Moto del día: BMW R20

Moto del día: BMW R20

Culminación de las monocilíndricas R2, la BMW R20 fue un diseño eficaz de la casa germana en una cilindrada dominada por los motores con dos tiempos.


Tiempo de lectura: 3 min.

Desde que en 1923 empezase a producir motocicletas, BMW esculpió una identidad de marca especialmente clara gracias a sus motores bóxer con dos cilindros. Además, apostó en ajustarlos de una forma y manera en la que la fiabilidad y la suavidad -casi ausente de vibraciones- fueran por delante del caballaje o la querencia a subir de vueltas.

Dicho esto, examinando la trayectoria de BMW durante los años previos a la Segunda Guerra Mundial uno no espera encontrarse, a priori, con motores fuera de esa definición. Sin embargo sí los hubo. De hecho, con éxitos diversos, equiparon a varios modelos de la marca durante un lapso de tiempo iniciado al muy poco de haber echado a andar la BMW Motorrad.

Así las cosas, lo mejor será ir por partes a fin de comprender la interesante historia de los monocilíndricos de BMW previos a la década de los cuarenta. Para empezar, tan sólo dos años después de presentar la R32 -su primer modelo- la casa alemana decidió apostar el segmento del cuarto de litro presentando la R39. Equipada con un motor monocilíndrico de cuatro tiempos y 247 centímetros cúbicos, ésta se alejaba de la configuración bóxer para ofrecer así algo imprevisto en los primeros pasos de BMW.

Resultado de ello fue un notorio fracaso en ventas pues, al fin y al cabo, el público no supo entender a esta máquina dentro de una marca dotada de una identidad mecánica tan determinada. Era, si se nos permite la comparación, como si a finales de los años setenta Maserati hubiera lanzado un compacto destinado a competir con el Volkswagen Golf. Algo, evidentemente, poco entendible en términos comerciales o de identidad corporativa.

Llegados a este punto BMW retiró la R39 del mercado a los pocos meses de su estreno. No obstante, el inicio de los años treinta volvía a ser propicio para pensar en una monocilíndrica que, además, fuera todo lo económica que pudiera permitirse esta marca tan unida ya entonces a la alta gama. Y es que, a fin de cuentas, los estragos del Crack del 1929 estaban poniendo contra las cuerdas a la República de Weimar; cada vez más inestable tanto en lo económico como en lo político.

BMW R20 (1)

Bajo este contexto, la dirección de BMW pensó en lo propicio que sería contar en su gama con una máquina relativa a lo que, hoy en día, podríamos llamar segmento de acceso. Gracias a ello, en 1931, fue presentada la R2 con un monocilíndrico perforado hasta los 198 centímetros cúbicos puesto el quinto de litro era, de aquellas, una cilindrada más o menos popular en el campo de las turismo.

Eso sí, dentro de esa categoría más popular la R2 destacaba frente a la competencia portando un motor de cuatro tiempos en vez de uno de dos; ciclo éste tan frecuentado y dominado por la industria germana del momento. No obstante, aun con esta cualidad mecánica su precio estaba por debajo de la mitad del exigido por una R11; la espectacular tope de gama lanzada en 1930 con un chasis en chapa estampada y motor bóxer de 745 centímetros cúbicos.

BMW R20 (3)

Fruto de esto fue el éxito comercial de la R2, logrando evolucionar según pasaban los años en vez de sucumbir como lo hizo su antecesora en el campo de las monocilíndricas de BMW la R38. Es más, en 1937 se actualizó tanto la versión más vendida de la R2 que acabó derivando en un nuevo modelo: la R20. Obviamente dotada con el consabido monocilíndrico de cuatro tiempos aunque, en este caso, perforado hasta los 192 centímetros cúbicos para rendir 8 CV. En fin, una motocicleta sobria pero fiable y adecuada, la cual se asentaba en un chasis de doble cuna para llegar a vender en torno a unas 5.000 unidades durante dos años en producción.

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Miguel Sánchez

Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.

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