El mundo de la moto siempre ha sido muy pasional, muy visceral. Muchos usuarios han edificado su vida alrededor de su motocicleta, no entienden la vida sin montar en moto de vez en cuando y hasta se dedican al mundillo de la moto de alguna manera. Es una forma de vida, aunque haya motoristas –que no moteros– que no tengan hueco entre los realmente apasionados de este vehículo.
Para entender lo que es un verdadero apasionado, nada como mirar, por ejemplo, hacia Italia. La cuna del diseño en el mundo del motor, también es la cuna de los fabricantes más pasionales del mundo; Ferrari, Lamborghini, Maserati o Abarth son algunos de los ejemplos sobre cuatro ruedas, que se completan con Moto Guzzi, Bimota, Ducati o MV Agusta en el caso de las dos ruedas. Pasión animada por un motor de combustión, aunque también, cada día más, por motores eléctricos.
De entre esos fabricantes viscerales nacidos en el país de la pasta, no podemos olvidarnos de Magni, empresa fundada por Arturo Magni en 1977, tras haber pasado por Ginera –donde recaló en 1947– y luego en MV Agusta, donde, además, dirigió el equipo de competición que ganó 17 campeonatos mundiales consecutivos de 500 centímetros cúbicos entre 1958 y 1974. Sin embargo, MV Agusta se retiró de la competición en 1976 y eso llevó a que a Arturo tomara la decisión de abandonar MV Agusta y crear su propia compañía un año después junto a sus hijos Carlo y Giovanni –la compañía recibió el nombre de Elaborazioni Preparazioni Magni, aunque todo el mundo la conoce como Magni–.
Las actividades de Magni comenzaron como suministrador de accesorios y piezas de alto rendimiento para motos de la propia MV Agusta, pero también para Honda, BMW, Moto Guzzi o Suzuki, por poner unos ejemplos. Magni no tenía prejuicios a la hora de trabajar con algún fabricante, aunque siempre tenía que ser un trabajo centrado en obtener un alto rendimiento de los propulsores. Su buen hacer le llevó a recibir un encargo desde Australia, de parte de Ted Stolarski, quien tenía un equipo de carreras y se había hecho con dos motores Moto Guzzi 4V-OHC, los cuales empleó para construir dos motores a su alrededor con la ayuda de Magni.
En realidad, Magni ya había comenzado a fabricar motocicletas en tiradas limitadas, con motores de grandes fabricantes, incluso llegó a montar motores MV Agusta, las cuales son conocidas como Magni MV Agusta. Sin embargo, una de sus motos más raras, pero también más deseadas, es la Magni Australia, que montaba un motor Guzzi. Una moto que tiene una buena historia detrás, pues su creación se inspiró en las motocicletas que usó el equipo de Stolarski en Australia –por eso recibió el nombre de Magni Australia–. El equipo de Stolarski logró una gran cantidad de éxitos en competición y fue capaz de mejorar mucho la imagen de Guzzi en Australia.
Por eso, Magni decidió crear una motocicleta inspirada en esos logros, con la colaboración de Moto Guzzi y por supuesto, también de Stolarski. Solo se montaron 75 unidades, aunque años después, se fabricaron otras 50 unidades más.
La Magni Australia estaba animada por un propulsor Guzzi 4V-OHC, que también sirvió como corazón para las Moto Guzzi Daytona 1000 RS. Era un bicilíndrico transversal –como buen propulsor Guzzi– refrigerado por aire, cuatro válvulas por cilindro, inyección Weber-Marelli y una potencia de 102 CV a 8.400 revoluciones. Un motor que se montaba en un chasis modificado por el propio Magni
Magni ya había trabajado con Moto y Guzzi en el desarrollo de la Guzzi Le Mans, donde se aplicó el sistema de suspensión trasera patentado por Arturo Magni, que buscaba reducir las reacciones del árbol cardán, precisamente el desarrollo que llamó la atención del australiano Stolarski y eso ayudó a la creación de la Magni Australia.
Respecto a la unidad de las fotos, se trata de una moto que estaba a la venta en Bring a Trailer, la cual, se ha vendido por algo más de 15.000 euros, con algo más de 15.500 kilómetros y un par de silenciadores Termignoni.
Javi Martín
Con 20 años no ponía ni una sola tilde y llegaba a cometer faltas como escribir 'hiba'. Algo digno de que me cortaran los dedos. Hoy, me gano un sueldo como redactor. ¡Las vueltas que da la vida! Si me vieran mis profesores del colegio o del instituto, la charla sería de órdago.COMENTARIOS