Durante los años cincuenta España e Italia establecieron lazos muy estrechos en materia automotriz. Algo que ejemplifica perfectamente el Velomosquito 511 fabricado por la sevillana ISA desde 1956 hasta 1966. Un pequeño y escueto modelo urbano donde las relaciones entre ambos países quedaron patentes bajo un entramado industrial y comercial a caballo entre Milán, Madrid y Sevilla. Así las cosas, lo mejor será ir por partes de cara a comprender adecuadamente la génesis y evolución de esta máquina sin necesidad de matrícula ni seguro. Justo lo más apreciado por sus compradores junto a la fiabilidad y economía demostradas en el día a día en la ciudad. No obstante, antes de hablar de técnica hay que enfocarse en el contexto histórico.
Para empezar, las semejanzas entre Italia y España durante la parte final de los años cuarenta eran obvias. No en vano, ambos países se encontraban en un proceso de posguerra donde la escasez de materiales y la recesión económica condicionaban un mercado necesariamente básico. Es decir, dado que la mayoría social apenas contaba con medios estables de subsistencia – en España las cartillas de racionamiento no desaparecieron hasta 1951 – el automóvil no era precisamente un objeto de masas, confiándose la mayor parte del transporte privado a las bicicletas, las bicicletas motorizadas y los velomotores.
No obstante, dado el mayor poderío industrial de Italia – al menos en su zona norte – la recuperación del consumo en el país transalpino fue más rápida y temprana que la experimentada por España, aislada internacionalmente hasta la firma de los primeros pactos con Estados Unidos allá por 1953. De esta manera, aunque ambos mercados guardaban no pocas similitudes, al mismo tiempo existían diferencias evidentes en el grado de desarrollo tecnológico. Por ello, mientras Italia recuperaba el ritmo en materia de patentes, en la España de Franco apenas nacían diseños propios con la capacidad de llegar a la gran serie. Situación ésta en la que aparece la fabricación bajo licencia, viviéndose una verdadera explosión de empresas con capital mixto con el fin de producir en España mecánicas diseñadas originalmente en Italia.
Italia y España tuvieron una relación especialmente estrecha en materia automotriz a comienzos de los cincuenta gracias a la apertura de multitud de empresas que fabricaban en España bajo licencias de Italia
Velomosquito 511, parte de la explosión italiana
Desde Avello con MV Agusta hasta Motovespa con Vespa pasando por Mototrans con Ducati, durante los años cincuenta se fundaron multitud de empresas nacionales para fabricar bajo licencias italianas. Una práctica bendecida por el propio dictador, quien puso no pocos esfuerzos en la firma del pacto entre SEAT y FIAT al tiempo que uno de sus hermanos fundaba en Ávila la fábrica de FADISA con el fin de ensamblar furgonetas Alfa Romeo. Así las cosas, cuando en 1951 la sevillana Industrias Subsidiarias de Aviación S.A – ISA – firmó un acuerdo con la milanesa Garelli todo entraba dentro de la normalidad.
Más aún si tenemos en cuenta las bondades de Garelli en todo lo referente a las cilindradas más escuetas, fabricando desde 1946 la saga de motores conocida como Mosquito. Responsable de propulsar a miles de bicicletas tal y como en Japón – otro país en posguerra – haría el Honda 50 Cub. Además, a comienzos de los cincuenta el desarrollo de la chapa estampada – una técnica que exigía una enorme inversión inicial en bienes de equipo – permitió adosar el motor a un bastidor que trascendía a las bicicletas para entrar al segmento de los velomotores.
Llegados a este punto, aquel velomotor tomaba el nombre del motor Mosquito para llegar al mercado bajo el término comercial de Velomosquito 511. Un producto no sólo adecuado para Italia, sino incluso más para España ya que, incluso a mediados de los cincuenta, eran muy pocos quienes podían pensar en una turismo de octavo de litro en vez de en una sencilla montura al estilo de la Derbi SRS. Obviamente, las Sanglas con motores de medio litro y cuatro tiempos eran no menos que sueños inalcanzables. De esta manera, tras cinco años produciendo en Sevilla diferentes motores de la gama Mosquito, en 1956 ISA al fin se lanzaba a la producción del Velomosquito 511.
Los velomotores fueron el siguiente paso a la motorización de bicicletas con pequeños ingenios como el Cucciolo o el Mosquito, sirviendo al transporte diario de las clases populares durante los años cuarenta y cincuenta
Eso sí, debido a la complejidad de la chapa estampada – Mymsa intentó hacer ella misma os bastidores de la X-13 con funestos resultados – aquella labor fue subcontratada a Manufacturas Metálicas Madrileñas MMM, quien se encargó de la tarea hasta la retirada del Velomosquito 511 en 1966. Respecto a la mecánica, la pieza central era el monocilíndrico de dos tiempos y 49 centímetros cúbicos con 1,4 CV a 4.800 revoluciones por minuto. Todo ello para abordar pendientes de hasta un 8 % exhibiendo una gran fiabilidad testada a fondo en pruebas de resistencia celebradas en Italia. En suma, una máquina al servicio del día a día en el sentido más económico y práctico.
P.D. Como dato curioso, en Sevilla los Velomosquito 511 se vendían en el concesionario de Miguel Artemán Cerdá junto a las Sanglas y Bultaco. Un lugar muy visible para no pocos sevillanos, habiendo estado en el número 15 de la calle Santo Tomás. Es decir, delante de una de las fachadas del Archivo de Indias. Además, la fábrica de ISA estaba en el Barrio de San Jerónimo. Por último, MMM se encontraba en Villaverde existiendo aún hoy en día en un emplazamiento diferente.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS