Fundada en 1919, Garelli es una de las grandes e indiscutibles referencias para la historia del motociclismo italiano. Además, desde muy temprano demostró un gusto por la competición no sólo en las pruebas de velocidad sino también en todo lo relativo a los récords mundiales. Es más, algunos de los establecidos ya hace décadas por sus máquinas siguen imbatidos.
En este sentido, llama la atención consultar en los registros de la FIM el correspondiente al estar 24 horas de continuo rodando a la máxima media posible; algo aún en manos de la Garelli 50 Sport de 1963, la cual estableció este récord con una marca de 108,83 kilómetros por hora en el Circuito de Monza. Dicho sea de paso, en medio de unas condiciones atmosféricas realmente adversas, haciendo del mismo una verdadera aventura propia de los días heroicos del motociclismo.
Pero vayamos por partes. En primer lugar, destaca cómo Garelli intuyó desde el primer momento el potencial mediático de los récords de velocidad. Así las cosas, su primera motocicleta con 350 centímetros cúbicos estableció un primer registro de larga distancia cubriendo como una bala la distancia dispuesta entre Milán y Nápoles. A partir de aquí, incluso ases de la competición como Tazio Nuvolari llegaron a foguear sus carreras con la marca dado el prestigio de la misma.
No obstante, tras la Segunda Guerra Mundial Garelli tuvo que rehacer su economía; una situación compleja en la que optó por fabricar sencillos y escuetos motores para propulsar bicicletas y velomotores. Hablamos de los míticos Mosquito, conocidos en España por haberse fabricado bajo licencia en la ciudad de Sevilla.
Llegados a este punto, las ventas masivas de aquellas mecánicas lograron poner de nuevo a Garelli en la vía de la competición. Eso sí, destacando especialmente en todo lo referido a las cilindradas más escuetas. Un campo donde se movía muy bien el ingeniero William Soncini, quien en 1963 preparó dos unidades de la Garelli 50 Sport.
Una máquina con motor de 50 centímetros cúbicos completamente destinada al ejercicio de la velocidad. Para empezar, se rumorea -esto no lo hemos podido confirmar- cómo su motor podía alimentarse con puro alcohol. Tras esto, lo cierto es que su cilindro con dos tiempos era poseedor de una máxima fiabilidad como así lo atestiguan sus récords de 24 horas.
Y vaya, por si lo entregado por la mecánica fuera poco la posición del piloto se hacía lo más aerodinámica posible, tendiéndolo hacia el frontal sobre el depósito de combustible. Todo ello, claro está, rematado por un carenado capaz de recordarnos al de las Montesa Sprint que corrieran en la Isla de Man. En fin, un diseño destinado a lo que logró: batir diversos récords mundiales de velocidad.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS