Moto del día: Parilla Slughi

Moto del día: Parilla Slughi

Con un diseño de lo más pulido, fue una de las monturas mejor vendidas de esta casa que empezó sus días en la competición


Tiempo de lectura: 4 min.

Dentro del prolífico diseño italiano de los años cincuenta – en ocasiones como ésta claramente inspirado por la oda futurista y espacial proveniente de los Estados Unidos – el Parilla Slughi 99 interpreta un hito fundamental. De hecho, si bien a muchos les pudiera recordar a las líneas del Aermacchi Chimera, nuestro protagonista de hoy contó con un éxito de ventas mucho mayor que su competidor desde que saliera al mercado en 1957. Año en el que, junto al ya celebrado éxito de las Lambretta y Vespa – el cual, por cierto, tardó un poco en llegar lejos de ser inmediato – estos modelos urbanos con octavo de litro venían a representar un segmento de éxito gracias al combinar uso diario con la posibilidad de emprender viajes ocasionales.

Pero vayamos al comienzo de la marca ya que, como el despegue de otras – especialmente Ducati y Piaggio – tiene bastante que ver con el fin de la Segunda Guerra Mundial. De esta manera, Giovanni Parrilla se curtió como mecánico desde finales de los años veinte. Especialmente en todo lo relativo a los sistemas eléctricos aplicados al automóvil. Así las cosas, su momento más creativo llegó durante la Segunda Guerra Mundial, ampliando su trabajo a los motores de los camiones y demás vehículos militares italianos destinados al norte de África. De hecho, contemplar sus retratos en la época es bastante interesante, especialmente para quienes tengan algo de interés por el mundo de los vehículos clásicos militares.

Sin embargo, la guerra pasó y todo el país tuvo que reinventarse. Incluyendo a Giovanni claro está, quien optó por desarrollar su propia empresa de motocicletas. Y no, no optó por construir los recurrentes velomotores propios de la Italia de la posguerra. Lejos de ello optó por motocicletas prestacionales. Es más, ya en 1946 contaba con un motor de 250 centímetros cúbicos usado para equipar modelos turismo y deportivos. De hecho, en 1948 Parilla ingresó a la competición con abundantes éxitos en el mundo del cuarto de litro. Todo ello con su versión 250 Super Sport ejerciendo de estrella en los concesionarios.

parrilla slughi (1)

Al contrario que otras marcas como Ducati, Parilla comenzó con las motocicletas deportivas para luego ir ampliando la gama con monturas más populares

Parilla Slughi 99, completando la gama por el lado más práctico

Curiosamente, Parilla no se expandió desde lo más sencillo hasta lo más prestacional sino justo al contrario. Así las cosas, para comienzos de los años cincuenta esta marca estaba entre la flor y nata del motociclismo italiano, ofreciendo máquinas deportivas con mecánicas de cuatro tiempos y cilindradas girando en torno al cuarto de litro e, incluso, superándolo. Sin duda, todo un contraste frente a los modestos ingenios de dos tiempos con los que se motorizaba un país donde el automóvil aún no había llegado a las capas populares.

No obstante, y al igual que en otros momentos hicieran casas como Ducati o la mismísima MV Agusta, Parrilla compatibilizó sus modelos de circuito y derivadas con máquinas destinadas al día a día de los italianos. De esta manera, el genio creativo de su fundador alumbró un catálogo que, cuando apareció la Parrilla Slughi 99, llegaba hasta las casi viente opciones abarcando desde la competición hasta las turismo con baja cilindrada.

De hecho, la primera versión de la Slughi montaba un motor monocilíndrico con 99 centímetros cúbicos. Una cilindrada algo extraña a finales de la década aunque, justo en 1960, se incorporó un nuevo ingenio monocilíndrico con 125 centímetros cúbicos. La posición del motor era horizontal, colgando del bastidor aunque, como se puede ver todo quedaba oculto por el carenado en formas limpias, fluidas y suaves.

parrilla slughi (2)

Su estética era sin duda su gran baza, aunque detalles técnicos como la posición del motor ayudaron a diferenciarla de lo ofertado por la competencia

Sin duda muy bien rematado con esa pintura bicolor, además de contar con avances en confort como las horquillas telescópicas y el cambio con cuatro velocidades. Todo ello para ser, a comienzos de los sesenta, un excelente ejemplo del diseño italiano aplicado al día a día.

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Sobre mí

Miguel Sánchez

Todo vehículo tiene al menos dos vidas. Así, normalmente pensamos en aquella donde disfrutamos de sus cualidades. Aquella en la que nos hace felices o nos sirve fielmente para un simple propósito práctico. Sin embargo, antes ha habido toda una fase de diseño en la que la ingeniería y la planificación financiera se han conjugado para hacerlo posible. Como redactor, es ésta la fase que analizo. Porque sólo podemos disfrutar completamente de algo comprendiendo de dónde proviene.

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