Moto del día: Montesa Impala 2

Moto del día: Montesa Impala 2

Tras años sin fabricarse, la Impala regresó unos años más a la producción en serie gracias a una idea de Leopoldo Milá


Tiempo de lectura: 4 min.

Aunque siempre se ha haya dicho aquello de “ segundas partes nunca fueron buenas “, lo cierto es que el sector automotriz viene a ser recurrente desde hace años usar la reivindicación de antiguos iconos para vender más en el futuro. De esta manera nacieron el VW New Beetle, el nuevo Mini e incluso el inminente R5 eléctrico. Así las cosas, uno podría pensar que la historia de la Montesa Impala 2 viene entrar en las mismas coordenadas. Pues bien, no fue del todo así. De hecho, de haber sido así, explotando la nostalgia a través de la estética pero al tiempo renovando toda la mecánica para ponerla al son de los días, quizás podría haber gozado del éxito que no tuvo.

Llegados a este punto lo mejor será empezar a contar la historia desde el comienzo. Respecto a la Impala ya pocos más se puede decir. Al fin y al cabo se trata de uno de los grandes mitos del motociclismo en la Península Ibérica. Estrenada en 1962, de ella se derivaron multitud de variantes con cilindradas oscilantes entre el octavo y el cuarto de litro. Además, de este modelo nacido como turismo nacieron versiones adaptadas a la práctica del trial y el motocross. De hecho, su éxito comercial llegó a ser tan amplio que ha transcendido al mundo del motor para convertirse en todo un símbolo de la Barcelona moderna.

En suma, la Impala es mucho más que una simple moto. Es un icono de un tiempo y un país en una manera semejante a la que hoy en día podemos recordar al SEAT 600. No obstante, al igual que el popular y efectivo utilitario con diseño FIAT, a la Montesa Impala le llegó la hora de decir adiós definitivamente en 1972 dejando a la empresa vía libre para centrarse de forma casi exclusiva en los modelos creados por y para circular fuera del asfalto. Algo que parecía el final de la historia comercial de la Impala como moto producida en serie. Aunque, con estos modelos, siempre hay ecos que tardan en extinguirse.

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A excepción de las llantas, lo cierto es que las unidades de esta segunda época de la Impala se parecían del todo a las anteriores. No obstante, incluyó novedades como el ofrecer con la cilindrada del octavo de litro

Montesa Impala 2, un breve renacer

Obviamente resulta del todo desafortunado hacer vaticinios sin contar con los debidos y necesarios estudios de mercado en la mano. Sin embargo, nos aventuramos a pensar que, posiblemente, un renacer de la Montesa Impala años después a 1972 podría haber tenido cierto eco comercial. Especialmente si se hubiera esperado unas tres décadas. El tiempo necesario para que se genere nostalgia entre los más mayores y admiración entre los nuevos aficionados. Vamos, lo que tarda en madurar cualquier vehículo con personalidad y bazas para poder llegar a clásico.

No obstante, la Montesa Impala 2 no fue fruto de un cuidado estudio donde se quisiera explotar el mito usando un diseño renovado. Más bien fue producto de la improvisación. Veamos. Hacia 1981 el diseñador Leopoldo Milá – creador de la Impala original – compró un modelo antiguo y le dotó de un motor totalmente nuevo que encontró por la fábrica.

De esta manera, se hizo una especie de moto clásica con piezas mecánicas de estreno. Y vaya, el caso es que funcionaba bien. Así las cosas, a Milá se le ocurrió convencer a la dirección de la empresa de cara a volver a fabricar la Impala bajo el argumento de que seguía siendo un modelo válido para el segmento más económico. Eso sí, dadas las dificultades económicas por las que Montesa estaba pasando en aquel momento no se propuso ninguna evolución mecánica.

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Finalmente Honda creyó conveniente acabar con su producción, pero estuvo casi hasta el inicio de los años noventa recordando con nuevas unidades a esta saga que vio la luz en los sesenta

Con todo esto, la dirección curiosamente accedió al plan, reiniciándose en 1982 la producción en serie de la Montesa Impala con escasas, muy escasas, diferencias respecto a la original. De hecho, la única manera de reconocer a simple vistazo una Montesa Impala 2 es a través de las llantas con un diseño plenamente ochentero o el depósito, hecho en fibra en vez de metal. Se ofreció con el antiguo motor de 175 centímetros cúbicos y 10,5 CV a 5.500 revoluciones por minuto y cuatro velocidades para una máxima de 100 kilómetros por hora. Aunque también con uno de octavo de litro, siendo la única Impala con esta opción en toda su historia. Obviamente, para los años ochenta la Montesa Impala 2 parecía algo fuera de concierto habiéndose presentado sin ningún rediseño remarcable. Aún así, logró interesantes resultados comerciales hasta 1989. Año en el que la nueva dirección comandada por Honda puso fin a aquel regreso temporal. En fin, para emprender regresos, como decíamos antes, hay que esperar lo suficiente como para que se genere la nostalgia que aúpa las ventas.

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Miguel Sánchez

Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.

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