Con unos inicios remontados hasta mediados del siglo XIX, la inglesa Ariel fue una de las referencias indiscutibles para el motociclismo británico llegando incluso a ser propietaria de Triumph. Así las cosas, analizar su amplia trayectoria es saltar desde las bicicletas hasta las dos ruedas motorizadas al tiempo que nos encontramos versiones turismo, deportivas y Off-Road.
De hecho, entre estas últimas posiblemente la Ariel Red Hunter Scrambler sea la más emblemática; derivando de una gama turismo para, además de montar uno de los motores más prolíficos en la gama de la marca, ser una de las monturas preferidas por los pilotos ingleses dedicados al campo a través antes de darse la especialización de monturas Off-Road vivida ya en la década siguiente.
Pero vayamos por partes. En primer lugar, antes de hablar sobre la Red Hunter Scrambler hemos de entender cómo su motor fue una pieza clave para Ariel durante casi treinta años. No en vano, la presentación de aquel monocilíndrico con cuatro tiempos se remonta en el tiempo hasta 1926. Año en el que apareció para, poco después, dar lugar a versiones bicilíndricas del mismo al mismo tiempo que desplegaba diversas cilindradas.
Dominado por una gran robustez, sus diferentes evoluciones comprenden una vida de casi tres décadas en cadena de montaje. Algo de lo cual pueden presumir muy pocas mecánicas. Es más, gracias a deslizarse desde mediados de los años veinte hasta finales de los cincuenta aquel motor pasó de equipar motocicletas turismo a estar presente en algunas de las primeras Off-Road.
Hasta la llegada de los años sesenta las máquinas Off-Road no estaban demasiado especializadas ya que derivaban de los modelos turismo al tiempo que con una misma montura se realizaba desde la práctica del Trial hasta la de las carreras por desierto
Aquellas mismos que, hasta la llegada de monturas tan especiales y revolucionarias como la Bultaco Sherpa T, eran la moneda corriente a la hora de disputar pruebas de Trial.
Sí, todo un atrevimiento -y alarde físico- el de aquellos pilotos lanzados a la cabriola campestre manejando pesadas máquinas con motores de cuatro tiempos en vez de la liviana montura de los Bultó con su escueto monocilíndrico de dos tiempos. Sea como fuese, lo cierto es que hasta mediados de los años sesenta no empezaron a aparecer las primeras motocicletas creadas en gran serie por y para las distintas gamas del Off-Road.
Es más, adentrarse en las pistas de tierra era algo que se hacía, a lo más, con modelos adaptados a partir de motocicletas turismo a los cuales se añadían manillares o neumáticos especiales. Poco más.
Un prólogo a la especialización en el cual la Ariel Red Hunter Scrambler interpretó páginas de gran éxito desde su aparición en el mercado británico allá por 1955. Para empezar, su motor quedó aquí perforado en 499 cc para rendir unos nada despreciables 34 CV a 6.000 rpm capaces de mover con brío -y fuerza desde bajo régimen, lo cual resulta clave en según qué compromisos del Off-Road- su conjunto basado en un chasis de acero con tubo de escape elevado.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS