Moto del día: Yamaha YDS-1

Moto del día: Yamaha YDS-1

Con un claro toque deportivo, gracias a la YDS-1 la marca japonesa se posicionaba a las claras en el ámbito prestacional.


Tiempo de lectura: 4 min.

A día de hoy, nadie puede poner en duda el pasado de Yamaha como una marca referencial en materia deportiva. De hecho, su interés por el ámbito más prestacional de las dos ruedas viene desde muy lejos; concretamente desde 1957. Pero vayamos por partes. Así las cosas, lo mejor será situarnos en el Japón de 1955. Coordenadas en las que Yamaha lanzó su primera motocicleta; dominada por un sobrio y correcto motor de dos tiempos y 125 centímetros cúbicos, ésta llegó al mercado local como una adecuada opción para el segmento de las turismo.

Sin embargo, y al igual que ocurriría en España durante los años sesenta, la irrupción del automovilismo de masas -entendido en clave de asequibles utilitarios adecuados para el día a día- postergó a las turismo con octavo de litro desde los primeros hasta los últimos puestos de venta en el sector de la motocicleta. Llegados a este punto, éste tuvo que ingeniárselas a base de especialización, ofreciendo deportividad y carácter lúdico a raudales a fin de contrarrestar la avalancha de usuarios en dirección al automovilismo.

Con todo ello, en 1957 Yamaha lanzó la YD-1 bajo el lema “una dos y medio para Japón”. Y sí, lo cumplió. No en vano, su nuevo motor bicilíndrico con dos tiempos y 247 centímetros cúbicos logró estirarse hasta conformar una saga ampliada hasta comienzos de los años setenta. Es más, del mismo se deriva la mecánica de máquinas como la TD-1, primera carreras-cliente de la marca destinada al ámbito del cuarto de litro. Aquel que, precisamente, tantas alegrías le iba a deparar. Además, tanto su excelente comportamiento dinámico como lo adecuado de su ergonomía -pensada para la reducida estatura del publicó nipón de finales de los años cincuenta- hicieron de la YD-1 una máquina realmente excelente en relación a su mercado.

Cuando en 1957 Yamaha lanzó la YD-1 consiguió poner en el mercado una excelente dos y medio perfectamente adecuada al creciente mercado nipón

Yamaha YDS-1, llega la versión deportiva

Sobre la base de la aquella turismo con pretensiones, Yamaha desarrolló un amplio programa deportivo a escala local. Para empezar, diversas unidades de la YD-1 fueron adaptadas a la competición a fin de ser pilotadas por técnicos de la propia marca, muchas veces en las cada vez más abundantes citas de Cross listadas en el archipiélago. Es más, cuando en 1958 Yamaha tuvo su estreno en competición más allá de las fronteras patrias, éste se realizó en una carrera Off-Road californiana con Fumio Ito pilotando una montura de Cross creada a partir de la YD-1.

Asimismo, el primer diseño creado en Yamaha por y para las carreras -el YD Racer- tomó también como base a la dos y medio de serie llegando a cosechar muy buenos resultados en los circuitos locales. Un éxito comprensible, en gran medida, por su excelente capacidad de aceleración gracias al poco peso dado en báscula.

Sin embargo, de poco hubiera servido todo aquello si no se hubieran aplicado las lecciones aprendidas a una máquina fabricada en serie con notable éxito comercial. Y es que, si algo distinguía a los fabricantes nipones durante aquellos años, era su notable capacidad para ir preparando la inmensa y efectiva logística sobre la cual se asentó su asalto a los mercados occidentales durante los años sesenta.

yamaha YDS 1 (2)

Su bicilíndrico con dos tiempos es parte -y base- para una larga saga deportiva ampliada hasta 1970

Dicho esto, en 1959 al fin llegaba la Yamaha YDS-1 como una evolución “Sport” de la YD-1. Basada en el mismo motor bicilíndrico con dos tiempos y 247 centímetros cúbicos, aquí la potencia se elevaba hasta los 20 CV -seis más que la primera versión del mismo motor- para mover los 138 kilos del conjunto. Todo ello con una transmisión de cinco velocidades y detalles como la caja de herramientas adecuadamente colocada bajo la parte delantera del asiento. Además, y con la vista ya puesta en las carreras, en la propia red de distribuidores se ofrecía un kit de competición a fin de mejorar su rendimiento en pista. En fin, por lo que se ve, Yamaha tenía claro desde el principio lo importante que es saber colaborar con los llamados piloto-cliente.

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Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.

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