Una de las señas de identidad más reconocibles en el mundo del motociclismo es el sonido de una Harley-Davidson. No obstante, incluso esta marca tan representativa respecto a la custodia de ciertas tradiciones lleva años mirando al futuro del tránsito a la electrificación. De esta manera, en el Salón de Milán del pasado 2018 presentó su modelo LiveWire. Estandarte de su nueva estrategia comercial en la que, a pesar de las polémicas, se plantea lo eléctrico con todas las de la ley. Así las cosas, entre esto y los híbridos de Ferrari resulta bastante evidente que la transición eléctrica no sólo va a condicionar la fabricación en masa de vehículos para el día a día sino también a los segmentos más exclusivos y recreacionales. Algo que, no por novedoso, deja de venir desde muy lejos como demuestra esta Harley eléctrica de los años setenta.
Pero vayamos al comienzo. Como ya hemos comentado otras veces, lo eléctrico ha estado más presente en la historia del motor de lo que se pudiera pensar a primera vista. De hecho, en sus inicios sólo los problemas respecto a la autonomía vencieron la balanza hacia la combustión, pues en verdad ésta era bastante más sucia y ruidosa que los asépticos ingenios alimentados por baterías. Sin embargo, de forma escasa pero recurrente siempre han aparecido ensayos eléctricos, especialmente en el mundo del automovilismo aunque también lo ha habido en el de las dos ruedas como da a entender esta Harley eléctrica.
Eso sí, lo cierto es que aún no tratándose de una simple modificación realizada por un entusiasta, tampoco fue tenida demasiado en cuenta por Harley. Creada a partir de 1971 por un ingeniero de la Transitron Electronic Corporation, esta Harley eléctrica se ideó usando como base una Sportster a la cual se quitó su motor bicilíndrico con 900 centímetros cúbicos para incorporar uno eléctrico asociado a cuatro baterías. Justo el mayor problema y lastre de esta creación, la cual se vio condicionada por su paso por báscula cifrado en casi 290 kilos. A todas luces demasiado.
Aunque no fue ideada por la propia fábrica, este prototipo se ofreció a Harley por parte de los responsables de una empresa de semiconductores
Harley eléctrica, propuesta a la fábrica por sus creadores
En el mundo del motor existen una gran cantidad de industrias auxiliares capaces de llevar adelante proyectos propios. En ese sentido, quizá las más conocidas sean las carroceras, ideando no pocas veces por su cuenta y riesgo proyectos que posteriormente presentan a grandes fabricantes con el ánimo de convencerlos para llevarlos a serie. Además, aunque en mucha menor medida esta vía de trabajo también ha sido explorada por empresas eléctricas en lo referido al tipo de motor.
Llegados a este punto, lo primero que llama la atención sobre esta Harley eléctrica es el haber sido fabricada bajo la supervisión de Transitron Electronic Corporation. Una empresa de semiconductores que ofreció el modelo a la propia Harley a fin de su fabricación, aunque como veremos lógicamente fue rechazada. En primer lugar las cuatro baterías de plomo elevaban el peso de una forma desconcertante.
Además, aunque las monturas de la marca suelen ir más asociadas al disfrute calmado del paisaje con una conducción sosegada, la verdad es que esta Harley eléctrica no pasa de los 80 kilómetros por hora. Una cifra a todas luces insuficiente. No obstante, donde sí tenía su punto fuerte era en la aceleración, siendo capaz de llegar a su velocidad máxima en algo menos de seis segundos. En fin, ni más ni menos que el producto de la entrega inmediata de potencia propia de todo motor eléctrico.
Lastrada por el peso excesivo de las baterías, finalmente no pudo llegar a serie aunque algunos diseñadores de la propia Harley-Davidson se interesaron por la idea
Así las cosas, a esta Harley eléctrica aún le faltaba mejorar en lo que durante décadas ha sido el problema más emblemático en los vehículos eléctricos. La autonomía. Bueno, también el peso de las baterías claro está. No obstante, medio siglo después de su aparición se puede decir que supo marcar el camino. Y es que, al fin y al cabo, incluso la propia Harley-Davidson está empezando su transición a lo eléctrico. Los tiempos no perdonan.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS