El motociclismo estadounidense se caracteriza, entre otras cosas, por unas cilindradas más generosas que las utilizadas en países como Italia, España o Reino Unido. Así las cosas, la personalidad de su pilotaje tiene mucho que ver con el manejo de poderosas y tranquilas máquinas con un amplio par motor desde bajas vueltas. En fin, todo lo contrario de los deliciosos y delicados ciclomotores deportivos italianos de los años sesenta.
Asimismo, aquella tendencia enfocada en los cilindros de gran cubicaje fue algo todavía más acentuado durante los inicios del mundo del motor. De hecho, revisando las competiciones registradas por la American Motorcycle Association vemos cómo éstas se encontraban copadas por las carreras enfocadas en lo más prestacional.
Sin embargo, durante los años veinte llama la atención la expansión de todo lo relacionado con las 21 pulgadas cúbicas o, en centímetros cúbicos, unos 344. En suma, concretando podemos decir que aquellas carreras fueron el germen de todo lo relativo a los manidos -y durante un tiempo más que reseñable disputados en el Mundial- 350 centímetros cúbicos.
Fácil de abordar para pilotos privados gracias a su mayor economía y sencillez frente a ligas más potentes, la de 21 pulgadas animó el panorama de carreras en los Estados Unidos con motocicletas ligeras y manejables dominadas por motores monocilíndricos. Un campo donde Indian y Excelsior fueron claves aunque, al mismo tiempo, Harley-Davidson decidió competir con la Peashooter desde 1926.
Gracias a su motor monocilíndrico con 344 centímetros cúbicos se adaptaba muy bien a no pocas carreras disputadas en Europa, por lo que fue clave para la internacionalización de la marca
Una verdadera joya en la evolución técnica de la marca ya que, con tan sólo unas modificaciones dictadas por los ingenieros de la icónica casa estadounidense, podía alcanzar unos 30 CV. De hecho, esta potencia sumada a su peso ligero y motor monocilíndrico fueron claves a la hora de convertir a la Peashooter en una de las piezas clave de cara a entender la internacionalización de Harley-Davidson.
En fin, aunque no sea una de las grandes bicilíndricas tan queridas por los seguidores de la empresa, no cabe duda de que esta máquina ya casi centenaria es imprescindible para entender la expansión de su fabricante.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS