Precisamente por ser prácticamente desconocida en el mercado europeo, la OSSA 250 ST1 representa muy bien un aspecto fundamental en la historia de la marca catalana. Ni más ni menos que su enorme proyección hacia los Estados Unidos. País al que llegó a consagrar hasta tres cuartas partes de su producción en algunos momentos de los años setenta, introduciéndose en competiciones tan específicamente locales como el Flat Track. De hecho, gracias a esta vía de negocio aparecieron modelos tan icónicos como la Dick Mann Replica. Una de las motocicletas de competición en óvalo más celebradas en toda la historia de las carreras norteamericanas.
Pero vayamos por partes. Como sabemos, los inicios de OSSA se encuentran en momentos previos a la Guerra Civil Española introduciéndose en el mercado de los equipos sonoros para salas de cine. No obstante, así como Peugeot empezó vendiendo molinillos de café e incluso BMW logró cuadrar las cuentas ofreciendo material de cocina, ya en los años treinta OSSA quiso diversificar su negocio fabricando motocicletas. Una idea que tardó dos décadas en materializarse, teniendo que solventar no pocos problemas y avatares. Así las cosas, llegados los años sesenta la casa catalana fue una de las que mejor analizó la nueva situación del mercado español.
Un mercado donde modelos para el día a día como la exitosa 125 ya no tenían sentido, puesto que las crecientes clases medias abandonaban a la motocicleta como útil de movilidad según su presupuesto les hacía posible adquirir automóviles. De esta manera, OSSA vio – junto a Bultaco y Montesa – la necesidad de ofrecer monturas recreacionales. Además, ya que el mercado deportivo en España no era lo suficientemente amplio se imponía la expansión hacia los Estados Unidos. Llegados a este punto, en 1966 la marca catalana firmó un acuerdo decisivo con Yankee Motor para la distribución de modelos de Enduro. Un hecho clave, ya que fue ahí donde apareció la figura de Dick Mann.
La entrada de OSSA en el mercado americano se hizo de una manera excelente, ya que Yankee Motor daba cobertura en materia de distribución al tiempo que, gracias a la presencia de Dick Mann, la presencia en las carreras estaba más que asegurada
OSSA 250 ST1, ajustando la DMR a las nuevas normativas
Además de ser un avezado comercial y un instintivo mecánico, Mann ejercía como uno de los ases del Flat Track. Dueño de un pilotaje extremadamente físico capaz de ser guía y modelo para el joven Kenny Roberts, este campeón del óvalo deseaba correr con una motocicleta hecha por él mismo. Llegados a este punto, tras producirse el pacto con OSSA al fin contaba con un proveedor de motores serio y confiable. Justo lo que necesitaba, ya que en materia de chasis él mismo había cubierto sus necesidades con uno hecho a mano.
En suma, una historia similar a la que interpretaron los hermanos Rickman al montar motores Bultaco sobre sus propios chasis; el nacimiento de las Metisse. Además, en el caso de Mann todo esto tuvo un éxito enorme en la competición. Y es que su moto no paró de ganar carreras en los Estados Unidos durante 1968. Tanto así, que Yankee Motor aprovechó el espectáculo de cara a lanzar en 1969 una réplica en serie de la misma. Ofertada dentro del catálogo exclusivo de OSSA para los Estados Unidos, la 250 Dick Mann Replica fue un verdadero mito entre los corredores de Flat Track.
Es más, aunque se calculó una producción de 99 unidades para esta motocicleta de competición, la demanda sobrepasó las expectativas haciendo de ella una montura bastante común en los óvalos de tierra. Justo en unos años donde los diseños japoneses cuestionaban el tradicional dominio ejercido por las Harley Davidson. De todos modos modos, hacia 1973 la Dick Mann Replica sufrió los efectos de un cambio de normativa de la American Motorcyclist Association respecto a la cilindrada en la modalidad de pista corta.
El cambio de reglamento en 1973 liquidó a la DMR, aunque al volver a la situación previa en 1977 OSSA tuvo la oportunidad de regresar al Flat Track gracias a esta montura que sólo se enfocó al mercado norteamericano como lo llegó a hacer hasta el 75 % de la producción de la marca – o ligada a la marca – durante los años setenta
Además, evidentemente habían pasado años desde su presentación. Años que Yamaha aprovechó para entrar con una fuerza excepcional en el Flat Track gracias al ímpetu de jóvenes pilotos como el triunfador Kenny Roberts. Por ello, se abandonó a la DMR. No apareciendo la OSSA 250 ST1 hasta 1977 – la reacción se hizo esperar – como una interesante renovación. El motivo es que no fue hasta entonces cuando la AMA revirtió el cambio de reglamentación, posibilitando de nuevo a las monturas con cuarto de litro estar en lo más alto del Flat Track. Situación que los distribuidores norteamericanos de OSSA – en verdad parece que la ST1 es más fruto de ellos que de la propia casa catalana – aprovecharon para ensamblar esta motocicleta que, en 1978, fue mejorada con un nuevo y más generoso carburador. Sin embargo, lo cierto es que para aquellos años OSSA ya estaba entrando en un proceso de decadencia sin retorno con huelgas de importancia suscitadas dentro de un mercado en plena reconversión industrial. Muy afectado además por el enorme impacto de las motocicletas japonesas. Así las cosas, la OSSA 250 ST1 es para muchos el canto de cisne de la marca en las carreras de Flat Track. Una verdadera pieza para coleccionistas.
Miguel Sánchez
Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.COMENTARIOS