Madrid 1952, Piaggio desembarca en España gracias a Moto Vespa S.A

Madrid 1952, Piaggio desembarca en España gracias a Moto Vespa S.A

Al hilo del éxito de la Vespa en Italia, el régimen franquista facilitó la creación de Moto Vespa S.A para introducir al scooter de Piaggio en España.


Tiempo de lectura: 5 min.

Cuando revisamos la historia del motociclismo en España resulta imposible no reparar en las scooter. No en vano, aunque con una situación social diferente a la del resto de países del occidente europeo, la España de los años cincuenta también empezaba a emprender una senda de crecimiento en la cual el consumo tendía a expandirse. Precisamente, una situación en la que florece fácilmente la aparición de monturas urbanas más prestacionales que un sencillo ciclomotor, sirviendo de igual manera de cara a cumplimentar viajes más o menos largos.

Pero vayamos por partes, porque si hemos de hablar de las scooter resulta lógico preguntarse cómo nacieron. Bien, pues aunque este tipo de vehículo ha sido trabajado incluso por Harley-Davidson, lo cierto es que las coordenadas más lógicas responden a la Italia inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mundial. Un contexto donde no pocos fabricantes tuvieron que reciclarse, pasando de proveer aviones y armamento al ejército fascista a motorizar a una población empobrecida saliendo adelante entre los cascotes de la contienda.

Así las cosas, en Piaggio abandonaron la producción de aviones -tanto civiles como militares- a fin de lanzarse al mundo de las dos ruedas. Eso sí, no dentro de un segmento tan popular como aquel al cual se estaba dirigiendo Ducati con sus motores Cucciolo, pensados para la equipación de sencillos velomotores. De esta manera, en abril de 1946 se registraba la patenta de la primera Vespa -llamada así por su parecido con una inquieta avispa- en la ciudad de Florencia. A partir de aquí, aún con unos comienzos comerciales complejos, la Vespa pasó a vender cada año más y más y unidades. De hecho, en 1950 la producción superó las 60.000 anuales. En suma, todo un éxito a la altura de lo que, en el automovilismo, habrían de ser los 500 y 600 firmados por Dante Giacosa.

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Piaggio abandonó la producción aeronáutica después de la Segunda Guerra Mundial para abrazar el motociclismo desde que en 1946 patentase el primer diseño de la Vespa

Moto Vespa S.A, la scooter llega a España

Los años cuarenta en España estuvieron claramente marcados por la pobreza inherente a la posguerra. Para empezar, el ostracismo internacional del régimen franquista -antiguo aliado de la Alemania Nazi- ponía las cosas difíciles de cara al abastecimiento de materias primas necesarias para la industria. Además, los combustibles se encontraban racionados hasta tal punto que incluso llegó a hacerse necesaria una comisaría enfocada a su distribución.

Y vaya, por si todo esto no fuera suficiente la destrucción generada por la Guerra Civil había dejado seriamente tocado el tejido productivo. Una situación agravada por el exilio de medio millón de personas junto a la despiadada represión desatada en el interior aún con la guerra ya acabada. Llegados a este punto, el racionamiento de pan se hizo notar hasta 1952, dando una idea certera sobre lo difícil que era iniciar cualquier empresa dedicada al ámbito del transporte privado más allá de lo enfocado a las bicicletas o los velomotores.

No obstante, la alianza de Franco con los Estados Unidos dentro del contexto de la Guerra Fría abrió una ventana cada vez más amplia al capitalismo internacional. Debido a ello, a comienzos de los años cincuenta el pulso de la autarquía comenzó a aflojarse, estableciéndose algunas alianzas con fabricantes foráneos realmente significativas. Y es que, al fin y al cabo, aunque España estaba recobrando rápidamente su capacidad productiva aún no contaba con los medios necesarios para el desarrollo de patentes propias.

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Moto Vespa S.A se convirtió en una de las principales referencias para el motociclismo en España, desarrollando durante décadas una amplia historia en la que destacan hitos como el Vespino

En suma, si se nos permite el polémico reduccionismo, había tanto músculo como poca técnica. Con todo ello, el motociclismo empezó a satisfacer la creciente demanda gracias a la instalación de nuevas empresa aliadas con marcas italianas bajo el sistema de licencias. Un contexto donde aparecieron desde Rondine hasta ISO Motor Italia pasando por Ducati-Mototrans o la Avello aliada con MV Agusta. Eso sí, regresando al ámbito de las scooter destacó la fundación en 1952 de Moto Vespa S.A. Impulsada por la dirección del Marqués de Huétor-Santillán, ésta fue incluso participada por el Instituto Nacional de Industrial. Un dato que refleja muy bien el interés estratégico dado a las scooter en el exponencial crecimiento registrado por el parque móvil en España. Llegados a este punto, las cadenas de producción instaladas en el madrileño barrio de San Blas -a medio camino entre el aeropuerto de Barajas y el centro de la capital- echaron a andar con el ensamblaje de la Vespa 125 CE. Un modelo con octavo de litro recientemente presentado en Italia, perfecto de cara a presentar una alternativa con cuadro abierto a las turismo de Montesa, Lube o las múltiples marcas motorizadas por Hispano-Villiers. Además, la calidad de ensamblaje asombró los responsables de Piaggio en Italia, quienes no dudaron en señalarla como mejor incluso que la demostrada por las fábricas a sueldo de la empresa matriz. Así las cosas, la plantilla creció en poco más de dos años desde los 60 hasta los 200 trabajadores. Ni más ni menos que el inicio de una dilatada historia en la que hubo éxitos con factura propia como el Vespino. Algo de lo cual les hablaremos en próximas entregas al igual que todo lo relacionado con Lambretta Locomociones S.A. La gran rival de Moto Vespa. Fundada, precisamente, en 1952. Y es que, a pesar de la distancia, la competencia dada en Italia entre Piaggio y Lambretta se trasladó colateralmente -y bajo licencia- a aquella España que, poco a poco, se encaminaba hacia el crecimiento de las ciudades, la expansión del consumo y el desarrollismo económico.

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Miguel Sánchez

Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.

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