A fin de entender la naturaleza de la Bultaco Sherpa N, lo mejor será recurrir a las fuentes de la propia marca. De esta manera, en su catálogo de ventas editado en 1960 encontramos la siguiente declaración de intenciones: “ Se trata de una moto pensada en las especiales necesidades del usuario rural, en cuya área de actividad no abundan las carreteras pero sí los caminos, muchas veces en malas condiciones. La Sherpa N es máquina capaz de superar segura y cómodamente las pendientes más pronunciadas, vadear riachuelos de poca profundidad, mantener una traza segura en caminos enfangados, siendo capaz de superar fuertes cargas en todos los sentidos “.
Más allá de algunos deliciosos arcaicismos, en esta redacción comercial se enuncia a la perfección tanto el sentido como el mercado al cual se dirigía la Sherpa N. Algo muy interesante, ya que ese mismo año se lanzaba de forma complementaria la Sherpa S. Llegados a este punto, ¿cuál era la estrategia de Bultaco para el segmento de las motocicletas camperas? Pues ni más ni menos que una doble, en la cual la gama más práctica se acompasaría al desarrollo de la oferta más deportiva y lúdica. Veamos. En 1958 Xavier Bultó formalizaba la fundación de su propia empresa tras la salida de Montesa debido a los desacuerdos con Pere Permanyer en relación con las carreras de velocidad.
Idealista y profundamente ingenioso con la mecánica, éste no podía admitir cómo se le recortaban las alas al departamento de competición liderado por él mismo, aún con el firme argumento de tener que centrar todos sus recursos en maximizar las ventas debido a la irrupción del automovilismo masivo. De esta manera, Bultaco tuvo un más que marcado carácter deportivo desde su mismo planteamiento de base. Poniendo a disposición de sus clientes mecánicas probadas en competición así como una dualidad basada en la oferta de asfalto y la oferta de campo. No obstante, lejos de querer ser una exclusiva empresa de nicho, la nueva casa motociclista también ambicionaba cuadrar sus cuentas con relativa facilidad. Por ello, nunca dejó de lado el lanzamiento de modelos prácticos como la Sherpa N.
A finales de los sesenta el Motocross ya se estaba empezando a popularizar en España, algo que sirvió para hacer más corrientes las monturas Scrambler. Un tipo de montura perfecta para quienes trabajasen en zonas rurales
Bultaco Sherpa N, con la N de Naturaleza
Justo un año después de la fundación de Bultaco echaba a andar el Campeonato de España de Motocross. Asimismo, en Cataluña se empezaron a organizar las primeras pruebas de Trial. Es decir, poco a poco aquellas especialidades provenientes del Reino Unido iban calando en el motociclismo español. De hecho, las propias marcas se aprestaron a crear adaptaciones de sus modelos turismo al campo, naciendo diseños tan curiosos como los de las Derbi y Sanglas 350 Motocross.
Sin embargo, lo cierto es que aún quedaba mucho para llegar al grado de especialización visto en las distintas ramas del Off-Road a finales de los sesenta. Es decir, ni las motocicletas de Trial eran precisamente ligeras, ni las de Motocross distaban demasiado de unas simples turismo con cambios en las suspensiones, las gomas o el manillar. No obstante, poco a poco se empezaban a ver ciertas ramificaciones incipientes.
Una de ellas es la interpretada por Bultaco en 1960, la cual lanzó dos modelos distintos pero complementarios. Por un lado la Sherpa S – en referencia a las monturas Scrambler, claramente dirigida al ámbito del Motocross priorizando la velocidad por encima de otros aspectos – y por otro la Sherpa N – en referencia a su uso en la naturaleza bajo los propósitos y maneras indicadas al comienzo de nuestro artículo – . No obstante, lo cierto es que ninguno de los dos modelos se creó desde cero.
Al igual que en su gama de carretera, en aquellos primeros años Bultaco usó los colores para distinguir a sus modelos más prácticos de los más deportivos. El rojo para las que tenían más nervio, el azul para los del día a día más sosegado
Lejos de ello, mientras la Sherpa S no era ni más ni menos que una Tralla 101 adaptada, nuestra protagonista derivaba de la 155. La hermana civilizada y turismo de las deportivas Tralla, trasponiendo al Off-Road esa misma dualidad ya que, no en vano, la Sherpa N se orientaba a un uso claramente más práctico que deportivo. Respecto al motor, éste era el utilizado en la 155 amén de ciertas modificaciones en la curva de potencia. De todos modos, básicamente seguía siendo el recurrente monocilíndrico con 153 centímetros cúbicos y 11,6 CV a 5.500 revoluciones por minuto para poner sus 91 kilos de peso a 95 kilómetros por hora. Por cierto, evolucionado en 1963 hasta el quinto de litro rindiendo así 16,3 CV a 6.000 revoluciones por minuto. No obstante, a pesar de querer ser una montura práctica para el día a día en el campo, la Sherpa N fue la base para los distintos prototipos de Trial que acabaron gestando a la Sherpa T de 1964. La motocicleta, esta vez sí, que vino a dar fama internacional a la marca marcando la forma y manera en la que se iban a concebir las monturas de Trial a partir de aquel momento.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS