La historia de Brough Superior es la historia del Reino Unido durante el periodo de entreguerras. Fundada en 1919 y clausurada en 1940, esta marca llegó a ser la más refinada y exquisita muestra de tecnología inglesa aplicada al motociclismo. De hecho, algunos de sus modelos llegaban a costar más que la media pedida por una vivienda unifamiliar en la época. Algo que da la medida de la calidad de sus creaciones, definidas como las “ Rolls-Royce “ de las motocicletas. Personalizadas para cada caso y cliente, todas las unidades salidas de la fábrica de Nottingham se ensamblaban dos veces. La primera para encajar todos los componentes y la segunda para rematarlos con detalle más fino.
Además, el propio fundador de la marca probaba todas y cada una de sus motocicletas para certificar el perfecto desempeño de las mismas, poniéndose a más de 160 kilómetros por hora como era necesario en el caso de las SS100 para comprobar su máxima entrega de prestaciones. Además, todas las Brough Superior destacaron por una brillante mezcla de fiabilidad y potencia. Gracias a ello, las unidades conservadas – alrededor de un tercio – son auténticas joyas bien celosamente guardadas o bien protagonistas de enloquecedoras subastas. Datos que, por si fueran poco, tienen como añadido contar con Lawrence de Arabia como seguidor más conocido, llegando a haber comprado ocho Brough Superior antes de fallecer por las heridas surgidas de un accidente con la séptima.
De hecho, el modelo con el que ocurrió el fatal desenlace fue una Brough Superior SS100. Posiblemente el más icónico de la marca aunque no el más producido. De dos cilindros, pero con un litro de cilindrada, este modelo destacó por la gran entrega de fuerza por parte de su motor así como la extrema personalización de cada unidad, teniendo un manillar pensado para las necesidades anatómicas específicas de cada cliente. Hecho combinado con el perfeccionamiento del modelo gracias a la competición, ganando durante los años veinte en más de cincuenta pruebas internacionales logrando incluso varios récords mundiales. Todo ello con el objetivo de ser la mejor marca de motocicletas de la época de entreguerras.
Estas motocicletas fueron lo mejor de la época en el Reino Unido, llegando a costar más de lo que costaba de media una vivienda unifamiliar
Brough Superior Pendine, afinando aún más
En la alocada carrera por establecer nuevos récords mundiales de velocidad sobre tierra en la época de entreguerras, la playa de Pendine es uno de los lugares más destacados. Abierta a la acción de las mareas, según la hora del día se descubren kilómetros de fina arena compactada. Ideales para echar al galope toda clase de máquinas centradas en la velocidad.
De esta manera, en 1928 el fundado de la marca – George Brough – llevó a una de sus motocicletas hasta los más de 215 kilómetros por hora. La velocidad más alta registrada por un vehículo de dos ruedas hasta la fecha a excepción de la que usó Glenn Curtiss con un motor ocho cilindros perteneciente a un avión. La motocicleta con la cual logró semejante hazaña fue una Brough Superior SS100 afinada para tal situación, por lo que se vio la oportunidad perfecta para lanzar una especie de kit de fábrica pensado por y para la velocidad.
Así las cosas, había nacido la Brough Superior Pendine con sus 45 CV de potencia. Visualmente, lo que más llama la atención en este modelo son los refinados tubos de escape así como la horquilla cantilever, los manubrios más bajos y los reposapies situados en una posición más atrasada de lo normal.
Derivada de los récords de velocidad, la Pendine es una de las versiones más escasas en toda la historia de la SS100
Además, si tenemos en cuenta que la Pendine es un modelo derivado de la Brough Superior valoraremos aún más la especificidad de la Barry Big Blown Brough. Una unidad preparada a partir de la Pendine, en la que el piloto Barry Baragwanath acopló un sobrealimentador. Sin duda un rizar el rizo sobre la base de una de las mejores motocicletas de la historia.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS