La Honda NSR 75 nació en 1989 con una serie de premisas muy características del país del sol naciente. Debía de ser una motocicleta económica, tanto de adquirir como de mantener. Su ligero chasis había de mover con soltura un conjunto de pequeña cilindrada a ritmos elevados. Junto a un excelente bastidor y una gran puesta a punto, la NSR 75 invitaba a ser rápido en cualquier carretera.
Inspirada en sus hermanas mayores, la NSR 75 tomaba la estética “aero” de la familia CBR a partir del chasis de acero de la MBX -muy exitosa entre los adolescentes-. Para la ocasión, se redujeron levemente alguna de sus cotas. Las llantas, por ejemplo, pasaron de 18 a 17 pulgadas. Sobre estas, descansaba un equipo de frenado compuesto por un disco perforado de 220 mm en el eje delantero y un tambor de 110 mm en el eje posterior.
Al igual que el Mazda MX-5, presentado también en 1989, la NSR 75 buscaba ofrecer sensaciones a un precio asequible para el gran público
A pesar de compartir el mismo bloque motor de dos tiempos que su predecesora, se introdujeron ligeras mejoras en el cilindro, la culata, el escape y el carburador para el lanzamiento de la NSR 75. Gracias a ellas, el propulsor proporcionaba una curva de potencia más agradable de digerir. Aumentó el par a bajas vueltas al mismo tiempo que se podía estirar el tacómetro hasta las 11.500 RPM sin los trompicones que emitía la MBX.
Según la ficha técnica del fabricante, el corazón de la NSR 75 era capaz de entregar 13,8 CV a 9.500 RPM; una cifra respetable para un un motor de un solo cilindro de 74,9 cm3 refrigerado por agua. El velocímetro estaba tarado a 130 km/h. Con ropa de calle y semiagachado, se podían rozar los 120 km/h de velocidad punta reales. Tan solo eran 92 kilos de masa a mover, aunque su consumo a un ritmo alegre hacía que los 10 litros de capacidad de su depósito se evaporasen con la misma ventura -hasta 5,8 litros a los 100 km-.
De fábrica, estaba muy bien equipada. Por 299.000 pesetas de la época te llevabas una moto que te hacía sentir piloto. “Nos hará soñar con llegar a ser tan veloz como Sito Pons o Wayne Gardner”, manifestaba la publicidad de Honda. De hecho, antes de finalizar su producción en 1992, la firma nipona lanzó versiones réplica carenadas (NSR 75 II) con los colores corporativos de Campsa y Repsol.
Sus acabados, aunque bien diseñados, no eran de la mejor calidad. Tampoco tenía indicador de reserva en el cuadro de instrumentos. Sin embargo, su estética, su rendimiento y sus costes contenidos la hicieron una moto increíblemente popular.
No hay que confundir este modelo con las NSR 50 (AC10) o NSR 80 (HC06) del mercado japonés, comercializadas entre 1987 y 1999.
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Luis Blázquez
Aficionado al mundo del motor desde que fui concebido. Aprendí a leer con revistas de coches y, desde entonces, soy un completo enamorado de la gasolina. Como no se nace sabiendo todo, cada día es importante aprender algo nuevo y así ampliar los conocimientos. Este mundillo tiene mucho que ofrecer, al igual que un servidor a vosotros los lectores.La mía era de 1988 de las primeras. Tienes mal la fecha en el artículo. Saludos
Mi moto! Yo tuve una así. El motor y el cambio: geniales, algo fría al principio, mejor con un 5w50. El chasis justito de robustez y tamaño: las horquillas delanteras se doblaban y yo con 1,76 era muy alto para ella. Si no ibas alto de vueltas te llenaba el silencioso de carbonilla. Muy suave a la hora de conducir y o le ponías gasolina todas las semanas o te quedabas sin ella a mitad de curva y debías pasar la llave del depósito a modo reserva rápidamente. Por cierto, lo llenaba con 500 pesetas, o sea 3 euros.
Hoy en día se echan en falta motos así, pero he de reconocer que siempre he tenido una espinita con las 2T y espero quitarmela algún día, aunque últimamente las cotizaciones de estas “humeantes” y bonitas motos van al alza.