Tras la Segunda Guerra Mundial los Aliados impusieron unas lógicas medidas restrictivas a la industria alemana. De esta manera, aunque su tejido productivo se recuperaría con una rapidez asombrosa, lo cierto es que hasta finales de los años cuarenta éste tuvo que lidiar no sólo con una profunda supervisión por parte de las autoridades aliadas, sino también con la prohibición de ensamblar ciertos diseños. Llegados a este punto, una de las cuestiones más llamativas fue la de presentar al mercado motores con una cierta cilindrada. Todo ello con la vista puesta en apagar cualquier posible intento de volver al combate por parte de algunos nazis recalcitrantes.
Así las cosas, la otrora poderosa BMW tuvo que ingeniárselas para sobrevivir como pudo. Es más, dentro de su gama de productos sólo se encontraba una motocicleta: la R24 con 250 centímetros cúbicos. Una máquina con diseño previo a la contienda, la cual incluso carecía de elementos ya asentados en la marca como la suspensión trasera. Sin duda, una buena muestra sobre la difícil situación vivida por la misma, teniendo incluso que vender arados y material de cocina de cara a poder cuadrar las cuentas.
Ahora. ¿Cuál era el motivo de mayor preocupación para BMW? Pues ni más ni menos que en la ingeniería, en su capacidad de diseño. Y es que, no en vano, no sólo sus fábricas sino también su plantel de diseñadores había quedado seriamente mermado. Además, las estrecheces financieras tampoco ponían fácil el desarrollo de nuevos diseños. Con todo ello, en la casa bávara tuvieron que echar mano de diseños previos a la Segunda Guerra Mundial. Es más, ya que debido a algunos bombardeos incluso se habían perdido no pocos planos, los responsables técnicos de la marca tuvieron que hacer ingeniería inversa sobre unidades de los años treinta, esperando comprender cómo poder replicarlas para regocijo de los británicos, quienes recuperaban el liderazgo tecnológico perdido durante la década anterior.
La R5 de 1936 presentó un excelente e innovador diseño, capaz de marcar el rumbo que habría de seguir la marca durante no pocos años precisamente
BMW R51/3, la última evolución de un diseño creado en 1936
Revisando la cronología de BMW comprobamos cómo nuestra protagonista, la R51/3, fue presentada al mercado en 1951. Sin embargo, las raíces de la misma se hunden hasta casi dos décadas atrás situándose en 1936. Año en el que la casa alemana presentó la R5. Una motocicleta no solo sensacional sino realmente revolucionaria. Para empezar, su bastidor de doble cuna en acero dejaba atrás la chapa prensada para abrazar así un planteamiento donde la rigidez mejoraba el comportamiento.
Asimismo, su nuevo motor bicilíndrico bóxer con 494 centímetros cúbicos y 24 CV ayudó a fijarlas coordenadas mecánicas en las cuales se ha movido BMW durante décadas. En suma, a todas luces la R5 fue una motocicleta sensacional gracias a la cual la industria alemana se presentó como el rival más fuerte ante las históricas casas británicas. Por cierto, como remate al conjunto al R5 sumó un cambio de cuatro velocidades al pedal. Toda una innovación que, en la práctica, hacía mucho más seguro el manejo a altas velocidades al hacer innecesario el tener que apartar la mano del manillar para accionar la antigua y sempiterna palanca de cambio.
A partir de aquí, en 1939 la R51 actualizaba el diseño de la R5 incluyendo suspensión trasera. Una escalada tecnológica parada en seco con la llegada de la Segunda Guerra Mundial. Y vaya, tras ella llegó la situación anteriormente comentada. Una situación que, al relajarse ya a finales de los años cuarenta, permitió el regreso de las grandes BMW con motores de medio litro. Eso sí, debido a las dificultades del momento los ingenieros alemanas tuvieron que echar mano de diseños previos a la contienda. Por ello, cuando en 1950 llegaba la R51/2 ésta se basaba directamente en la R/51 de once años antes.
Tras la Segunda Guerra Mundial BMW atravesó momentos de gran dificultad debido no sólo a la pérdida de una de sus dos fábricas, sino también a las limitaciones en materia de producción impuestas por los Aliados
Siguiendo esta línea, cuando en 1951 se presentó la R51/3 obviamente ésta era una evolución y, por tanto, sucesora en última instancia de la mítica R5 de hace dieciséis años. Es más, mecánicamente seguía caracterizada por el mismo bloque bicilíndrico bóxer con 494 centímetros cúbicos y 24 CV. Todo igual. De hecho, a fin de actualizar algo la gama dando sensación de renovación en BMW lanzaron aquel mismo año una versión con 600 centímetros cúbicos. Hablamos de la R67, la cual era en base igual a nuestra protagonista a excepción del motor. En fin, de todo esto hay una conclusión obvia que no podemos dejar de mencionar: el diseño de la R5 fue tan excelente que incluso volvió de entre los cascotes de su fábrica para liderar el relanzamiento de BMW en los años cincuenta.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS