una gama capaz de vender masivamente. Llegados a este punto, en 1973 se anunció el fin de las monocilíndricas Single a fin de ser sustituidas por un nuevo motor basado en el esquema de cilindros paralelos. Es decir, Ducati respondía a la competencia japonesa poniendo al día sus diseños. Algo que, evidentemente, habría de encontrar su eco en la filial catalana Mototrans.
Mientras en otros mercados empezaba a ser común la aparición de motocicletas pluricilíndricas, en la España de comienzos de los setenta el panorama aún estaba dominado por los típicos monocilíndricos muy por debajo de la innovación técnica presentada por los fabricantes japoneses
Ducati 500 Twin, llegan las bicilíndricas
En cierta medida, el mercado español vivió a espaldas del mundo hasta que, a finales de los setenta y comienzos de los ochenta, los cupos de importación empezaron a relajarse haciendo de prólogo ante el inminente acceso a la Comunidad Económica Europea. De esta manera, multitud de fabricantes – incluso los más punteros – consiguieron existir plácidamente al tiempo que exportaban masivamente a los Estados Unidos, algo especialmente visible en los casos de Bultaco y OSSA. No obstante, en cuanto los vientos de la política y la economía empezaron a cambiar, la industria automotriz nacional entró en una severa crisis de la que casi ninguna marca salió con vida.
Obviamente los motivos son muchos y muy variados. Además, cada empresa contó con sus propias vicisitudes dentro de aquella tónica general la cual, desgraciadamente, coincidió con una época de recesión económica mundial que tampoco puso las cosas fáciles a nivel de créditos o conflictos laborales. No obstante, había algo de lo que sí era responsable gran parte de la industria nacional. La calidad. O mejor dicho, la falta de ella respecto al ensamblaje masivo y profesionalizado del cual hacían gala las motocicletas japonesas.
De esta manera, la Ducati-Mototrans 500 Twin se vio lastrada por los fallos relativos a la industria auxiliar. Pero vayamos paso a paso. En 1976 al fin se lanzaba esta esperada motocicleta lista para dar salida a las ansias de no pocos usuarios, hastiados ya de los sempiternos y no pocas veces bruscos motores monocilíndricos tan presentes en el mercado español. Basada en la Ducati GTL comercializada en Italia, ésta montaba el nuevo motor de dos cilindros en paralelo con cuatro tiempos y una potencia de 47 CV a 8.000 revoluciones por minuto para alcanzar hasta 160 kilómetros por hora. Sin duda su principal novedad y virtud, aunque al mismo tiempo la primera fuente de problemas. Y es que, debido a la desesperada situación financiera atravesada por la casa italiana, estas mecánicas venían con importantes problemas de acabado en sus piezas. En suma, a pesar de que los motores eran revisados una y otra vez antes de ser montados en Barcelona arrastraban problemas de fiabilidad desde su nacimiento en Bolonia.
Si bien el planteamiento de esta motocicleta era tan adecuado como esperado en el marco del mercado español de 1976, finalmente quedó lastrada por los problemas de fiabilidad del motor y las múltiples roturas de elementos procedentes de la industria auxiliar
Además, y en referencia a lo que antes comentábamos sobre la producción ibérica frente a la japonesa, todo lo relativo a la industria auxiliar dejaba bastante que desear. De esta manera, la prontitud con la que se tuvo que fabricar la Ducati-Mototrans 500 Twin no ayudó a probar adecuadamente ciertos elementos ni a poner el cuidado suficiente en los acabados. Por ello, desde la lubricación hasta la refrigeración pasando por la terminación de la propia pintura fueron los grandes quebraderos de cabeza para los propietarios de la Ducati-Mototrans 500 Twin. Con tubos que se desconectaban vertiendo los fluidos, frenos que fallaban y anclajes mal soldados. Todo ello para malograr la salida al mercado de una motocicleta claramente interesante y novedosa, la cual tuvo una segunda oportunidad dos años más tarde con la llegada de la 500 Desmo. Desgraciadamente, ya sólo faltaban cuatro años para que Mototrans fuera intervenida judicialmente en medio de sus problemas crediticios.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.Esa fue mi primera moto de verdad. La compré en Motojoya de Madrid. Que recuerdos…