Moto del día: BSA Sloper

Moto del día: BSA Sloper

Caracterizada por la suavidad y el silencio relativo, la BSA Sloper es una de las motocicletas más representativas de la marca.


Tiempo de lectura: 3 min.

Fundada en 1861, BSA es una de esas empresas enfocadas al ámbito del metal y la mecánica que, a lo largo de su dilatada historia, ha ido saltando de un nicho de mercado a otro. De esta manera, de su ocupación original centrada en la producción de armas de pequeño tamaño, saltó al mundo de las bicicletas y las motocicletas. Algo que, en la Península Ibérica, no puede resultarnos extraño pues, en la ciudad vasca de Eibar, tenemos diversos ejemplos en este mismo sentido.

Así las cosas, desde 1910 su filial BSA Cycles se enfocó en la fabricación de motocicletas que, en no pocas ocasiones, fueron destinadas a la gama más prestacional y exclusiva de su época. Algo muy bien representado por el origen de la Serie S, la cual asentó el nombre de BSA entre lo más granado del panorama nacional gracias su innovador diseño, dotado con un centro de gravedad mejorado así como un funcionamiento dominado por la suavidad.

Llegados a este punto, los más enfocados al motociclismo británico previo a la Segunda Guerra Mundial seguramente recordarán a la BSA Sloper de 1927. Primera de aquella saga -la Serie S- que habría de continuar con ciertos cambios en las válvulas, el bastidor y la cilindradas hasta aproximadamente la mitad de la década siguiente. Sin duda, toda una referencia cuando hablamos de la gama alta de aquellos años, siendo una de las máquinas más significativas a la hora de comprender cómo la antigua armera británica se ganó una posición de honor entre los mejores fabricantes de la época.

Tras fabricar armas y bicicletas, en BSA se lanzaron a la producción de motocicletas con modelos realmente sensacionales para la época

BSA Sloper, silencio y suavidad

Revisando los comentarios más usuales entre quienes toman contacto por ver primera con una motocicleta previa a la Segunda Guerra Mundial, uno de los más usuales es aquel que indica el alto grado de vibraciones. Y es cierto. No en vano, éstas son máquinas realmente rudas, muy alejadas de la sencillez y limpieza con la que, hoy en día, funciona cualquiera de las motocicletas disponibles en los concesionarios.

A partir de aquí, desde las vibraciones del motor hasta el rotundo sonido del mismo pasando por los problemáticos arranques a pedal o la dureza de una dirección sin horquilla telescópica todo en una de aquellas antiguas motocicletas exige no sólo un cierto grado de esfuerzo físico, sino también una evidente pericia en la conducción y el manejo en general. Llegados a este punto, en BSA pensaron diseñar una montura lo más suave y silenciosa posible de cara al estreno de su Serie S.

Gracias a ello, el motor monocilíndrico con 494 centímetros cúbicos desplegó unos taqués con base amplia así como otros elementos en el diseño de las válvulas de cara a garantizar el mayor silencio posible. Algo que se logró, haciendo de la mecánica de la BSA Sloper una de las más suaves y menos ruidosas de su época aún pudiendo superar de forma muy holgada los 110 kilómetros por hora en sus primeras versiones.

bsa sloper 1927 (1)

Con un funcionamiento suave y potente ésta era una excelente opción turismo, beneficiándose igualmente de un centro de gravedad capaz de mejorar el comportamiento

Además, el bastidor en doble cuna de acero lograba incorporar dentro de sí al motor de una manera algo inclinada, creando así las condiciones necesarias para mejorar el centro de gravedad. Un hecho especialmente notorio en el diseño de esta máquina, la cual era capaz de garantizar una estabilidad por encima de la media. Con todo ello, la mezcla de silencio, suavidad en el manejo y centro de gravedad rebajado hicieron de la primera BSA Serie S una referencia en la alta gama británica, aportando soluciones técnicas durante unos años en los que, desde Alemania, BMW avanzaba de manera realmente reseñable en materia de ingeniería.

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Miguel Sánchez

Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.

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