La Indian-Vincent es un prototipo tan desconocido como interesante. De hecho, seguramente muchos amantes de tomar “ lo mejor de ambos mundos “ estarían encantados de poseerla en su colección. Y es que, no en vano, estamos hablando de lo que podría haber sido el inicio de una interesante colaboración entre dos de las marcas más interesantes en toda la historia del motociclismo anglosajón. Dicho esto, vamos a permitirnos una breve licencia automovilística a fin de ir entrando en materia. Así las cosas, seguro que incluso el motero menos seducido por las cuatro ruedas conoce la existencia del AC Cobra.
Uno de los roadster más musculosos e icónicos de los años sesenta, nacido al calor de una idea tan atractiva como a priori inadecuada. Ni más ni menos que usar un ligero y escueto chasis británico – algo que los ingenieros ingleses de AC sabían hacer muy bien – como base donde insertar un enorme y poderoso V8 americano de gran cilindrada firmado por Ford. Todo ello bajo la dirección y ajuste de Carroll Shelby. Obviamente, fueron muchos los que especularon sobre lo ingobernable del coche. Es más, efectivamente no se trata de un deportivo especialmente amable con quienes pequen de profanos. No obstante, hoy en día es una de las mayores leyendas para cualquier aficionado al automovilismo deportivo.
Dicho esto, llevemos el planteamiento del AC Cobra al mundo del motociclismo. Y es más, hagámoslo justo al revés. Es decir, el chasis lo pone una histórica casa estadounidense – Indian – mientras que la mecánica va a cuenta de una marca británica con gusto por la potencia y, porqué no decirlo, ciertos excesos y alardes en materia prestacional. Una como era Vincent Motorcycles. Exquisita, cuasi artesana y responsable de máquinas como la Black Shadow. Posiblemente la motocicleta de producción en serie más veloz de su época cuando apareció a finales de los años cuarenta.
Hoy en día no existe el original, pudiéndose ver tan sólo réplicas que, dicho sea de paso, son piezas construidas con una enorme dedicación
Indian-Vincent, un prototipo que podría haber hecho historia
Vincent Motorcycles es una verdadera leyenda cuando se habla de motociclismo británico. Es más, dos de sus socios fundadores ya habían ganado en 1925 el TT de la Isla de Man usando un diseño creado por ellos mismos a partir de elementos propios y un motor JAP. A partir de aquí, tres años más tarde la marca nació con el afán de hacer “ motocicletas perfectas “. Es decir, perseguían algo similar a lo que Brough Superior había hecho en 1928 con su estelar SS100.
Así las cosas, la producción era artesanal y la gestión bastante libre por parte de los socios. Siempre enfocados en la tirada corta en vez de inclinarse por la fabricación masiva. Gracias a ello, hacia 1948 urdieron un plan bastante interesante: entrar en contacto con Indian de cara a preparar un diseño híbrido usando alguno de sus chasis. Curiosamente, desde Estados Unidos respondieron de forma positiva enviando una Chief a los talleres de Vincent en Inglaterra.
Y es que, quién sabe. Quizás los de Indian vieran que no tenían nada que perder y, por ello, la idea les entró en gracia. Es más, a los pocos meses la icónica Chief incluso llegó a salir de la cadena de producción durante un tiempo debido a que Indian se estaba centrando en modelos con cilindradas inferiores a fin de sortear la crisis en la que ya se estaba metiendo. Con todo ello, la dirección de la marca no dio mucha importancia inicial a la propuesta británica pero, al tiempo, tampoco se cerró a ella.
La mezcla de bastidor americano y motor británico resulta excitante en muchos sentidos, pudiendo haber llegado a ser una moto que, de haberse producido en serie, hubiera conquistado a no pocos compradores
Llegados a este punto, en 1949 Vincent Motorcycles acabó rápidamente su creación, instalando de forma relativamente sencilla – aunque con ciertos retoques de forma necesarios – un motor bicilíndrico a 50º con 998 centímetros cúbicos y 55 CV para llegar hasta los más de 200 kilómetros por hora. Precisamente, el mismo que habían preparado para la recién estrenada Black Shadow. Gracias a ello, se había logrado una máquina tan sensacional como llamativa. Es más, se la empezó a conocer bajo el pegadizo nombre de Vindian. Sin embargo, la eterna competidora de Harley-Davidson no estaba bien encarrilada en lo financiero. De hecho, siquiera produciendo motocicletas turismo de baja cilindrada al estilo europeo pudieron salvarse del cierre en 1953, cesando toda actividad en sus cadenas de montaje. Un fin abrupto que puso a la Vindian en la cuneta de la historia llegando incluso a desaparecer. Eso sí, su magnífica historia ha hecho que algunos aficionados la hayan revivido mediante réplicas.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS