En términos cronológicos, se puede señalar a 1950 como el año en que OSSA finalmente echó a andar gracias a su primer modelo, la 125. No obstante, analizar los inicios de la marca resulta mucho más complejo que esto. No en vano, desde su posición como productora de elementos cinematográficos OSSA ya había intentado saltar al mundo de las motocicletas durante los años treinta. Es más, a finales de 1935 compró las instalaciones de la antigua empresa automovilística Pescara. Además, corrían rumores serios sobre un posible acuerdo entre Norton y OSSA de cara a la fabricación bajo licencia de aquellas motocicletas británicas en Barcelona.
No obstante, en 1936 Manuel Giró descubrió las excelencias técnicas inherentes a las BMW del momento. Debido a ello, abandona toda vocación anglófila en pos de buscar la concesión de una licencia de fabricación de la casa germana. Algo que logra aunque, por unos días, el envío de piezas desde Alemania no puede llegar a Barcelona debido al estallido de la Guerra Civil. Así las cosas, una vez pasada la contienda – donde Giró trabajó como motociclista de enlace al servicio de Franco y los militares golpistas – la idea de fabricar motocicletas bajo marca OSSA regresó a la primera línea.
No en vano, bajo el sombrío panorama bélico dado en Europa retomar los acuerdos con BMW resultaba completamente quimérico. Llegados a este punto, en 1940 se emprendió de nuevo el proyecto de un producto propio gracias a los diseños de Sebastián Nadal. Con todo ello, al fin se presentaba durante la Feria de Muestras de Barcelona 1942 un primer prototipo con motor Villiers de 125 centímetros cúbicos, 4 CV y cambio de tres marchas para alcanzar los 75 kilómetros por hora. Desgraciadamente, la dificultosa importación de no pocas materias primas así como la evidente falta de industria auxiliar dieron al traste con la llegada a serie de aquella OSSA 125. Es más, todo el proyecto se vendió a Francisco Xavier Bultó y Pere Permanyer, quienes darían buena cuenta del mismo como base para el desarrollo de su Montesa A-45.
Tras casi dos décadas intentándolo, OSSA ponía al fin en el mercado su propia motocicleta respondiendo a los cánones marcados por el segundo prototipo pues, el primero, se lo vendieron a la incipiente Montesa
OSSA 125 Récord de resistencia, una hazaña con Barcelona como telón de fondo
Replegada de nuevo en la fabricación de máquinas cinematográficas, lo cierto es que OSSA sí se introdujo en cierta medida dentro del motociclismo gracias a fabricar algunos pocos elementos para empresas como la madrileña Soriano. No obstante, aquello distaba mucho de los planes ideados por Manuel Giró ya en los años treinta. Además, se produjo un nuevo intento de negociación con Norton que, a la vista está, también salió mal.
Sin embargo, parte de la familia Giró no había cejado en el empeño de crear su propia motocicleta. De hecho, durante los años cuarenta se llevó en secreto el desarrollo de un prototipo en el que se debían volcar soluciones mecánicas tomadas de diversas marcas extranjeras. Es más, para ello adquirieron modelos de DKW, Royal Enfield y Terrot a fin de desmontarlos y copiar sus mejores piezas. Con todo ello, a finales de la década al fin se desvelaron los planes de OSSA, presentando un prototipo claramente basado en las DKW 125 cuyas patentes habían sido liberadas tras la Segunda Guerra Mundial.
Además, ya con la posguerra tocando su fin los problemas derivados de la falta de industria auxiliar se habían solucionado en gran medida. Especialmente en Barcelona, donde el tejido industrial automotriz recuperaba músculo gracias a las inversiones públicas del INI a través de la ENASA. Es más, tras el desmoronamiento de la Hispano-Suiza ya estaba cerca el nacimiento de SEAT como nueva empresa referencial en la zona. Con todo ello, la OSSA 125 al fin fue estrenada en 1950.
Sin apoyo oficial por parte de la marca, aquellos tres apasionados de las dos ruedas se lanzaron al récord sobre una unidd que ya llevaba 50.000 kilómetros en su andadura
Dotada de unos buenos acabados, la OSSA 125 fue un verdadero éxito desde el primer momento a pesar de los problemas de estabilidad derivados del no tener una horquilla hidráulica delantera como sí tenía ya en 1951 la Montesa D-51. Posiblemente, la mejor motocicleta con octavo de litro presente en la producción española de aquel momento. No obstante, la OSSA 125 era una motocicleta turismo perfectamente adecuada a las necesidades de la época. Es más, ésta resultaba bastante fiable. Por ello, en septiembre de 1959 Antoni Mari Romeu, José María Güell y Ricardo Nedderman decidieron batir la marca mundial de resistencia en 125 centímetros cúbicos, en posesión de un equipo italiano que había recorrido 10.000 kilómetros del tirón sobre el autódromo de Monza. Para ello, acamparon en las cercanías de la carretera de Esplugas de Llobregat a fin de realizar su hazaña en un recorrido no cerrado al tráfico. Además, como motocicleta no escogieron una OSSA 125 a estrenar, sino una unidad que ya tenía en su haber unos 50.000 kilómetros. Llegados a este punto, curiosamente consiguieron un nuevo registro internacional al pasar una docena de días con el motor en marcha recorriendo sin más paradas que las estrictamente necesarias para el cambio de piloto o repostaje un total de 15.000 kilómetros. En fin, si algo había quedado claro es que, tras años intentando fabricar sus propias motocicletas, en OSSA habían conseguido un diseño realmente fiable.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS