Cuando Harley-Davidson dijo que quería renovar la Sportster, muchos pensaron que vendría una versión suavizada, algo más ecológica, más moderna… pero igual de tranquila y spoiler: NO. Lo que salió de sus fábricas fue una bestia radical que no tiene nada que ver con la versión anterior que conocías. La actual Harley-Davidson Sportster S no vino a continuar una saga, vino a prenderle fuego a todo lo anterior.
Esta no es una moto naked convencional, ni una custom de paseo, ni una deportiva al uso. Es una mutación salvaje que mezcla potencia brutal, diseño de un videojuego y una actitud chulesca que no pide permiso. Es una máquina diseñada para el que no quiere parecerse a nadie.
Lo ha hecho soltando el lastre del pasado y ha apostado por el músculo, la tecnología y el descaro. Es como ese colega que llega al bar con botas de moto, gafas de sol de noche y una sonrisa de medio lado, sabes que se va a liar, pero tu le sigues el ritmo. Así que olvídate de clichés, aquí no hay cromados clásicos ni vibraciones romanticas. Aquí hay un motor que empuja como un tren, un chasis que aguanta todo y un diseño que parece que sea sacado del futuro.
Una Sportster completamente nueva
No pienses en el pasado y en la vieja Sportster. Esto no es una actualización más, es un cambio de ADN desde dentro. La Sportster S deja atrás el mítico chasis de doble cuna, los motores refrigerados y las vibraciones clásicas. Aquí todo es nuevo, motor, parte ciclo, electrónica, diseño y hasta el propio concepto de la moto.

Esta Harley no solo ruge, responde como una bestia. Lo que antes era una moto tranquila, ahora es un pepino que te empuja con mala leche desde el primer milímetro de puño No esperes una experiencia relajada, esto va de aceleración, actitud y sobre todo disfrute encima de ella.
El objetivo de este diseño es claro, y lo que pretende es ser una muscle bike futurista. Mira ese frontal, los neumáticos anchos, ese escape doble que es propio de un lanzallamas. No hay una línea que diga paseo de domingos. Todo grita potencia, velocidad y estilo. Es la moto que Mad Max llevaría si tuviera buen gusto.
El alma salvaje
Su cambio radical también parte de su interior. Con un motor Revolution Max 1250T que es la joya de la corona. Un bicilindrico en V a 60 grados, de 1.252 cc, refrigerado por líquido y con 121 CV y 127 Nm de par motor. Es el mismo bloque de una vieja conocida, la Pan America, pero con un toque más agresivo, picante y callejero. Aquí la potencia no se reparte, se lanza, desde bajas vueltas ya tienes una patada en la espalda que no te suelta hasta las 9.000 rpm.
Lo más loco es cómo entrega esa potencia. No esperes que una Harley te saque una sonrisa tan rápida. Es puro par, puro empuje. En primera y segunda, si no vas con cuidado, la rueda se aligera sola. Es una moto que te reta a cada golpe de gas, que no se achanta en ciudad y que en carretera abierta se transforma en un misil pandillero.

Este motor está lleno de tecnología, como es un doble árbol de levas, distribución variable, acelerador electrónico y modos de conducción. No es una pieza antigua con carburador y fe. Es un motor moderno de verdad. De esos que puedes llevar fino, suave, educado… pero que si le provocas, te responde como una patada en los dientes.
Estructura musculosa con alma de dragster
Cuando la ves te planteas si es una Harley y sí que lo es, aunque lo hace pasando por el gimnasio, que se ha tatuado el cuello y ahora se pasea por los barrios sin miedo. Su diseño es sencillamente brutal. Ese escape elevado, las ruedas tipo flat track, el colín recortado, el faro LED cuadrado… todo encaja y todo impone.
Aquí no hay cromados de más ni concesiones al pasado. Todo está pensado para que parezca una máquina de asfalto. Hasta el motor, en negro mate con toques bronces, parece una pieza de ingeniería sacada de una nave industrial. Lo mejor es que no hay nada gratuito, cada detalle cumple una función.
Lo que sí tiene es mucha personalidad. No se parece a ninguna otra naked del mercado. No es nipona ni europea, ni retro. Una especie de Mad Max y NASA. En un mundo donde todas las motos tienden a parecerse, es oro puro. Si te mola destacar, esta es tu moto. Si quieres pasar desapercibida, mejor vete mirando otra cosa.
Postura radical, experiencia salvaje
La posición de conducción de esta moto es diferente. Radical. Los pies van adelante, como en una custom, pero el manillar está bajo y ancho, como en una streetfighter. Vas medio tumbado, como si estuvieras preparado para despegar. No es la moto más cómoda del mundo, pero tampoco lo pretende. Aquí no vienes a hacer turismo, vienes a dominar la calle.
Lo curioso es que, una vez te acostumbras, la postura tiene su punto. Te da control en curvas, te mete en la experiencia. No estás sentado, estás involucrado. La moto pide que participes, que te inclines con ella, que no seas un simple pasajero. Vas dentro de la acción, no encima de la moto como un paquete.
Si te gusta lo macarra, lo intenso, lo directo, te lo vas a pasar como un niño. No vengas buscando ergonomía alemana. Esto es otra cosa. Es para los que no le tienen miedo a un poco de incomodidad si a cambio consiguen una experiencia que te ponga los pelos de punta.
Ágil, firme y sorprendente
La verdadera sorpresa de esta moto es que frena, gira y traza como si fuese una naked sería. A pesar de su aspecto robusto, la moto entra en curva con decisión. Tiene una horquilla invertida Showa de 43 mm, suspensión trasera con depósito separado y un chasis donde el motor hace de elemento estructural.
El conjunto es firme, directo y muy ágil. No es una Ducati Monster, pero no se queda lejos. Puedes atacar curvas con alegría, salir catapultado y frenar con confianza con esos frenos Brembo. Eso sí, hay que tener mano. No es una moto para iniciarse. Con ese par motor y esa geometría, si entras pasado o frenas mal, lo vas a notar. Si la entiendes y respetas, te vas a divertir como nunca.
No la esperábamos, pero la necesitabas
La Harley-Davidson Sportster S es una patada a las naked deportivas en su puerta. Una moto que no pide perdón por ser distinta, que mezcla músculo americano con tecnología moderna, que rompe esquemas con un estilo bruto y desafiante. No es para todos, es incómoda para algunos y demasiado atrevida para los que se conforman con lo de siempre. Si lo que buscas es ir a contracorriente, si te va lo diferente, esta moto te va a volar la cabeza.
La Sportster S no viene a copiar a las naked europeas. Viene a proponer su propia visión de lo que una moto deportiva puede ser, con algo de carácter, un torque brutal, una estética arrolladora… Si alguna vez soñaste con una Harley que se peleara con las deportivas en los semáforos, que rugiera en los túneles y que te sacara sonrisas en cada aceleración, deja de soñar que tienes la Sportster S.
Alejandro Delgado
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