Moto del día: Ciclo Montesa

Moto del día: Ciclo Montesa

Con la Ciclo Montesa se asentó la producción de ciclomotores por parte de la casa barcelonesa.


Tiempo de lectura: 4 min.

A mediados de los años sesenta el mercado español de la motocicleta ya estaba plenamente definido sobre una nueva situación. Una situación que empezó a generarse a finales de la década anterior, cuando la expansión del consumo se sumó a la aparición de modelos como el 600 de la fábrica licenciada por Fiat en España. Justo la combinación que hizo masivo al automóvil entre las capas populares de la población.

De esta manera, las sempiternas turismo con 125 centímetros cúbicos -el producto más extendido en los catálogos de la industria motociclista española- fueron quedando reducidas a un nicho de mercado cada vez más pequeño. Y es que, no en vano, éstas pasaron a ser sólo un poco más baratas que un automóvil pequeño, sí, pero capaz de llevar a toda una familia a resguardo de las inclemencias.

Llegados a este punto, uno de los segmentos más fortalecidos por aquel cambio de situación fue el de los ciclomotores; aliados económicos en la movilidad urbana para centenares de miles de trabajadores y jóvenes. No obstante, aún con este lucrativo panorama comercial por delante no todas las marcas se lanzaron a ello. Es más, algunas como Bultaco se afianzaron claramente en la exportación de modelos deportivos. Una tendencia en la que igualmente jugó Montesa aunque, dirigida bajo la sensata mente empresarial de Pere Permanyer, también se realizaron apuestas por el ciclomotor.

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Gracias a los motores alemanes de JLO la casa catalana pudo entrar más fácilmente al mercado de los ciclomotores

Ciclo Montesa, un modelo longevo

En gran medida, la evolución financiera de Montesa puede seguirse a través de las sucesivas ampliaciones de su capacidad productiva; visibles en las diferentes mudanzas de fábrica dadas desde que la marca se fundase en la Barcelona de mediados de los años cuarenta. Así las cosas, hacia 1965 ya estaba plenamente operativa la nueva factoría de Esplugues de Llobregat. Gracias a ello, no sólo se pudo llevar un ritmo de ensamblaje más evidente de cara a la exportación al mercado estadounidense, sino también abordar la fabricación de ciclomotores.

Ahora, ¿como abordar esta tarea? Bueno, para empezar Montesa no estaba dispuesta a desembolsar una gran cantidad de dinero a la hora de crear desde cero un nuevo motor con menos de cincuenta centímetros cúbicos. Por ello -y al igual que hicieran marcas como Sanglas o incluso Bultaco en situaciones similares- escogió a un proveedor externo, el cual, en este caso, fue la casa alemana JLO. Con experiencia sobrada en la fabricación de mecánicas de ciclomotor con ciclo de dos tiempos.

Cubierto este aspecto, quedaba cómo abordar el enfoque bajo el cual se habrían de diseñar los futuros ciclomotores de Montesa. Un problema que ya se abordó al poco de lanzarse al mercado la icónica Impala, modelo éste que vio en el ciclomotor Impalita una versión reducida de la misma. Justo el enfoque que habrían de seguir el resto de monturas con menos de cincuenta centímetros cúbicos, siendo reflejos a pequeña escala de algunos de los modelos más representativos en la gama de Montesa.

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La identidad de aquellos ciclomotores se basaba en ser visiones a pequeña escala de los modelos más representativos en la gama de Montesa

Así las cosas, en 1965 la Ciclo Montesa -popularmente conocida como Montesa Ciclo, en un caso similar al que ha ocurrido con el Enzo Ferrari- se lanzó al hilo de la Impalita como una versión ciclomotor del concepto expresado en la turismo con 175 -y más- centímetros cúbicos. Algo que, previendo la rasgadura de vestido posiblemente interpretada en este momento por algún aficionado, decimos en clave de resumen y simplificación. Un afán que, como saben, cuenta mucho en esta humilde sección diaria y gratuita con rasgos de cultura de solapilla. Si quieren más, ya saben, contamos con un Patreon por si alguien tiene a bien sentirse un Médici de las dos ruedas. Ahora, volviendo a nuestra máquina protagonista del día, su motor con 48 centímetros cúbicos era capaz de entregar 1,6 CV a 5.500 revoluciones por minuto a fin de mover los poco más de 50 kilos dados por el conjunto basado en un chasis monotubo en acero. En relación a su vida comercial, la Ciclo Montesa estuvo en fábrica hasta 1972 evolucionando con tres versiones prácticamente idénticas. Eso sí, para el mercado estadounidense se preparó con un llamativo color amarillo en el depósito, siendo renombrada como Montesa Indiana. Una vida de lo más prolífica aunque, con el tiempo, ésta haya sido eclipsada por otros modelos mucho más prestacionales.

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Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.

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David

Yo tengo una brío 81 y me ha extrañado no verla entre las motos que has mostrado.


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