Normalmente, cuando repasamos la historia del motociclismo nos encontramos con una gran cantidad de marcas listas para ocupar el segmento económico situado por debajo de los automóviles. De hecho, una de las mayores crisis del sector motociclista vino en la década de los sesenta, coincidiendo no por casualidad con la popularización de los utilitarios enfocados a las nuevas clases medias. No obstante, el caso de BMW es bien distinto. Es más, la BMW R62 lo ilustra a la perfección, presentando en 1928 un precio de venta muy similar al salario medio anual establecido en la Alemania del momento.
Así las cosas, lo cierto es que no se puede calificar a la casa bávara como una empresa al servicio de la motorización de la sociedad. No al menos si nos situamos en los años veinte, cuando empezó a fabricar motocicletas de alta gama exactamente en 1923. Además, lo cierto es que desde los primeros días BMW sabía muy bien cómo quería plantear y presentar sus modelos. Definidos por una excelente calidad de ensamblaje, éstos estaban dominados por los sempiternos motores bóxer bicilíndricos ya presentes en su primer diseño: la R32.
A partir de aquí, las cilindradas fueron creciendo en muy poco tiempo al tiempo que tanto las mecánicas como los chasis recibían constantes actualizaciones. Gracias a ello, BMW se situó en muy poco tiempo a la vanguardia del motociclismo junto a las marcas británicas, sacando músculo en 1928 gracias al lanzamiento de su nuevo tope de gama: la BMW R62. Sustituta de la afamada R11, ésta se alzó como una de las turismo más rápidas de su época, siendo capaz de mantener fácilmente velocidades de crucero por encima de los 110 kilómetros por hora. Todo ello, por cierto, sin merma de la excelente fiabilidad exhibida por la marca.
Ensamblada a partir de piezas procedentes de modelos anteriores, sus mejoras en el motor consiguieron hacer de la R62 un sensacional tope de gama
BMW R62, un efímero tope de gama
Curiosamente, algunos de los mejores diseños de BMW no se han creado desde cero. Lejos de ello, han sido consecuencia de sumar elementos ya existentes, plenamente probados y comprobados en modelos anteriores. Bajo esta lógica, a finales de los años setenta comenzó a gestarse la salida al mercado de la G/S. Una de las “ doble propósito “ más exitosas de la marca y, de hecho, posiblemente la que mejor definió en origen a estas motocicletas perfectas para largos viajes sobre terrenos mixtos.
Pues bien, aquello ya tenía precedentes en el desarrollo de nuevos modelos por parte de BMW. De hecho, la R62 toma una gran cantidad de elementos de su antecesora así como de la R52 con medio litro de cilindrada. La opción situada justo por debajo de nuestra protagonista en el catálogo de la casa alemana a mediados de los años veinte. De esta manera, se reducían drásticamente los costes de diseño y desarrollo, maximizando los beneficios gracias a evolucionar diseños muy bien planteados desde su origen.
Gracias a ello, la BMW R62 se ideó bajo la fórmula Baukastensystem. Es decir, un sistema de fabricación modular por el cual se usaba el mismo cuadro tubular de doble cuna utilizado en la R52 así como su caja de cambios, suspensión delantera – con resorte de seis láminas – y caja de cambios. Ahora, los cambios en el motor sí fueron bastante notables. De hecho, para empezar se incrementó la cilindrada del medio litro hasta los 745 centímetros cúbicos con los que el bicilíndrico plano de la R62 es capaz de generar hasta 18 CV de potencia.
Su precio de venta marcaba lo mismo que el salario medio de un trabajador alemán de la época, siendo una de las motocicletas de serie más costosas de la historia
Además, se añadió un nuevo cigüeñal junto a culatas y pistones también renovados. Resultado de ello es la eficaz respuesta de esta motocicleta ante cualquier situación. Es más, lejos de ser una pieza de museo su comportamiento permite usarla con relativa facilidad en medio del tráfico actual. Eso sí, sólo para quienes se atrevan a situar este modelo en una situación real de conducción. No en vano, ya que sólo se fabricó durante dos años su producción quedó en 4.355 unidades. Cifra en base a la cual estamos hablando de una pieza de colección a un nivel muy alto.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS