Aunque al primer vistazo pudiera no parecerlo, la Montesa Brio Cross es una de las monturas más unidas a la historia del trial en la Península Ibérica. De hecho, tanto es así que nació justo el año en el que se pueden empezar a seguir las huellas de esta especialidad al sur de los Pirineos. 1961. Pero vayamos por partes. Para empezar, la década de los cincuenta iba corriendo para dejar atrás las carencias propias de los tiempos marcados por las cartillas de racionamiento. De esta forma, tanto los fabricantes como el mercado pudieron permitirse la diversificación de la gama motorista, la cual ya no sólo tenía porqué estar centrada en ciclomotores y demás monturas para el día a día en un país lanzado a la reconstrucción tras la batalla.
En ese sentido, una de las especialidades deportivas aparecidas en el mundo español de las dos ruedas fue el trial. O al menos así se supo para los años sesenta, ya que los primeros que se aventuraron a ello casi lo hacían más por el instinto de embarrar su motocicleta que por el de saber exactamente qué es lo que estaban haciendo. De hecho, a mediados de la década la Federación Internacional de Motociclismo convocó encuentros y cursos en Cataluña para explicar detalladamente en qué consistía aquello del trial, empezando por ponerle nombre. No obstante, lo cierto es que en 1961 se produjo un hecho histórico para esta especialidad en nuestro país: el I Trial de Viladrau.
Gracias a esta prueba, quedó claro que esta variante del motociclismo nacida en el Reino Unido había llegado para quedarse. Contando, poco a poco, con una escena cada vez más profesionalizada y competitiva. Motivo por el cual una marca tan significativa como Montesa no quiso quedarse fuera. Algo en lo que ya venía manifestando interés desde que en 1957 lanzase su icónica Brio 125 Cabra. Llamada así por la facilidad con la cual se encaramaba por cualquier camino, siendo una de las primeras motocicletas pensadas por y para el monte en nuestro país. No obstante, aún quedaba bastante hasta la llegada de máquinas a las que se las pudiera definir como adecuadas para el trail. Una larga senda evolutiva en la que apareció la Montesa Brio Cross. Precisamente durante aquel 1961 en el que el trial tuvo en Viladrau su primer encuentro formal por estas tierras.
Derivada de la moto de carreras-cliente Brio 110 S, la Cross es una de las primeras y mejores muestras sobre cómo los fabricantes nacionales fueron adaptando su gama a la entrada del motociclismo de campo – en todas sus variantes – al mercado español
Montesa Brio Cross, nacida bajo la influencia de Pedro Pi
Rebuscando en los inicios del trial ibérico hay un nombre que se repite constantemente. El de Pedro Pi. Formado como ingeniero industrial, su pasión siempre fue la de competir sobre dos ruedas. Concretamente por terrenos lo más agrestes y embarrados posibles. Así las cosas, resulta común verlo a lomos de una Impala cruzando un río o haciendo equilibrismo sobre una Cota 247. Aquella con la que logró ser el primer campeón de España de trial en 1968.
Sin embargo, además de todo aquello, Pedro Pi es un hombre clave en el desarrollo de las Montesa de montaña. Es más, su contratación por ésta marca un punto de inflexión total y absoluto, consiguiendo plantar cara a las Bultaco y desarrollando modelos especializados como la ya mencionada Cota 247. De todos modos, antes de esto hubo un tiempo en el que las motocicletas de monte más enfocadas al trail – o al menos utilizadas en los orígenes nacionales de este deporte – no estaban diseñadas desde cero para ello, sino que eran derivados de motocicletas de carretera.
Uno de los mejores ejemplos para ilustrar esta era de transición es la Montesa Brio Cross. Derivada de la Brio 110 S – reconocible por su único gran tubo de escape – la Cross cambió las suspensiones, las ruedas, el piñón y el manillar para adecuarse a la práctica del rodar por el campo. En términos general, y sabiendo que las comparaciones siempre presentan problemas, es justo lo que en ciclismo se define como gravel. Partiendo de una bicicleta de carretera para llegar a otra que pueda introducirse sin problemas por pistas de tierra.
Pedro Pi es una figura fundamental para entender los inicios del trial en España. Además, su pericia lo llevó a ser contratado por Montesa para el desarrollo de sus modelos pensados por y para esta especialidad
De hecho, la comparación no es del todo desajustada. Ya que, como hemos dicho, la Montesa Brio Cross deriva de la 110 S. Un modelo del cual se hicieron en torno a 250 unidades, concebido como un producto destinado a pilotos-cliente con la capacidad de ir a las carreras con su motor de 16 CV. Unos seis más que los dados por las Brio de serie masiva como la 110, de la cual se vendieron más de 6.000 unidades. Es decir, la Montesa Brio Cross venía de una de las mejores monturas para asfalto realizadas por Montesa en la época. Algo muy interesante, pero sin duda alejado de la utilidad de un diseño que hubiera nacido por y para el trial. No obstante, con nuestra protagonista lo que se buscó fue una efectiva máquina de Cross. Y se logró. Desgraciadamente, su fabricación a partir de la exclusiva 110 S hizo que su tirada fuera escasa. Hasta el punto de que, de hecho, aún a día de hoy no se puede asegurar un número exacto de unidades fabricadas y, ni mucho menos, supervivientes.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS