Curiosamente, la popularización del Motocross en los Estados Unidos tiene mucho que ver con España. Y es que, cuando en 1973 Jim Pomeroy se convirtió en el primer piloto estadounidense en ganar una prueba del Mundial al hacerse con el GP de España a lomos de una Bultaco Pursang, la euforia se desató entre los adolescentes americanos con ganas de emular a su ídolo. Un fenómeno, por otra parte, perfectamente entendible para un aficionado a la F1. No en vano, hasta que Fernando Alonso no llegó a los primeros puestos de la parrillas incluso hubo años en los que las carreras sólo se podían ver en la televisión catalana.
Y eso por no hablar de los años en los que, aún siendo todo un espectáculo gracias al binomio Schumacher-Ferrari, éstas se retransmitían en la 2 de Televisión Española conectando justo en el momento en el que se daba la salida. Sin prólogo de ninguna clase. En suma, otro ejemplo sobre cómo tener a un ídolo local anima la afición por cualquier deporte. No obstante, de regreso al motociclismo resulta sencillo comprobar cómo, hasta comienzos de los años setenta, y a pesar de ser una especialidad conocida en los Estados Unidos,tampoco es que el Motocross tampoco arrastrase legiones.
Así las cosas, a pesar del éxito de ventas interpretado por la Bultaco Pursang MK4 con 244 centímetros cúbicos – llegando a vender 4.435 unidades entre 1969 y 1971 – lo cierto es que la referencia mecánica del segmento seguía estando en las cilindradas más generosas. Algo por otra parte normal ya que, antes de popularizarse, cualquier especialidad a motor ve en las minorías un campo abierto para las chequeras más desahogadas. De esta manera, revisando la parrilla de salida de las Open Class resulta difícil no caer seducido por la Maico 400. Una motocicleta de la cual se llegó a decir “es tan buena que cuando vas en ella pareces ir haciendo trampas”.
En lo relativo a lo más prestacional de la parrilla del Motocross en los Estados Unidos, la germana Maico 400 destacó gracias a su mezcla de buen peso, gran potencia y comportamiento estable
Maico 400, una motocicleta de Motocross realmente excepcional
Creada en la Alemania de los años veinte, Maico fue una empresa que parecía ir en contra de la trayectoria interpretada por casas como MV Agusta o Piaggio. No en vano, de las motocicletas saltó a la aviación y no al contrario, como fue especialmente común nada más acabarse la Segunda Guerra Mundial. Y es que, precisamente de cara al conflicto desatado por el expansionismo nazi, Maico se puso al servicio de la Luftwaffe.
De todos modos, acabado el conflicto ésta regresó a sus motores de dos tiempos, cosechando además una importante cuota de éxitos gracias a haber visto venir a tiempo el nacimiento de los scooter. Sin embargo, aquel triunfo en el ámbito de las monturas urbanas no borró el ansia por la competición. Gracias a ello, en 1971 presentó su Maico 400 con la ambición de ser dominante en las carreras de Motocross relativas a las cilindradas más generosas. Y sí, la verdad es que lo consiguió.
Para empezar, la Maico 400 destacó por su ligereza, con tan sólo 107 kilos a pesar de ser una máquina realmente imponente. Además, el chasis estaba perfectamente medido de cara a lograr una efectiva mezcla de estabilidad y aplomo en curvas. De esta manera, incluso los más advenedizos de la categoría ejecutaban los giros con confianza ganando así unos preciados segundos. Asimismo, en lo referente al motor éste era se basaba en un único cilindro de dos tiempos con 386 centímetros cúbicos y medidas casi cuadradas.
El único problema serio en esta máquina fue su dudosa fiabilidad, algo que se puede entender cuando echamos un vistazo a la forma apretada en la que trabajaba el motor con un índice de compresión 12:1
Respecto a la potencia del mismo, ésta estaba algo por encima de la media de sus rivales puesto que la Maico 400 podía alcanzar hasta 38 CV a 6.500 revoluciones por minuto. Todo ello gracias a una más que llamativa compresión. Bastante alta al situarse en un índice de 12:1. Debido a ello, arrancarla podía ser un acto de valentía debido al fortísimo retroceso del pedal de arranque a patada. Seguramente más de un piloto acabó en el hospital con alguna fractura seria en la tibia y el peroné. De hecho, a fin de aliviar un poco este peligro Maico montó una válvula capaz de aliviar la compresión. Ahora, ¿todo aquello no tenía ninguna traza negativa? Obviamente no. Algo que demuestra la gran falta de fiabilidad exhibida por esta montura de Motocross. Es más, en la parrilla de salida empezó a circular el apodo de “Maico Breako” puesto que no era difícil verlas “break·. Es decir, rotas. Hecho éste comprensible especialmente si tenemos en mente la apretada relación de compresión antes señalada. No obstante, fuera como fuese lo cierto es que, cuando estaba bien afinada, la Maico 400 era una de las máquinas más apreciadas, queridas y respetadas en todo el ámbito del Off-Road. Toda una joya repleta de carácter.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS