Para los aficionados al Mundial de Motociclismo seguramente Garelli les sea una referencia conocida. No en vano, durante los ochenta la marca italiana se hizo con cuatro títulos mundiales en la cilindrada de 125; dos de ellos con Ángel Nieto como protagonista. Basada en un motor Minarelli aunque con un nuevo carenado perfilado en el túnel de viento de Pininfarina para hacer así más veloz a una máquina con elementos tan depurados como su monocasco en aluminio.
Asimismo, Garelli no venía en absoluto de nuevas en lo referido a la competición. Fundada en 1919 con una visión especialmente escorada hacia los motores de dos tiempos, la marca logró incluso antes de la Segunda Guerra Mundial no pocos récords de velocidad con motocicletas de hasta 350 centímetros cúbicos. Todo ello para, después de la contienda, convertirse en una referencia indiscutible para el ámbito de las pequeñas cilindradas.
Nacida con el afán de mostrar las bondades de los motores con dos tiempos, Garelli contó con una gran historia deportiva desde los años veinte a través de monturas capaces de ganar diversos GP así como establecer no pocos récords mundiales
Por cierto, sin por ello dejar a un lado la competición o los récords. Es más, en 1963 logró multitud de registros internacionales en Monza utilizando uno de los mejores ciclomotores de todos los tiempos en materia de velocidad.
Sin duda un excelente precedente con el cual, durante los años setenta y ochenta, ir lanzando al mercado más apuestas para el segmento de los ciclomotores deportivos. Dicho sea de paso, un tipo de máquina al cual se le ha dado mucha y excelente atención en Italia.
En este sentido, el Garelli Monza GT de 1985 es una pieza a tener muy en cuenta. Impulsado por un motor monocilíndrico de 49 centímetros cúbicos y dos tiempos -prácticamente cuadrado dadas sus cotas de 40 x 39 milímetros-, éste lograba un comportamiento de lo más nervioso y enérgico al combinarse con un chasis ligero capaz de dejar el conjunto en tan sólo 61 kilos. En fin, quién dijo que la deportividad sólo se exhibe en cilindradas grandes.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS