Para hablar de la Ducati-Mototrans Mini-3, lo mejor va a ser empezar por la 24 Horas. Una motocicleta que, para nada, tiene que ver con nuestro pequeño ciclomotor de hoy. Sin embargo, nos da un pie excelente para contar la génesis del Mini-3. Dicho esto, vamos allá. Para empezar, hay que entender lo que ya os hemos comentado algunas veces: Mototrans, fundada en 1958, no fue una simple filial en España de Ducati. Lejos de ello, lanzó sus propios modelos en un claro alarde de autonomía. En ese sentido, el mejor y más temprano ejemplo es, precisamente, la 24 Horas. Referente indiscutible para la libertad creativa de la cual saldrían modelos como el Mini-3.
Tras esto, hemos de entender cómo era el mercado de aquel momento. Y es que, en la España de los sesenta, según crecía el número de automóviles menguaba el de motocicletas turismo. Algo que, sin duda, no le vino bien a Mototrans. Una marca que, al fin y al cabo, tenía sus anhelos puestos a partir de los 125 centímetros cúbicos. No obstante, tuvo que adecuarse a la situación antes de que fuera demasiado tarde. Y, de hecho, lo hizo muy bien pues sus motores de hasta 50 centímetros cúbicos eran de una fabricación excelente. A partir de aquí, ya tenía hecha la base para crecer el ámbito de los ciclomotores. Extremadamente lucrativo pues, éste sí, estaba en pleno crecimiento según las ciudades se llenaban de población debido al éxodo rural.
Ya puestos en este segmento, lo cierto es que tampoco había que aspirar a la primera posición. No en vano, desde Derbi hasta Mobylette pasando por Moto Vespa con su Vespino había fabricantes que habían hecho muy bien los deberes en el ámbito de los ciclomotores. Sin embargo, ofrecer productos como el Piuma o el Rolly fue básico para poder seguir cuadrando las cuentas en un futuro cercano. Con todo ello, en 1969 además salió a la venta el simpático Mini Marcelino. Un producto excéntrico sin mucho recorrido comercial aunque, a la luz del tiempo, toda una llamativa pieza de colección para los aficionados a las clásicas. De todos modos, su principal valor fue marcar la senda para el Mini-2 de 1970.
Mototrans empezó a lanzar una amplia gama de ciclomotores con los que adaptarse a la situación del mercado a finales de los años sesenta
Ducati-Mototrans Mini-3, un vehículo de carga
En las carreteras rurales de los años sesenta aún era corriente cruzarse con algún esforzado trabajador que, sin poder permitirse una motocicleta, un motocarro o ya ni hablemos de una Siata Formichetta o una Citroën AZU, realizaba sus tareas de carga a lomos de una bicicleta. Una estampa que también se repetía en Italia. De hecho, fue allí donde Félix Ferrer – una de las mejores mentes creadoras en Mototrans – vio a un ciclista llevar carga tanto delante como detrás. Más que un juego de equilibrio, una dura situación que debía ser arreglada mediante el uso de la técnica a precios populares.
Así las cosas, al volver de su viaje Félix Ferrer no pudo olvidar aquella imagen. Por ello, empezó a diseñar un pequeño ciclomotor que, atención, pudiera llevar carga tanto delante como detrás. Gracias a ello, en 1970 ya tenía listo su Ducati-Mototrans Mini-2. Un pequeño vehículo que, más allá de su simpático aspecto, está repleto de practicidad. No en vano, se ideó como una herramienta de trabajo para los repartidores.
Y es que, fijémonos. Mientras en la parte trasera monta una estructura en la que poder asentar y fijar bultos, en la delantera tiene exactamente lo mismo. Todo ello sobre unas pequeñas ruedas que, dado su diámetro, ayudan a mantener el equilibro significativamente. Además, no por ser un modelo enfocado al día a día negaba al trabajador las ventajas de la tecnología. Lejos de ello, su embrague era de tres marchas al puño y su suspensión trasera funcionaba con un brazo oscilante.
Aunque muchas personas puedan pensar en esta montura como una creación enfocada a ser un capricho, en verdad su génesis está en el esforzado trabajo de los repartidores urbanos
En lo referido a la mecánica, montaba un monocilíndrico de dos tiempos con 47 centímetros cúbicos y 2 CV a 5.000 revoluciones por minuto para mover sus 55 kilos. Suficiente de cara a las necesidades de los repartidores, aquellos quienes apodaron al modelo como la Ducati Paquetera. Además, al poco tiempo apareció la Mini-3. Nuestra protagonista. Caracterizada frente a su predecesora por el nuevo asiento corrido, capaz de albergar a dos personas en vez de la única que podía acomodar el Mini-2. Y es que, en este caso, la fuerza viene en dosis pequeñas. ¡El uso que tuvieron que soportar aquellas esforzadas máquinas!
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS