Hodaka es una de esas empresas en las que, de repente, resulta casi imposible establecer unas coordenadas geográficas concretas. Algo que en parte se explica por su extensión temporal, fabricando motocicletas desde 1963 hasta 1978. Una época en la que se vivió primero el acceso de las marcas niponas al mercado internacional para, a comienzos de los setenta, empezar a coparlo seriamente en multitud de segmentos. Un hecho que cambió para siempre la historia del mundial, pero que también afectó a elementos del motociclismo mucho más prosaicos como las ventas de ciclomotores y pequeñas motos en el Reino Unido.
Así las cosas, aquel panorama dominado por Italia, Reino Unido y los Estados Unidos fue desvaneciéndose a una velocidad inaudita. De repente, o bien se intentaba competir con el carácter nipón ganando en potencia y calidad o bien se apostaba por atrincherarse en las esencias de cada tradición nacional. Por todo ello, resulta realmente interesante la presencia de Hodaka. Una marca que hizo del mestizaje su bandera, diseñándose en los Estados Unidos, ensamblándose en Japón y tomando como elementos básicos en su diseño características de los chasis británicos y aptitudes camperas propias de las monturas americanas destinadas a carreras sobre óvalos de tierra.
Toda una conjunción de detalles que hicieron de las 150.000 unidades fabricadas por la marca a lo largo de su historia verdaderas piezas de colección. Además, su audacia en el diseño de las enduro norteamericanas tuvo tal repercusión que algunos historiadores del motor señalan a este hecho como principal motivo de su cierre. Habiendo sido objeto de copia por parte de los cuatro grandes fabricantes japoneses del momento, quienes aún entrando con fuerza en los segmentos urbanos y de competición en los circuitos, parecían no comprender del todo bien cómo hacer monturas para ir sobre tierra. Sea como fuera, la verdad es que Hodaka sí tuvo que cerrar antes de finalizar los setenta al haber visto copado su mercado por aquellos fabricantes nipones antes fácilmente rebasables.
En aquella época en la que las monturas japonesas entraron con fuerza en los mercados anglosajones, esta marca fue un híbrido de lo más interesante que además supo venderse muy bien con una publicidad a lo película de acción
Hodaka Ace, el modelo más producido por la empresa
Reducir a la mínima expresión en materia de información nunca está bien porque se pierden multitud de matices necesarios para la comprensión de cualquier fenómeno. De esta manera, aunque muchas marcas tengan a ciertos modelos como emblemas de la misma lo cierto es que hay mucha más gama que comentar y analizar. No obstante, en el caso de Hodaka la Ace fue, sin duda, el diseño más representativo, lucrativo y producido. Tanto en su primera versión 80 como en la 100.
Pero vayamos al comienzo de todo para entender cómo surge este híbrido anglo-nipón que fue Hodaka. Para empezar, los primeros pasos de esta empresa se contemplan a finales de los cincuenta. Cuando era tan sólo un fabricantes de pequeños motores para la empresa de ciclomotores Yamaguchi. Incapaz de competir con la creciente producción de modelos urbanos firmados por Honda, ésta tuvo que echar el cierre en 1963.
No obstante, la filial de distribución en los Estados Unidos – PABATCO – había hecho una importante red de concesionarios gracias a aquellas ya extintas creaciones japonesas. Así las cosas se daba una importante paradoja: la de tener una buena red de comercialización – asunto de lo más espinoso y crucial para cualquier fabricante – sin tener nada que vender.
Gracias a sus múltiples victorias sobre tierra, estas motocicletas fueron una leyenda en el mundo de la competición norteamericana de los años sesenta
¿Qué hacía falta entonces? Pues ni más ni menos que el impulso de algún socio capitalista con capacidad de crear nuevos diseños. Y sí, lo había. Ya que PABATCO era propiedad de la mismísima Shell. Una petrolera que ya por entonces había trascendido de sus despachos en Londres para administrar múltiples intereses por todo el mundo. De esta manera se creó Hodaka a modo de resolución de la anterior paradoja, liderando la gama con el modelo Ace. Basado en un rudo chasis de doble cuna sobre el cual se montó un motor de 98 centímetros cúbicos capaz de entregar 10 CV a 7.500 revoluciones por minuto. Todo ello con la durabilidad por bandera, haciendo así que la Hodaka Ace obtuviera no pocas victorias en competiciones de resistencia sobre tierra celebradas en los Estados Unidos durante los años sesenta. De hecho se hicieron con victorias en su clase en el Campeonato Nacional de Trial y, lo que es bastante icónico, la Pikes Peak. En suma, pura historia del motociclismo norteamericano aunque, para darle más personalidad, las Hodaka tenían el mestizaje en diseño por bandera.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS