Moto del día: Gimson Electro

Moto del día: Gimson Electro

Aunque no pasó de ser un prototipo, este diseño catalán revela el interés por lo eléctrico dado tras la Crisis del Petróleo


Tiempo de lectura: 5 min.

A veces, recomponer la historia de ciertas marcas es como armar un rompecabezas donde faltan no pocas piezas. Algo agravado cuando hablamos de empresas ya extintas o con sus archivos diseminados, siendo casi imposible acceder a información verificada o fuentes fiables. De hecho, en no pocas ocasiones tenemos que transitar directamente por el campo de las rumorologías. Sin embargo hay veces en las que un determinado documento gráfico constata la existencia de aquello que estábamos buscando. Justo lo que ocurrió con la Gimson Electro, confirmando así nuestras sospechas sobre la presentación de un modelo eléctrico por parte de la casa catalana a comienzos de los setenta.

Así las cosas, ¿por dónde empezar a contar esta historia? Normalmente lo hacemos por el contexto histórico, pero en el caso de la Gimson Electro el primer paso lo vamos a dar gracias a la figura de Pere Gimbernat. Nieto del relojero fundador de la marca, a comienzos de los cincuenta este hombre se convirtió en uno de los principales activos dentro de esta empresa familiar. No en vano, junto a su propio padre fue impulsor del salto de Gimson desde las bicicletas a los ciclomotores, amparándose en el uso de los motores ofertados por los hermanos Parés y la aplicación de la chapa estampada en modelos como el Sport 49/65.

A partir de aquí la historia de Gimson ya es más conocida, produciendo monturas urbanas y turismo al tiempo que se lanzaba al floreciente segmento de las camperas con la aparición de la Skipper, la Jumper Cross o la Enduro E87. Un camino de innovaciones y adaptaciones al mercado donde el carácter emprendedor de Pere Gimbernat veía oportunidades de negocio incluso en el ámbito de las motocicletas eléctricas, las cuales ganaban actualidad debido a los efectos perniciosos de la Crisis del Petróleo. Y eso por no hablar de la creciente polución urbana o el molesto ruido de algunos ciclomotores con escapes tan descuidados como el civismo de sus dueños.

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Tras ser barrido del mapa a partir de 1912 a excepción de marcas como Detroit Electric, el motor eléctrico volvió ponerse encima de la mesa tras la Crisis del Petróleo de 1973

Gimson Electro, un prototipo fruto de su tiempo

En los comienzos de la industria automotriz los vehículos eléctricos tuvieron una gran aceptación. Y es que, aunque se vieron lastrados por la autonomía de sus baterías, su eficiencia y entrega de potencia desde el primer chispazo les hacían destacar frente a los humeantes e imprevisibles motores de combustión. Además estaba la cuestión del arranque. Tan fácil y limpio en el caso de los eléctricos como complejo y sucio en el de los de gasolina, necesitando de la sempiterna manivela así como cebar el carburador o realizar ciertas operaciones en un orden muy determinado.

Con todo esto, lo cierto es que de haberse invertido más esfuerzo en mejorar las baterías quizás la industria automotriz llevaría décadas siendo eléctrica. Sin embargo, la afloración de petróleo desde Texas hasta Bakú puso encima de la mesa los intereses de una industria extractiva tan joven como poderosa. Algo que, sumado a la invención del motor de arranque y su aplicación masiva a partir de 1912, orientó la balanza hacia la primacía de los vehículos a combustión. No obstante, cuando en 1973 se produjo la primera gran crisis mundial del petróleo muchos fabricantes volvieron a mirar a lo eléctrico.

Un hecho especialmente visible en el campo del automovilismo debido a su mayor necesidad de gasolina frente a las más escuetas motocicletas. De todos modos, ya que en los atestados núcleos urbanos el ruido y la polución empezaban a representar los graves problemas sanitarios que son hoy en día, algunas marcas orientadas al mundo de los ciclomotores pensaron en la opción eléctrica como el principal atractivo para un hipotético nuevo segmento representado por las scooter eléctricas. Así las cosas, la inventiva de Pere Gimbernat se puso manos a la obra creando el Gimson Electro.

gimson electro (3)

Gimson se encontraba en una situación complicada debido a la apertura del mercado nacional a la competencia japonesa, sin embargo daba muestras de querer innovar incluso en un panorama desfavorable

Presentado en el Salón de Barcelona de 1973 o 1974 – también en este punto las fuentes son confusas – , el Gimson Electro equipaba un motor Bosch junto a las baterías posiblemente realizadas en plomo – lo más común para la época – o, si acaso, en el algo más avanzado níquel-cadmio. Todo ello posicionado en la zona más baja del chasis, el cual recuerda en sus proporciones al de la Velomatic / Variomatic. Sobre el peso no tenemos datos, aunque sabiendo cómo eran las baterías de la época sin duda podía comprometer la resistencia tanto del bastidor como de la horquilla. No obstante, el solo planteamiento de la Gimson Electro en plena crisis del petróleo es de lo más interesante, poniendo encima de la mesa un tipo de moto que hoy en día goza de todo el sentido y favor de cara al uso urbano. Sin embargo, más allá de su presentación este prototipo no pudo tener más recorrido ya que Gimson se vio atrapada en el complejo mercado español de los setenta. Con la llegada masiva de los modelos japoneses y el cierre de no pocas marcas históricas, abocando también al fin de ésta no sin antes interpretar una coda empresarial bajo la gestión de la murciana Motomur.

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Miguel Sánchez

Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.

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